El miedo
El contexto político del país se ha ido enrareciendo por una razón fundamental: el gobierno de Felipe Calderón tiene miedo del pueblo mexicano ante sus posibles reacciones por las políticas antipopulares y antinacionales que está tratando de imponer para favorecer a los grupos a los que les está pagando facturas por el fraude.
1. El gobierno de facto de Calderón tiene miedo, y es eso y no otra cosa lo que explica el endurecimiento del marco autoritario neoliberal, ya de por sí urgido del autoritarismo, con la presencia del Ejército en las calles, la reforma penal violatoria de los derechos humanos, el encarcelamiento ilegal de dirigentes sociales y la campaña propagandística cada vez más desbocada que llevan a cabo Televisa, Tv Azteca y las emisoras de radio, mintiendo sobre la realidad y violando el derecho a la información.
2. Los panistas han actuado con miedo desde los inicios del sexenio porque: a) saben bien que representan los intereses de una ínfima minoría, a la que están respondiendo pagándole por la ayuda que les brindó para llegar ilegalmente al poder, y b) porque entienden que con sus políticas están lesionando seriamente a los mexicanos y atentando contra el futuro independiente de la nación.
3. El equipo de Calderón se ha frenado en cantar victoria luego del gasolinazo y ante los avances que ha tenido en los procesos de privatización del IMSS y del ISSSTE, porque aún no puede responder al capital trasnacional en lo que constituye el principal reclamo histórico de éste: la entrega total del sector energético, y en particular de Pemex, modificándose las leyes a fin de poder tener esos consorcios todas las garantías y la seguridad jurídica. Y no ha podido porque tiene miedo.
4. Las dudas de Juan Camilo Mouriño y de los operadores de Calderón de cómo instrumentar la contrarreforma energética se deben al difícil contexto en el que tiene dos obstáculos, uno menor pues: a) en el PRI prevalece la tesis de que hay que proseguir con el escenario de la simulación y privatizar de hecho sin hacerlo de derecho, es decir, sin cambiar la Constitución, o en otras palabras privatizar diciendo que no se está haciendo, pero uno mayor es b) la ofensiva de Andrés Manuel López Obrador y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que sostienen con una razón histórica irrefutable que hay que defender a ultranza el petróleo en manos de la nación pues es la espina dorsal de la economía mexicana.
5. El proceso de aceleración de la privatización de Pemex no se puede ocultar en el México del siglo XXI repitiendo una y otra vez, como lo están haciendo los responsables del gobierno calderonista espurio, que Pemex no se va a privatizar, cuando en los hechos se ha estado privatizando desde los años de Carlos Salinas de Gortari y en este sexenio se ha acelerado de manera escandalosa esa privatización de hecho, que no de derecho, la que se niega en el discurso pero se lleva a cabo dócilmente en los hechos.
6. El gobierno espurio de Felipe Calderón no puede ignorar que es ya culpable por su política petrolera del delito de traición a la patria, porque ha acelerado la privatización de Pemex: a) profundizando la entrega de la petroquímica básica al capital extranjero al fortalecer la reclasificación tramposa de productos básicos como “secundarios” y al acelerar el control de los consorcios extranjeros de la casi totalidad de las plantas; b) continuando con la práctica que es anticonstitucional, tal y como lo estableció la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de subcontratar a corporaciones trasnacionales para áreas que Pemex argumenta no poder atender y que han ido del mantenimiento, la distribución y el transporte a la exploración, la perforación y la comercialización, por medio de los llamados “contratos de servicios múltiples”; c) tolerando las prácticas de corrupción para saquear a la paraestatal en beneficio de sus allegados, y d) prosiguiendo las políticas de abandonar el mantenimiento de la empresa.
7. Las declaraciones hechas por Felipe Calderón ayer en California al concluir su desastroso viaje por Estados Unidos (14 de febrero), repitiendo por enésima ocasión que “Pemex no se va a privatizar”, no son por consiguiente más que un intento adicional por ocultar la realidad y no se pueden ver más que como una burla a los mexicanos, tanto o más que las declaraciones del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que pretende que no hay proyecto alguno de privatización (12 de febrero), cuando el proceso de privatización lleva tres sexenios y los detalles del proyecto actual se han hecho públicos incluso en los diarios (La Jornada del domingo 3).
8. El gobierno espurio calderonista sabe bien que una iniciativa de esta envergadura no puede ser aprobada en las cámaras si no se confunde y engaña a los mexicanos sobre su naturaleza, de ahí que la campaña de desinformación actual tienda por un lado a negar que se vaya a privatizar a Pemex y por el otro que se busque engañar presentando una empresa paraestatal al borde del colapso financiero y sin recursos, cuando Pemex ha generado en los últimos año los mayores ingresos de su historia.
9. La nueva embestida mediática contra Andrés Manuel López Obrador, que incesantemente ha demandado se abran espacios de discusión en los medios sobre el futuro de la industria petrolera, no hace más que confirmar por eso que el gobierno entiende cuál es la fortaleza del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, y que el gobierno ilegítimo tiene miedo del pueblo mexicano.
10. Las cosas, como resulta evidente, se le van a complicar a Calderón. El pueblo mexicano, que durante largos periodos de su historia ha sido sometido a regímenes autoritarios y minoritarios como el actual, y está ahora siendo vejado y agraviado sin límites por los panistas en el poder, no desconoce su verdadera fuerza, la que en momentos decisivos de la historia lo ha llevado a irrumpir en ésta e impulsar en ella drásticos virajes, y ese momento parece estar llegando.