Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte
Ampliar la imagen Protesta de integrantes de varias organizaciones frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el pasado 4 de diciembre, luego de conocerse el fallo del máximo tribunal en contra de la periodista Lydia Cacho, quien denunció violaciones a sus garantías constitucionales por parte del góber precioso, Mario Marín, quien resultó favorecido Foto: Jesús Villaseca
“Suprema Corte, Suprema Corte, violación a los derechos humanos.”
–¿Habrá como 400 personas? Yo creo que sí…
–Si no vinieron más es por la Navidad…
–Se ven bonitas las nochebuenas pegadas a la banqueta de la Alameda.
Al pasar, miro la pista de hielo instalada por el gobierno de Marcelo Ebrard. Está amurallada. Sólo pueden verse las gradas de los espectadores.
–¿Y no les cobran? –le pregunto a mi vecina.
–Sí, creo que sí, poquito pero cobran.
–¿Los patines o qué?… Están limpiando la parte superior de Palacio Nacional. ¡Qué padre!
–¡Qué bueno que los pobres disfruten las diversiones de los ricos! –se entusiasma mi vecina.
Una mujer baja de la acera y se acerca: “¿Qué está pasando? ¿Por qué protestan?”
–¡Es por Lydia Cacho! ¡Es por Lydia Cacho! Denunció a los pederastas en su libro Los demonios del Edén, la encarcelaron y el 29 de noviembre, la Suprema Corte de Justicia falló en su contra en vez de hacerlo en contra del gobernador de Puebla, Mario Marín.
–Me voy con ustedes, yo también sé mucho de explotación sexual y no quiero que México se convierta en el paraíso de los pederastas.
–Sí, eh… “Lydia somos todos”.
–En México, 85 mil menores son usados para producir pornografía infantil y 25 mil explotados sexualmente.
“¡Justicia sí, pederastas no!” –grita una muchacha.
Jesusa Rodríguez: “Estamos aquí saludando a niñas y niños valientes, un aplauso muy grande (aplausos y gritos) para las personas que van a hacer de México un país diferente. Tenemos presencia de chiquitos y chiquitas desde seis meses, un año y hasta 10 y 15 años”.
“¡No están solos, no están solos, no están solos!”, “¡recorte, recorte, a la Suprema Corte!”
Jesusa: “El segundo y gran reconocimiento que queremos dar hoy es a esa luchadora extraordinaria que ha cambiado la faz de nuestro país con su defensa de los niños y las niñas: Lydia Cacho (gritos y aplausos). ¡Todos somos Lydia! –vocea mi vecina y los manifestantes corean de nuevo: “¡Todos somos Lydia! ¡Todos somos Lydia!” Quiero informarles que están con nosotros grupos feministas que afirman que el juicio de los seis ministros de la Corte deja a la niñez mexicana en estado de indefensión.
“¡Lydia, escucha, el pueblo está en tu lucha!”
Jesusa: “Nos acaba de decir Elena que Lydia necesita de nuestra energía, que le mandemos toda nuestra fuerza así que desde aquí se la hacemos llegar”.
“Toda nuestra fuerza para Lydia Cacho”, “no estás sola, no estás sola”. “Toda nuestra fuerza para Lydia Cacho”.
–Que nadie aviente un huevo ahora, sólo al final vamos a hacer una rociada de huevos a la Suprema Corte (“Sí, sí”, gritos y aplausos: “¡Huevos, huevos, huevos!” sonrío al pensar que México es el primer consumidor mundial de huevo: casi 22 kilos por cabeza al año, según la encuesta Gallup). Y ese acto simbólico se va a hacer con huevos podridos para que sepan que allá adentro están más podridos que lo que les vamos a echar. (“¡Preparen, apunten, huevos”!) Apunten hacia las fotos amplificadas de los jueces que manchan la justicia de nuestro país y están recargadas en la puerta.
“¡Que renuncien, que renuncien!” “¡Qué vergüenza!” “¡Justicia, justicia, justicia!”
Un cartel advierte: “Suprema Corte de Injusticia corrupta versus Lydia Cacho”; “calificación: 0”.
Jesusa: “Esta es una convocatoria totalmente ciudadana, entonces vamos a escuchar la voz de la gente que quiere decirnos algo. Voy a pasarle el micrófono a esta señora”.
“El que apoya o exonera o solapa a un delincuente, es su cómplice. Mario Marín es cómplice de los pederastas.”
“¡Culpables, culpables!” “¡Pederastas, pederastas!”
Pienso en Lydia Cacho que dice que quienes compran a jueces y magistrados son los grupos de poder y quienes están vinculados con el crimen organizado. Pienso en Lydia, en su rostro grave, en la expresión seria de sus ojos oscuros, en lo que ella tiene de Pessoa, de Saramago, de Tabucchi, en el Portugal de sus ancestros. Seguramente le heredaron su valentía.
Jesusa: “Vamos a escuchar a otro ciudadano que trae un cartel que dice: ‘Presidente Felipe Calderón, ¿tú qué vas a hacer? Lydia Cacho te apoyamos. Suprema Corte de Injusticia Corrupta contra Lydia Cacho’.
“Sabemos que hay pederastas que en el nombre de Dios violan a los niños en México y ésos –señala la Catedral– no pueden quedar impunes.” (Aplausos)
“Renuncien, renuncien.”
Sube una mujer joven con una niña en brazos: “Denuncien, denuncien, denuncien, denuncien, hombres y mujeres por favor denuncien, pido su apoyo para mi hija que a los dos años y ocho meses fue agredida sexualmente por su padre y no se nos ha hecho justicia, no se nos ha abierto ninguna puerta, por favor ciudadanos ayúdenme y ¡denuncien, mujeres, denuncien! Mi hija ahora tiene cuatro años, mírenla, la averiguación previa está por resolverse después de un año siete meses, yo no puedo permitir que mi hija vea a su padre porque fue su agresor, ¡pido justicia ante las autoridades!”
“¡No están solas! ¡No están solas!”
La mujer llora y se limpia las lágrimas con la mano izquierda. Con la derecha abraza a su hija.
–¡Qué gran vergüenza!
“El hombre consciente ama y defiende al niño” –corean.
“Lydia Cacho, perseguida por documentar”, escribió El Fisgón.
Jesusa: “Ciudadanas y ciudadanos, necesitamos hacernos todos hacia atrás para permitir que los niños queden adelante y avienten los primeros huevos. ¡Los niños son primero!”
“¡Los niños son primero, los niños son primero!” “Un saludo para los magistrados”. La rechifla se desboca en mentadas de madre.
Unos niños, cada uno con su botella, vierten coñac sobre las pancartas de los jueces recargadas en la puerta de la Suprema Corte. “En este momento, los magistrados se están atascando de coñac corriente porque ni siquiera se merecen nada fino –explica Jesusa. Los niños rocían el coñac del góber precioso encima de los jueces”. “¡Que se haga para atrás la prensa si no quiere que le toquen los huevos!”
–¿Quién trae los huevos?
–Dentro de un momento les echaremos huevos podridos. ¡Todavía no los tiren, todavía no! –Jesusa levanta los brazos.
“Señores ministros, ustedes son un estorbo para el desarrollo de la infancia, tengan vergüenza, váyanse.”
“¡Ahora sí, preparen, apunten, huevos!” –ordena Jesusa.
Una treintena de huevos se estrellan contra la puerta.
“¡Muy bien!”
“¡Preparen, apunten, huevos!” y otra vez se estrellan docenas de huevos sobre la puerta de la Suprema Corte.
“¡Que renuncien, que renuncien!”
“¡Huevos, huevos, huevos!”
“El pueblo, unido, jamás será vencido.”
“Sí se puede.”
“Ya basta, ya basta, de tanto pederasta”.