Su lucha ofrece una alternativa al mundo, afirma el escritor John Berger
Crucial, la participación social para frenar las amenazas contra zapatistas
“Si viviéramos en un entorno de justicia pasaría el resto de mi tiempo dibujando flores”
El sensacionalismo de los medios masivos nada tiene que ver con la realidad, sostiene
El escritor británico John Berger, una de las voces más comprometidas del mundo, regresó de Chiapas con una urgencia: contar que “la amenaza actual que pende sobre los zapatistas es extremadamente grave y cercana” y, por tanto, “la participación de la sociedad civil es absolutamente crucial. Quizá más importante que nunca”.
Así lo reiteró a La Jornada el pasado jueves por la noche, durante una plática con reporteros y colaboradores.
“Ustedes conocen más sobre Chiapas y los zapatistas que yo”, aclaró el narrador. “No soy yo quien deba hablarles acerca de los paramilitares y los campamentos militares”. Con mucho cuidado fue buscando las palabras para decir lo que considera de vital importancia: “El movimiento zapatista es, históricamente, muy significativo”.
Berger llegó apenas esta semana de Chiapas, donde participó en el simposio internacional Planeta Tierra, en San Cristóbal de las Casas, y visitó Oventic.
“Sé que muchos se molestaron” por la posición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ante las pasadas elecciones, “sobre todo luego de conocer los resultados, aunque creo que jugó un papel mucho menor que el fraude.
“Pero supongamos que el lenguaje y los términos en que Marcos se refirió a (Andrés Manuel) López Obrador fueron un error. Quizá tras la elección el error parecía grave, pero intentemos poner lo que han hecho los zapatistas en una perspectiva de largo plazo”. Y lo describió así: “Son una forma alternativa de pensar políticamente, de tomar decisiones, de hablar y de escribir políticamente. Esta demostración ofrece nuevos caminos en todo el mundo, no sólo en su país; sería terrible que esa iniciativa, sólo por un error político, fuese eliminada”.
Lo que los zapatistas han hecho es semejante a “llegar a un pequeño archipiélago: si lo seguimos nos llevará a un continente. Un nuevo continente de una realidad política y social que –más que cualquier otro discurso político– es opuesto fundamentalmente a la tiranía en la que vivimos.
“Para que ese archipiélago lleve al continente, ¿cuántos kilómetros faltan? ¿Cuántos años? ¿Diez? ¿Veinte? Quizá un siglo”, pero “un error político no puede impedir hacer todo lo posible por evitar la inminente eliminación, que está cuidadosamente planeada”. Así que, como “el viajero que viene de lejos, esta es la única cosa que realmente quiero decirles; ustedes son los escritores.”
“Hablando políticamente –aunque me parece estrecho reducirlo a lo político–, lo esencial es elegir actuar. No en relación con un futuro deseado, sino en relación con el aquí y el ahora. No actuar es vergonzoso; cuando uno se acostumbra a causar vergüenza pierde la capacidad de actuar”.
Periodismo y migración
Berger, quien vive desde hace décadas en un pueblo francés, es reconocido como uno de los historiadores culturales más prominentes de nuestros tiempos. También es poeta y novelista.
Cuando llegó a las montañas francesas, poco a poco se ganó la confianza de los campesinos. “Trabajaba con ellos; era un idiota sin remedio y ellos los expertos”, señaló. “Los escuché platicar y cantar, y los observé trabajar. Mis años con ellos son la única universidad a la que fui”.
–De todas las disciplinas que practica, ¿cuál prefiere?
–Si viviéramos en un mundo de justicia pasaría el resto del poco tiempo que me queda dibujando flores.
Berger ha dedicado gran parte de su vida a escribir sobre migración y así la define: “es el resultado inevitable del progreso tecnológico, sistemáticamente impuesto, tanto económica como políticamente, por el capitalismo neoliberal tiránico, además de que arruina tanto la agricultura como las áreas rurales”.
Sobre periodismo también arriesgó una opinión: “La gente intenta darle sentido a su vida escuchando y repitiendo historias (…) Uno debería resistir el sensacionalismo de los medios masivos de comunicación, que nada tiene que ver con los dramas reales, que son múltiples y muchas veces dolorosos. Compartirlos mediante nuestra escritura es más importante; compartir el dolor es una de las cosas profundas que unen a la gente, y el dolor no es opuesto a la esperanza”.