Usted está aquí: lunes 18 de febrero de 2008 Cultura Recibe Amparo Dávila reconocimiento en Bellas Artes por su carrera literaria

Sus cuentos demuestran que el misterio fascina y el terror paraliza: Enzia Verduchi

Recibe Amparo Dávila reconocimiento en Bellas Artes por su carrera literaria

Llama el titular de literatura del INBA a reditar los tres libros de relatos cortos de la autora

Carlos Paul

Ampliar la imagen Amparo Dávila, durante el homenaje Amparo Dávila, durante el homenaje Foto: María Meléndrez Parada

Considerada una de las cuentistas mexicanas más notables de la segunda mitad del siglo XX, Amparo Dávila (Pinos, Zacatecas, 1928) recibió este domingo un homenaje por sus 80 años de vida, así como un reconocimiento a su “breve, pero profunda” obra literaria, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Cuando era niña, el sueño de Amparo Dávila era ser alquimista, para transformar las flores en perfume y los pedernales en oro. Más tarde se abocaría a transformar en cuentos sus reflexiones sobre los temas que para ella son los grandes misterios de la vida y que conforman su literatura: el amor, la locura y la muerte.

Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Arboles petrificados (1977) son los títulos con los que Dávila “ha demostrado que en un cuento de buena manufactura el misterio fascina y el terror paraliza, conceptos que se conectan en cada uno de sus relatos.

“Saber, intuir e imaginar se conjugan en la producción literaria de la autora”, apuntó Enzia Verduchi, titular de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, quien consideró que los cuentos de Dávila siguen sorprendiendo a las nuevas generaciones, “por lo que su obra debe ser reditada y recordada para cumplir con las exigencias de los nuevos lectores”.

En el acto, Javier Báez, Evodio Escalante y Alberto Chimal comentaron y analizaron la obra narrativa de la escritora. Chimal, tras expresar que Dávila es una de nuestras cuentistas “más sutiles y extraordinarias”, destacó que en sus historias “nunca hay la ruptura violenta de una imagen para que otra más extraña o caprichosa se revele.

“Lo presuntamente objetivo está en contacto permanente con lo presuntamente subjetivo. Suple lo ‘real’ con una ‘irrealidad’ que se cierra sobre sí misma, la cual se deja leer como una distracción, incapaz de afectar las certidumbres que nos permiten una existencia sosegada. Este proceso es más arduo y meritorio de lo que parece”, explicó Chimal.

En su intervención, León Guillermo Gutiérrez mencionó que entre las afinidades literarias de la escritora zacatecana se encuentran autores como Francisco Tario, Juan José Arreola, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Franz Kafka.

En los cuentos de Dávila, “la acción transcurre en espacios cerrados, oscuros, o si son abiertos se convierten en escenografías lúgubres, microcosmos donde el horror agazapado lanza de repente el zarpazo. Dávila apela a la acción rápida; los diálogos son mínimos o integrados a la trama. Son cuentos, también, impregnados de la ternura del amor, pues parten de las minucias de la vida cotidiana”.

Mucho se ha insistido en que su obra pertenece al género fantástico, empero, destacó Gutiérrez, “es más pertinente decir que ha hecho uso de seres fantasmales para reforzar la realidad. Lo fantástico es un recurso para reafirmar la realidad, es parte de la historia que se construye con lo no dicho. Así, fantasía y realidad se convierten en una sola cara de la moneda”.

Para concluir, su hija Luisa Jaina Coronel Dávila, de manera espontánea, reiteró el amor profundo que le tiene a su madre, como mujer y escritora, quien de ser “una niña ensimismada y tímida se convirtió en una mujer virtuosa, con un interior mágico”. Amparo Dávila, autora también de tres libros de poesía, tras agradecer el homenaje, expresó: “He vivido el quehacer literario como una parte de mí misma, como una necesidad ineludible de expresión. Nunca como una fría y rutinaria profesión, sino como una larga y terca pasión, hacia la cual he sido una amante inconstante, pero fiel”.

 
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