Alerta constante; nadie camina solo por las veredas
Aumentan tensión y acoso antizapatista en Bolón Ajaw
Lanzan amenaza de desalojo frente a observadores foráneos
Bolón Ajaw, Chis., 25 de febrero. Si la tensión se midiera con termómetro, aquí marcaría “caliente”. Muy caliente. Sobrevuelos de helicópteros a baja altura desde el sábado. Agresiones verbales y físicas por los vecinos del ejido Agua Azul, constantes en enero y lo que va de febrero. El intento fallido de una operación de inteligencia el jueves pasado en tierras de esta comunidad zapatista, que acabó siendo una agresión. Permanentes patrullajes de las policías federal y estatal. Versiones oficiales de relativo impacto mediático pero con repercusiones penales, como confirman diversas agresiones recientes contra zapatistas en el área del río Agua Azul.
La población tzeltal de Bolón Ajaw, la mayoría monolingüe, vive en constante alerta. Las mujeres y los niños, no menos que los varones adultos. Nadie camina solo por las veredas. Los hombres permanecen en el poblado y sus inmediaciones, evitando contacto con sus vecinos, los ejidatarios ecoturísticos de Agua Azul, identificados con la Opddic, quienes mantienen “piquetes” muy hostiles en la carretera adyacente.
Al mismo tiempo, como en un universo paralelo, el trasiego de turistas nacionales, así como de Europa y Estados Unidos es incesante y masivo a lo largo del día. Autobuses, camionetas, microbuses, cámpers, carros rentados, recorren los cuatro kilómetros que van de las famosas cascadas al cruce de la carretera Ocosingo-Palenque, por ahora el único acceso.
Con excepción de los niños, todos en Bolón Ajaw andan con palos como de metro y medio; algunas mujeres mayores son las únicas con machetes. Así van por el agua, que acarrean en grandes recipientes de plástico que pesan más que un niño. Mientras una mujer ofrece al reportero una jícara rebosante de posol agrio, unos 10 hombres guardan silencio en el solar de la casa.
Arriba rondan sucesivamente dos helicópteros blancos, uno con los colores de la bandera en una franja, y el otro, más pequeño, con franja azul. “Uno es del gobierno, el otro de la policía”, deducen los indígenas. Ambas naves descienden casi a la altura de los árboles al cruzar el poblado y en seguida fintan maromas para dar vuelta en U.
Ahora que no faltan “filtraciones” gubernamentales, “se dice” en el medio periodístico que Opddic se disolverá en fecha próxima, y se prevé que miembros suyos transiten hacia el PRD. Algunos de ellos, del municipio de Chilón, han instalado un segundo puesto de peaje para los turistas cerca del acceso a Bolón Ajaw. La caseta oficial, también de la Opddic, se localiza en las cascadas, ya en el municipio de Tumbalá.
La brecha hacia Bolón Ajaw está elocuentemente clausurada por una valla de alambre, lo cual obliga a trepar la ladera para acceder al camino. A escasos metros, sobre la carretera donde transitan millares de turistas, prestadores de servicios y vehículos oficiales, un grupo de hombres, en aparente estado de ebriedad, identificados como miembros de la Opddic, profieren amenazas e insultos.
“¡Malditos; fuera de aquí!”, grita uno y se aproxima a la ladera donde observadores internacionales de Alemania, el Estado Español, Suiza y México acompañan a las mujeres zapatistas que esperan al reportero para guiarlo a Bolón Ajaw.
En tzeltal, el mismo individuo, a quien los zapatistas identifican como Óscar García López, de Agua Azul, amenaza: “Mañana vamos a entrar a sacarlos a todos”, y agrega una cascada de insultos. Es curiosa tal animosidad de personas que no poseen derecho alguno sobre las tierras que quieren desalojar, como haciéndole el trabajo sucio a la Profepa y las policías.
“De por sí siempre estamos en la preocupación. Nos amenazan de muerte, tiran piedras, echan bala”, dice un hombre de edad en las afueras del caserío. Interrogado sobre el publicitado desarme de la Opddic en Agua Azul, relata: “Hicieron un engaño. Ellos mismos andan diciendo que entregaron al gobierno las armas que no sirven; que allí tiene más de 50, las buenas, para su ‘guardia’”.