Los de abajo
Abusos de la policía del DF
María Rojas, zapoteca de 25 años, estaba trabajando promoviendo el uso del condón entre las trabajadoras sexuales del hotel Regina, en la ciudad de México, cuando fue detenida arbitrariamente por la policía del Distrito Federal. María no domina el español, habla zapoteco, y no tuvo derecho a un intérprete. La policía capitalina violó sus derechos humanos, la humilló y la agredió sin que ella ni nadie, entendiera por qué. Le negaron el derecho de audiencia y a una defensa. Le negaron todo.
Cuatro policías interceptaron a María y, como si se tratara de una delincuente, le arrebataron la caja de volantes con información sobre enfermedades de transmisión sexual y los preservativos que repartía, para trasladarla posteriormente a los separos ubicados en el Metro Pino Suárez.
María es promotora de salud de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, colectivo que desde hace aproximadamente 12 años se dedica a la atención de la salud sexual y reproductiva de las trabajadoras sexuales, a la prevención del VIH/sida e infecciones de transmisión sexual, como el virus del papiloma humano relacionado con el cáncer cérvicouterino; así como a la atención de niñas, adolescentes y mujeres adultas que viven en condiciones de explotación sexual. La brigada participa activamente en la otra campaña.
Los policías que detuvieron a María, relata la Brigada Callejera, la amenazaron, la insultaron y la privaron de su libertad, violando todas sus garantías individuales. Se trató, denuncia el colectivo, “de un acto de autoridad que involucra a una juez y a elementos de la policía de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, quienes criminalizan las tareas de prevención del sida que realizan las promotoras de salud de Brigada Callejera”. Las autoridades capitalinas, insiste el organismo, “ponen en riesgo la integridad de quienes, desde la sociedad civil, nos dedicamos al trabajo de prevención del sida”.
El clima de persecución a quienes, como María, difunden el uso del condón, dificulta la prevención de enfermedades de transmisión sexual, provocando que este esfuerzo independiente se realice en la clandestinidad, en una ciudad en la que, advierte la organización de apoyo a la mujer, “se registran cada año 5 mil nuevos casos de sida (sólo) en la clínica de la colonia Condesa”.
Los más de 100 millones de condones distribuidos por la Brigada Callejera, hablan del enorme impacto social del trabajo de este colectivo en las amenazadas calles de La Merced. Se trata de un esfuerzo independiente que, por lo visto, vulnera los intereses de las autoridades capitalinas, más preocupadas por las pistas de hielo que por la prevención del sida.
La Brigada Callejera ha cuestionado la gestión pública del gobierno del Distrito Federal en relación al trabajo sexual, pues consideran que “se ha caracterizado por la política del garrote y la discriminación”. El Centro Histórico, advierten, “se encuentra en un virtual estado de sitio”.