Afirma el historiador Jean-Pierre Berthe que debe revalorarse a Iturbide
México no ha integrado su legado español en la construcción del país
Al lado de Cuauhtémoc, Cortés funda la nación mexicana, afirma
La celebración del bicentenario, “tirada de los pelos, la Independencia fue en 1821”
Ampliar la imagen El historiador francés Jean-Pierre Berthe Foto: Guillermo Sologuren
Ahora que se acercan las conmemoraciones por el bicentenario del inicio de la Independencia, México debería mirar en su historia y revalorar el papel de Agustín de Iturbide, señala el historiador francés Jean-Pierre Berthe, especialista en historia novohispana, quien advierte que los mexicanos aún no hemos integrado por completo la herencia española en la construcción de la nación.
Casi dos siglos después del inicio de la lucha de Independencia “una de las realidades de México que todavía no se ha integrado a la conciencia mexicana es que al lado de Cuauhtémoc, Hernán Cortés es también un fundador de la nación mexicana: al fin y al cabo cuando se vitupera a Cortés se hace en español, no en náhuatl o en purépecha. México se construyó a partir de 1810 en contra de España, pero Hidalgo, ¿era mestizo o indio? Era blanco puro, se puede decir. Morelos sí, él era una mezcla de todas las sangres”.
México, añade, “es un país joven, al fin y al cabo van a celebrar el segundo siglo de la Independencia, que creo es una celebración un poco tirada de los pelos, porque la Independencia no tuvo lugar en 1810 sino en 1821, y además no fue Hidalgo quien la realizó, sino Iturbide.
“Se tendría que hablar más de Iturbide, y eso totalmente fuera de una visión política. La historia hace que el realizador de la Independencia sea Iturbide no Hidalgo. Sin Hidalgo, Iturbide no hubiera realizado lo que hizo, pero sin Iturbide quién sabe lo que hubiera pasado, no hay que imaginar la historia de un país. México es una nación joven y compleja, pero todos los países son complejos”, señala Berthe, cuya relación con la historia de México nació al ver una película de la época de oro del cine mexicano María Candelaria.
Dentro de esa complejidad, continúa el autor de De las Indias occidentales a América Latina, podemos decir que Francia tiene 2 mil años como nación mientras que México es un país joven, complejo y que todavía se está construyendo.
“De la misma manera que nosotros nos decimos a la vez francos, galos y latinos, ustedes tienen una raíz indígena –que no quiere decir aztecas, que era un grupo entre tantos– y tienen también una raíz española, además por supuesto de las influencias que les han llegado de Europa, a través de Francia o de su vecino Estados Unidos, que es dormir con un elefante, se mueve de buena voluntad pero aplasta (eso lo dijo un canadiense).”
País joven y complejo, sí, y tiene la tarea de no satanizar la herencia española. “Eso es lo que pienso, sin meterme. No les estoy diciendo a los mexicanos lo que deben hacer, eso es asunto suyo, yo lo veo desde el exterior, que es una pequeña ventaja”, subraya el ex director del Institut des Hautes Etudes d’Amerique Latine (1977-1982), y quien radicó en México entre 1953 y 1960, periodo en el que convivió con historiadores mexicanos y fue maestro de muchos de ellos.
Es cierto que México tiene una variedad regional muy diversa, que hay una unidad mexicana indudable, “pero la integración va a tomar más tiempo, y en esta integración hay que sumar la tradición española. Lo que hacen los mexicanos cada día, sin quererlo o sin saberlo es el hecho de que hablan castellano”.
No se trata de poner etiquetas de buenos o malos, aclara, porque eso es moral y “la moral en historia no sirve. Además, como se dice, la historia la escriben los vencedores, pero después los vencidos ya no eran tales. En México la diferencia ya no es entre vencedores y vencidos, sino entre ricos y pobres”.
Para Berthe la ventaja de ser un extranjero estudioso y apasionado de la historia de México es que “los ojos son diferentes, los anteojos son diferentes, lamento que no haya mexicanos que se hayan interesado en la historia de Francia, cosa que sí hizo un grupo de estadunidenses, que trataron temas que a veces los franceses habíamos dejado a un lado”.
Hoy el papel del historiador es limitado, reconoce, “pero debe tratar de infundir objetividad en la visión del pasado, porque todos los partidos políticos están rescribiendo la historia de la manera que les conviene para su futuro político, eso es cierto en todas partes. Tal vez en América Latina es un poco más fuerte.
“Es cierto que en el acercamiento de las personas a la historia, la escuela tiene un papel fundamental; pero es el poder político el que fabrica, organiza o elige los programas que se van a enseñar. Por ello el historiador debe tratar de entender y, sobre todo, decir la verdad, una verdad que puede cambiar, porque las sociedades cambian; el historiador es parte de la sociedad, no somos jueces a la mano derecha de Dios todopoderoso y que dicen eso es cierto, eso no es cierto.”