La apertura agrícola agravará la pobreza, señala en informe que entregará a Sagarpa
Los campesinos, víctimas de monopolios con la complacencia del gobierno: Iglesia
La migración parece ser la única vía de escape ante esa problemática, afirma
México vive desde hace décadas un abierto desinterés en el diseño y aplicación de políticas públicas en favor del campo. Los campesinos y pequeños productores se han vuelto “víctimas” de los monopolios comerciales, con la complacencia gubernamental. La desgravación de impuestos a la importación de productos agrícolas, dentro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), sólo acelerará el paulatino empobrecimiento de este amplio sector de la población, donde la migración parece ser la única vía de escape.
En un informe que será entregado en los próximos días al secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, la Arquidiócesis Primada de México recoge una larga lista de observaciones y experiencias pastorales de una decena de obispos de todo el país sobre la realidad que vive el campo mexicano.
En el documento, la Arquidiócesis concluye que la actual situación del campo obliga a todos a no pensar exclusivamente en los insumos económicos y materiales que requiere la economía primaria en México, sino también la necesaria sensibilidad que deben tener todos los niveles de gobierno y la sociedad entera para con las necesidades de los campesinos y con el futuro de la tierra a la que estrechamente está unido el carácter y la cultura de los mexicanos.
En el prólogo del informe Campaña por los campesinos, el presbítero Enrique Maldonado García, director de Cáritas de la Arquidiócesis de México, señala que la Iglesia está sumamente preocupada por la situación que vive el campo, al grado de que muchas de las diócesis de país aplican ya varias acciones que, aunque modestas, buscan promover la formación y el crecimiento espiritual y económico de los campesinos y pequeños productores.
A pesar de las cifras macroeconómicas positivas de la Secretaría de Agriculltura, los obispos cuestionan el impacto social y humano que el TLCAN ha generado entre la población campesina más pobre, pues es un hecho innegable que los grandes beneficiarios de la producción agropecuaria no son quienes producen, sino los intermediarios y las grandes corporaciones nacionales y extranjeras que controlan el precio de los productos desde las bolsas de valores.
En el documento se incluyen visiones y experiencias de varios obispos, muchos de ellos cuyas diócesis viven cotidianamente la crisis del campo y el fenómeno de la migración. Entre ellos están el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, y los obispos de Irapuato, José de Jesús Martínez; de Culiacán, Benjamín Jiménez Hernández; de Cuernavaca, Florencio Olvera; de Valle de Chalco, Luis Artemio Flores, y de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, así como de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado Mexicano y de la diócesis poblana de Tehuacán.
El obispo Olvera denunció abiertamente que los campesinos “se han vuelto víctimas de monopolios y grandes comerciantes” que pagan una miseria por el trabajo, y llamó al gobierno federal a atender el grito que desde hace mucho tiempo ha lanzado el campo.
Mientras tanto, los obispos de San Cristóbal, Morelia e Irapuato destacan el fenómeno migratorio, el cual se ha incrementado notablemente desde 2000, y que tiene a muchas de sus comunidades cada vez más abandonadas, pues al emigrar los campesinos dejan también a un lado la producción agropecuaria y hay un claro deterioro del tejido social y de la unidad familiar. Así, entidades que antes no eran grandes expulsoras de mano de obra, ahora lo son, como Chiapas y el estado de México.