No tendrá el perfil de su hermano Fidel y encabezará un equipo compartido, dijo
Salvo que ocurra una sorpresa, el domingo Raúl Castro será elegido jefe de Estado
Ambos están unidos políticamente desde los 50, cuando conspiraban contra Fulgencio Batista
Ampliar la imagen Los hermanos Castro Ruz, el 13 de noviembre de 1983, cuando recibieron en el aeropuerto los cuerpos de 24 cubanos muertos en Granada durante la invasión de Estados Unidos Foto: Ap
La Habana, 20 de febrero. Raúl Castro Ruz, el hermano menor de Fidel que ha sido el número dos en el escalón de mando desde el triunfo de la revolución en 1959, podría ser elegido jefe de Estado el próximo domingo, para prolongar así la forma controlada y paulatina de la sucesión en la máxima dirigencia cubana, salvo que ocurra una sorpresa.
Si se confirmara su elección en la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), Raúl ha insistido en que no será un sucesor con el perfil que ha desempeñado Fidel, sino el jefe de un equipo de mando compartido, que podría quedar integrado, como pidió el aún presidente cubano en su mensaje del pasado martes, por una mezcla de generaciones.
De 76 años de edad, Raúl tiene el rango militar único en el país de general de ejército, es el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), segundo secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) y vicepresidente primero de los consejos de Estado y de Ministros.
Es decir, todos los caminos del poder en Cuba conducen al menor de los Castro en la posición inmediata después del líder en vías de jubilación.
Esa ubicación tiene una historia remota, una trayectoria en el ejercicio del liderazgo entre ambos hermanos y una confirmación tan reciente como la cesión provisional de funciones que hizo Fidel el 31 de julio de 2006, al salir de la operación que marcó el principio del fin de su carrera política.
Apenas tres semanas después del triunfo de la revolución, Fidel Castro habló ante una multitud sobre la necesidad de tener un sustituto designado, para garantizar así la marcha del movimiento que encabezaba, en el caso de que muriera su principal dirigente. Sería uno de los jefes de la guerrilla recién concluida.
“Para tomar todas las medidas de precaución, porque aquí hay que estar prevenidos contra todo, le voy a proponer a la dirección del Movimiento 26 de julio que designe al compañero Raúl Castro como segundo jefe”, dijo entonces el líder cubano. “Lo hago no porque sea mi hermano, que todo el mundo sabe cuánto odiamos el nepotismo, sino porque honradamente lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso de que yo mañana muriera en esta lucha”.
En el pasado, la figura del segundo al mando en el movimiento rebelde había sido inestable. Abel Santamaría, José Antonio Echeverría, Frank País y Juan Manuel Márquez, que ocuparon lugares destacados detrás de Fidel Castro, durante los alzamientos de los años 50, resultaron abatidos sucesivamente por la dictadura que encabezaba Fulgencio Batista.
Raúl terminó la guerra como jefe del segundo frente de la guerrilla, que dominó el territorio nororiental del país.
Raúl Castro, dijo Fidel aquella noche de 1959, “es un compañero de firmes convicciones revolucionarias, que ha demostrado su capacidad en esta lucha, que fue de los que dirigió el ataque al Moncada, de los que estuvo dos años en la cárcel, de los que organizó el Segundo Frente Frank País y de los que ha dado relevantes pruebas de capacidad como organizador y militar”.
Agregó: “Ojalá que en este caso no se hubiese tratado de un hermano mío, ojalá que hubiera sido otro, para que no quedara la menor sospecha de que se trata de favorecer a un familiar”.
A partir de entonces, es un valor entendido en la vida política cubana que Fidel ha podido hacer, moverse y actuar públicamente, entre otros factores, porque Raúl ha estado siempre en la retaguardia, en un movimiento sincrónico con el líder.
Juntos desde siempre
Militante de la Juventud Socialista Popular (comunista), como no lo fue su hermano mayor en su época universitaria, Raúl está unido políticamente a Fidel desde los inicios de la década de los años 50.
Juntos conspiraron para asaltar el Cuartel Moncada, cayeron presos, salieron amnistiados, se exiliaron en México, volvieron en el yate Granma, casi fueron aniquilados en las faldas de la Sierra Maestra y se rencontraron para remprender el alzamiento armado. El Segundo Frente Frank País, diría Fidel, era “un modelo de organización, administración y orden”.
Rebasada la guerra de Angola, que ocupó la atención directa de ambos entre los años 70 y 80, Raúl preparó una migración organizada de las FAR hacia la producción. La Unión Soviética era todavía el respaldo principal de la economía cubana, pero el segundo hombre de la jerarquía intentaba formar un polo de operación seguro, organizado y eficiente.
De ahí proviene la política de Perfeccionamiento Empresarial, fórmula basada en la autonomía de gestión y estímulos a la eficiencia, que permitió construir el complejo productivo de las FAR y se extendió luego a los negocios civiles, cuando en los años 90 desapareció el colchón soviético y se desplomó la economía de la isla.
En la travesía de la crisis de los 90, Raúl puso el dedo índice sobre la agricultura. Si algo tenía que funcionar bien era el campo, la producción y la distribución de alimentos Valen más los frijoles que las balas, diría en una célebre entrevista, que caló fuerte en el ánimo de los cubanos.
En retrospectiva, ahora se sabe que Raúl Castro asumió plenamente el mando del país desde que Fidel le cedió los trastos hace casi 19 meses. Con disciplina de jefe militar, pidió informes, elaboró su agenda y al arrancar 2007 sacudió al PCC con un debate interno, primero sobre la economía nacional y luego sobre el conjunto de la situación del país.
En julio convocó a que todos los cubanos dijeran sus verdades sobre la vida cotidiana y la forma en que ven el futuro. Desde entonces no ha parado el remolino de discusiones.
Cuando las señales externas indicaban que Fidel estaba en uno de sus momentos de mayor gravedad, hacia finales de noviembre de 2006, uno de los personajes principales de la generación histórica, Ramiro Valdés, proclamó ante un desfile militar que Raúl era el “cancerbero” de la revolución: el guardián.