Disquero

Ragas desenjauladas

Sesenta minutos de fascinación, encanto, magia. Iluminación. En los anaqueles de novedades discográficas esplende un acontecimiento cultural espléndido: el álbum titulado John Cage. Solo for Voice 58: 18 Microtonal Ragas, ejecutado por la especialista Amelia Cuni y un grupo multinacional de músicos enfocados en lo más intenso, breve y exquisito de la producción sonora mundial de años recientes.

A 15 años de que terminó su etapa terrenal, el trabajo explosivo del maestro John Cage (1912-1992) sigue irradiando su onda expansiva como una bomba de tiempo benéfica. Al rechazo de las mentes pacatas y conservadoras que enfrentó en vida este revolucionario le ha sucedido el silencio y la ignorancia. Pero aun por encima de todo ello refulge su obra, que constituye uno de los estamentos definitivos de la cultura occidental.

Entre las virtudes de John Cage siempre brilló su mente abierta. Por eso tuvo la capacidad y la visión de reconocer que la cultura occidental no es la más avanzada del planeta y que antes de que los filósofos convencionales empezaran una labor de Sísifo (cinco siglos preguntando quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, sin respuesta todavía), ha habido poetas, músicos, orfebres, mujeres y hombres sabios que han hallado respuestas y sin hacer aspavientos.

Lo que para algunos atrasados sirve según ellos para hacer mofa al decir que Cage es “un compositor de influencia zen”, es en realidad una virtud extraordinaria. El tesoro espiritual del antiguo Oriente y de las filosofías espirituales nutre en efecto y de manera insospechada buena parte de la vasta producción de don Juanito Jaula (John Cage, je) y eso explica en parte la fascinación, el encanto, la magia y, por tanto, la iluminación que otorga la escucha de este disco fabuloso, producto del trabajo que hizo Cage luego los muchos años en que se sumergió en el estudio de la música y la filosofía de la India. He aquí un tesoro para el alma.