El despertar
Buenos resultados en tiempos difíciles
Ha sido un año duro para AMLO y su movimiento. Las fuerzas conservadoras han formado de hecho un gobierno de coalición entre el PRI y el PAN. En el Congreso incluso las fracciones perredistas se han opuesto a la mayoría de sus iniciativas. Pocos gobernadores del PRD han guardado distancia con Calderón. La clase política en general pareciera dispuesta a negar la posibilidad a AMLO de ser un competidor político temible. Los medios y el alto clero se han asociado para continuar la campaña negra emprendida contra el tabasqueño en 2006.
Sin embargo, Calderón no lo ha vencido, no ha podido reducir a su movimiento en un factor marginal como logró Salinas con el cardenismo entre 1989 y 1991. AMLO ha entendido que no podía optar por la violencia y que tenía que moderar la resistencia civil para no causar daños brutales a la sociedad. Ha preferido ir a su base fundamental para construir de ahí una nueva ofensiva y lo ha hecho bien. Casi 2 millones de personas se han registrado en su movimiento. Su teleprograma de madrugada, su único espacio en la televisión, ha llegado a tener audiencia de un millón 600 mil personas. Ha visitado más de mil municipios y ha constatado que en todos hay grupos obradoristas. La mayoría espontáneos.
Ningún político tiene recursos semejantes. Calderón no se puede presentar en público sin ir acompañado de un batallón de guardaespaldas. Después de un declive, Andrés Manuel ha tomado rumbo y 27% de la población dice estar de acuerdo con él. Cuando la popularidad y la confianza por Calderón están claramente a la baja a pesar de más de 2 mil millones invertidos en propaganda.
Ha triunfado la resistencia. La derecha mexicana, una de las más reaccionarias del mundo, no ha podido borrar a AMLO del escenario. Hoy es una figura pública importantísima. Aunque se le niega y se le calumnia, impone su presencia y su agenda. El gobierno y los partidos van a la zaga de sus planteamientos. En un país de monopolios, él tiene un monopolio virtual de la oposición. Es el único que actúa como un verdadero opositor señalando los peores defectos del gobierno de Calderón.
Además el ex jefe de Gobierno del DF ha hecho aportaciones trascendentales a la vida pública. Para empezar ha puesto el dedo en la llaga del peor problema de México: la desigualdad. Está despertando una conciencia en las masas de cuál es la razón por la que no crece el país que socava la cohesión social. A pesar de que la mayoría de los políticos y los intelectuales están esquivando el tema, pronto la opinión pública tendrá que afrontarla.
Sin su activismo y capacidad organizativa las tendencias salvajes y ultra radicales en una sociedad agraviada habrían estallado. El PRI y el PAN estarían dispuestos a establecer una fórmula para alternarse indefinidamente en el poder sin cambiar las políticas que favorecen a los intereses de la oligarquía. AMLO ha propuesto una alternativa al gobierno conservador y a la decadencia de la política. Ha reintroducido la épica en nuestra vida pública. Su hazaña es luchar sin prisa ni pausa para crear una verdadera alternativa sin la cual la democracia mexicana quedaría como un propósito histórico quebrado.