Magras ventas de arbolitos de Navidad locales
En el Ajusco, apenas logran colocar 10% de la producción; la gente prefiere importados
A casi una semana de que concluya la temporada de venta de árboles de Navidad, el desánimo permea las plantaciones de Santo Tomás y San Miguel Ajusco, en la delegación Tlalpan, donde comuneros y ejidatarios, quienes optaron por este cultivo como alternativa para mejorar ingresos y evitar la venta de sus terrenos, aseguraron que anualmente sólo colocan en el mercado 10 por ciento de su producción.
Israel Hernández, presidente del Centro Piloto de Árboles de Navidad de Lomas de Tepemecatl, explicó que la única vía de comercialización es la directa, pero, aunque se promueve como atractivo que las familias acudan con sus hijos a seleccionar y cortar su árbol, la mayoría prefiere, por comodidad, adquirirlo en los centros comerciales, donde las especies que se venden son de Estados Unidos y Canadá.
A la altura del kilómetro 12.5 de la carretera Picacho-Ajusco, 20 familias agrupadas en la Sociedad de Solidaridad Social, que desde hace dos décadas dejaron atrás los cultivos tradicionales, abrigan la esperanza de que en la recta final de esta temporada decembrina se coloque la mayor parte de su producción, estimada en 60 mil árboles.
Antonio Eslava Camacho, quien pertenece a una de las cinco familias pioneras en este cultivo en el Ajusco, detalla que llevó ocho años comenzar con el primer corte de árboles de Navidad, cuyo cuidado han aprendido sobre la marcha. “Empezamos con una especie de pino que no tupía mucho, pero crecía rápido. Por abril ya estaba bonito, pero pasó alguien, aventó un cerillo y se quemó todo. Ni hablar, comenzamos de nuevo, pero ya con el vikingo”, agregó.
Ubicado en uno de los puntos de venta más cercanos a la carretera, en una pendiente de la zona montañosa, precisó que para esta temporada tiene, junto con otros compañeros, una producción cercana a 24 mil árboles, pero sólo se alcanza a vender alrededor de 10 por ciento. “Haciendo cuentas de otros años, si hay buena venta logro colocar 400 árboles, que a 300 pesos cada uno, a veces menos o más, según el tamaño, me deja en promedio 12 mil pesos.
“Es difícil, porque es a lo único que dedicamos nuestras tierras, y sólo tenemos oportunidad de recuperar nuestra inversión una vez al año, pero en algo nos compensamos. Antes sembramos maíz, chícharo o haba, pero venía el aguacero y todo se lo llevaba porque el terreno está inclinado; ahora se está nutriendo y no se deslava”, apuntó al señalar que incluso ha comenzado a cultivar otras especies, como el Douglas y el oyamel, para diversificar la producción.
Pero, a otros agricultores como Israel Hernández las pocas ventas menguan sus ánimos. “Ni siquiera hemos ampliado la superficie sembrada, a veces me dan ganas de arrasar con todos los árboles, porque cada año que pasa aumenta su costo y las pérdidas para nosotros”, apuntó tras señalar que con el paso del tiempo, algunos especímenes han alcanzado una altura imposible de ser utilizados como árbol de Navidad.
“Por más que hacemos publicidad de que pueden pasar un rato al aire libre en familia, y disfrutar de los atractivos naturales de la región y degustar platillos tradicionales como las quesadillas o la barbacoa, a tan sólo 40 minutos de la ciudad, la gente prefiere irse al centro comercial, o cuando se anima a venir no quiere caminar y compran los que están lo más abajo posible, cuando para llegar a otros sembradíos hay que internarse en el bosque”, detalló.
Desesperanzado, sólo pidió a la ciudadanía a hacer conciencia de lo que significa comprar un árbol en estas plantaciones. “Contribuimos a la conservación del medio ambiente y a no erosionar el suelo, pero también generamos empleos. Aquí somos 20 familias las beneficiadas, pero si nos va bien contratamos como a 100 personas para ayudarnos en el corte”, puntualizó.