En Guantánamo, presos mueren de males curables
Karachi, 6 de febrero. Saifullah Paracha, ciudadano paquistaní prisionero desde septiembre de 2004 en la base militar estadunidense de Guantánamo, Cuba, sufre problemas cardiacos y podría morir si no recibe atención especial, aseguró su abogado.
“El gobierno de Pakistán no puede permitir que esto continúe”, dijo a Ips Zachary Katznelson, del estudio jurídico británico Reprieve. “Si no se le otorga tratamiento médico de inmediato, Paracha morirá; tiene 60 años y sufre de fuertes dolores en el pecho y problemas respiratorios. Muchos de sus parientes murieron a causa de enfermedades cardiacas a esa edad. Existen los medios para mantenerlo con vida, pero el gobierno de Estados Unidos no lo ayudará. Pakistán debe intervenir”, señaló.
Paracha, uno de los seis paquistaníes presos en Guantánamo, es empresario y filántropo. Desapareció en julio de 2003 durante un viaje de negocios a Bangkok. Su familia luego supo que fue llevado a la base aérea de Bagram, en Afganistán, donde estuvo detenido 15 meses, y después enviado a Guantánamo. Hasta el momento, cinco prisioneros han muerto en ese centro de detención. El último de ellos fue Abdul Razzak, de 68 años, en diciembre.
“Estados Unidos dice que murió por un cáncer de colon, que es tratable si se detecta tempranamente. También afirma que se investigaron tres de esas muertes durante un año y medio, pero jamás se difundieron los resultados. Han estado investigando el cuarto caso desde mayo de 2007, pero ninguna información se ha hecho pública”, comentó Katznelson.
Según Cageprisoners, ente humanitario con sede en Londres, varios detenidos en Guantánamo están enfermos de gravedad. La lista incluye, entre otros, a Abdul Hamid Ghizzawi, libio que enfermó de sida en esa base a causa de una transfusión de sangre, Sami Haj, camarógrafo de la cadena de noticias Al Jazeera, quien orina con sangre, y Abdulkhaliq Baidhani, yemenita que perdió un ojo y está quedando ciego del otro.
Caja de acero
Katznelson, quien vio a Paracha por última vez el 18 de enero, afirmó que lo mantienen encerrado en una “caja de acero” de dos por tres metros durante 22 horas al día. Sólo le permiten salir durante dos horas, a las 6 de la mañana o a la medianoche.
“Puede pasar semanas sin ver el sol, aunque su celda está permanentemente iluminada con monstruosas luces de neón. Sólo le dan para leer un libro a la semana y no le permiten hablar por teléfono con su familia ni recibir visitas, salvo las de sus abogados. Las cartas tardan en llegar entre seis y nueve meses y están fuertemente censuradas”, dijo Katznelson.
Según el abogado, Paracha podría necesitar una cirugía a corazón abierto. El año pasado, el gobierno estadunidense ofreció tratarlo en Guantánamo, pero Paracha se negó porque las instalaciones eran “inadecuadas y riesgosas”. Reclamó que lo enviaran a un hospital adecuado para cardiacos.
Según Katznelson, existió otra razón. “Cuando Paracha le preguntó al médico que iba a atenderlo en Guantánamo si lo veía como a un enfermo o un enemigo, la respuesta fue ‘enemigo’”, señaló.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, I. A. Rehman, criticó al gobierno de su país. “Considera que cada ciudadano que tiene problemas legales en el exterior debe ser ignorado”.