El pintor e impresor inaugura muestra en la estación Chabacano del Metro
Emilio Payán invita a no quedarse en el rencor ni en la falta de apoyo a los artistas
No estacionarse es una propuesta “para avanzar y buscar nuevos espacios”, adelanta
Mediante 44 obras, entre cuadros, esculturas y objetos, establece contacto con la ciudad
Ampliar la imagen La exposción de Emilio Payán, quien se define como un “adicto” a la ciudad, tanto de día como de noche, permanecerá todo el mes de febrero en la estación Chabacano del Metro Foto: Luis Humberto González
No estacionarse es el título de la exposición de Emilio Payán, que hoy se inaugura a las 13 horas en la estación Chabacano del Sistema de Transporte Colectivo Metro, la cual apela al tema urbano que tanto apasiona a este pintor e impresor, director del taller de grabado Tiempo Extra Editores.
Pero también insta a no quedarse en “el pasado, el enojo, el rencor, en la economía quebrada, en la falta de apoyo a la mayoría de los artistas, en las galerías que son elitistas y sectarias, sino avanzar y buscar nuevos espacios”.
Para Emilio Payán no hay que estacionarse en lo mismo, sino hacer cosas diferentes con un mismo estilo.
Al respecto, expresa: “No siento tener influencia de nadie más que de la propia ciudad. Es un juego que he inventado. Si tuviera alguna influencia sería del pintor austriaco Hundertwasser, cuya obra conocí después de empezar a pintar”.
Más bien su influencia viene de las tiras cómicas, de los Pica Piedra y Don Gato: “Me gustan mucho los edificios que aparecen en el fondo de las caricaturas. De allí saco ideas, pero más bien la propia ciudad me da las ideas.
“Veo cosas, llego a mi estudio y trato de hacer lo mismo que vi en la calle. Después, regreso las cosas a la ciudad. No pretendo ser conceptual, ni nada, simplemente es mi juego que hago siempre mediante la pintura”.
La primera vez que Payán visitó Nueva York, se entusiasmó tanto con los edificios que de regreso a México se puso a pintarlos en forma autodidacta. Después de una década, siente que su pintura ha madurado, los edificios, inclusive, son diferentes, porque los hace con “más calma”.
Urbe que tiene lo suyo
Con No estacionarse, compuesta por alrededor de 44 obras, entre pintura, escultura y objetos, Payán establece un contacto todavía más directo con la ciudad, sus calles, coladeras, topes y letreros. Explica que todo partió de los topes, y tiempo después del cuadro Edificios con Metro, que es “muy alegre, muy colorido, al que le he pegado espejitos, a manera de collage”.
En la época de la construcción de los “segundos pisos, se levantaron cantidad de topes. Me llevaba uno cada vez que iba por mis hijas a la escuela. Los junté y los soldé”.
La muestra también comprende varias láminas con la señal de no estacionarse, que han sido intervenidas con pintura por el artista.
Emilio Payán se define como un “adicto” a la ciudad, tanto de día como de noche. Reconoce que es “muy caótica y muy insegura, pero tiene lo suyo. Me gustan mucho las imágenes que veo, los letreros, los anuncios. Es como muy fosforescente”.
Ha trabajado con la luz neón tanto en un semáforo/objeto como en el ex voto Vive la vida. La base del semáforo está invadida por pequeños coches, que se suben como si fueran hormigas, porque “uno sale de su casa y lo primero que ve son automóviles moviéndose por todos lados”.
La “adicción” de Payán a la ciudad queda de manifiesto en el cuadro Carretera. Explica: “Pavimentaban mi calle con máquinas de chapopote. Las vi, salí con una tela y le pedí al operario que le echara. Quedó una plasta de chapopote encima de la tela; luego, le pegué una coladera y le pinté rayas. Quedó como un cacho de carretera que hice mío y puedo llevar a cualquier lado”.
No estacionarse permanecerá montada todo el mes de febrero.