México SA
Cómoda cesión de los recursos energéticos a vampiros trasnacionales
Con trucos, gobiernos lo han hecho por 15 años
Con Calderón no se esperaba que fuera diferente
Con el olfato canino que los caracteriza, partidos políticos y legisladores se dedican a pelear ferozmente huesos y menudencias, aunque desatiendan los intereses nacionales. Y mientras roen las viandas, el gobierno calderonista cómodamente dispone de y “cede” los recursos energéticos a los vampiros trasnacionales mediante “acuerdos verbales”, alianzas “sin documento alguno”, convenios “de colaboración” y pactos “sin carácter comercial”, entre tantos otros trucos semánticos que intentan ocultar el verdadero propósito privatizador al margen de la Constitución.
Así, a lo largo de quince años, y por medio de esos “trucos” el gobierno paulatinamente ha “cedido” el sector energético al capital privado, nacional y extranjero, sin que partidos y legisladores, salvo honrosísimas excepciones, siquiera volteen la vista.
El proceder del calderonismo no tiene por qué ser distinto a sus antecesores en Los Pinos (se compone de los mismos personajes que en esos cinco lustros indistintamente han sido legisladores, dirigentes de partido o integrantes del Ejecutivo federal) y procede en consecuencia, seleccionando para tal propósito a una de las otrora siete hermanitas petroleras, la Royal Dutch Shell, para que, previo “acuerdo verbal”, clave el diente a la exploración y explotación petrolera en el país (ya hizo lo propio en gas natural, refinación y otras actividades), especialmente en el norteño yacimiento del Golfo de México (hoyo de dona).
Entratándose de una trasnacional, ¿puede amarrarse un pacto de “manera verbal” sin “carácter comercial” que cuide los intereses nacionales y respete la Constitución? Petróleos Mexicanos dice que sí, y que por lo mismo la empresa idónea, dado su inmaculado historial (sobre todo con El Águila en el primer tercio del siglo 20 mexicano), es Royal Dutch Shell, y que además existen otras trasnacionales tan comprometidas con México como la citada.
Pues bien, México ya pasó por allí, por esas empresas, sus caprichos, chantajes y excesos, pero insisten. Por ello, qué mejor que don Jesús Silva Herzog (México y el vampirismo petrolero) para documentar de qué se trata y qué está en juego:
“La legislación española separaba claramente la propiedad del suelo de la del subsuelo. Esta legislación estuvo vigente en México desde la Independencia hasta 1884 cuando se expidió el Código de Minería, en el cual se asimiló la propiedad subterránea a la de la superficie. De suerte que a partir de entonces el propietario del suelo lo era también del subsuelo, ‘desde el cielo hasta el infierno’, como escribiera el doctor José María Luís Mora.
“En el año de 1901 se promulgó en México la primera ley del petróleo, colocándose a los propietarios del suelo en condiciones privilegiadas. A continuación se hace una síntesis de las características fundamentales de la citada ley:
“El propietario del suelo lo es también del subsuelo. Pueden hacerse exploraciones y explotaciones en terrenos nacionales, en cuyo caso la compañía deberá dar participación de 7 por ciento de sus utilidades al gobierno federal y de 3 por ciento a los estados en que se hallen ubicados los terrenos.
“El propietario del suelo, que es también dueño del subsuelo de acuerdo con la ley, tiene derecho a llevar al cabo perforaciones si así le parece, sujetándose tan sólo a requisitos insignificantes y fáciles de cumplir. En el caso de que el propietario de un terreno con indicios de contener petróleo en el subsuelo se negase a realizar exploraciones, quedaría sujeto a denuncio y podría adjudicarse al denunciante mediante convenio entre las partes.
“Se concedían franquicias especiales en materia de impuestos a las empresas petroleras: de importación de maquinaria, de exportación de petróleo crudo y derivados, de barra y anclaje, etcétera. Obviamente, si se exploraba y perforaba en terrenos de propiedad privada desaparecía la participación de utilidades al gobierno federal y a los estados.
“… Sobre las bases que arriba se indican se celebraron los contratos en 1906 con Pearson & Sons, luego traspasado a la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, y con la Huasteca Petroleum Company en 1908, traspasado en 1922 a la Standard Oil Company de Nueva Jersey.
“…El presidente de la República (Lázaro Cárdenas) citó el 2 de septiembre (1937) en su despacho del Palacio Nacional a representantes de las compañías (petroleras) y a los peritos, algo así como un careo entre unos y otros. Al comenzar la junta el gerente de la compañía Mexicana de Petróleo El Águila, un caballero inglés impecablemente vestido, tomó la palabra y dijo, entre otras afirmaciones, que su compañía era mexicana y no era cierta nuestra afirmación de que era subsidiaria de una entidad extranjera. Llegué muy bien preparado. Saqué de mi portafolio un periódico financiero londinense y leí, traduciendo al español, un informe de la Royal Dutch Shell correspondiente al año de 1928 en el cual se decía: ‘Nuestra subsidiaria, la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, ha obtenido buenas utilidades durante el último ejercicio...’ Se añadía que para evitar el pago de impuestos elevados se decidió dividir las acciones de 10 pesos en una de 4 de El Águila de México y otra de 6 de una nueva compañía El Águila del Canadá. Había otra Águila. The Eagle Shipping Company, a la que El Águila de México vendía sus productos por debajo de los precios del mercado, trasladando de esta manera el pago de impuesto por concepto de utilidades de México al gobierno de su majestad británica. El caballero inglés se puso muy nervioso y quiso interrumpirme. El general Cárdenas lo detuvo diciendo: ‘Deje que termine el señor’. De la confrontación salieron mal parados los representantes de las empresas. Al terminar, el Presidente me acompañó hasta la puerta de su despacho y me dijo ‘Lo felicito’…”.
Ahora Calderón felicita a Jesús Reyes Heroles González Garza, pero por hacer exactamente lo contrario.
Las rebanadas del pastel
Cuando el cardenal Norberto Rivera habla de “verdaderos prostitutos de la comunicación…”, ¿se refiere a los barones de los medios y a sus gatos de angora “en defensa de la libertad de expresión”?