Usted está aquí: martes 26 de febrero de 2008 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez
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Bienvenidos al cambio

En el más reciente debate entre los precandidatos a la presidencia de EU Hillary Clinton y Barak Obama, al igual que en otros debates, no hubo diferencias esenciales en su propuesta para gobernar en los próximos años. Una vez más el estilo y la personalidad de cada uno se impuso. La forma en que enfrentarán los problemas es similar, cuestión que no debe extrañar desde el momento en que ambos pertenecen a una misma institución política. Obama, el joven carismático cuya propuesta de cambio se envuelve en un elegante discurso que se repite a lo largo de su campaña. Clinton, un poco acartonada, insiste en la seguridad que da la experiencia, de la que se desprende una propuesta más elaborada.

Cada vez es más evidente que la reforma al sistema de salud será la piedra de toque para ambos. Más impuestos para quienes reciben mayores ingresos es elemento distintivo en sus campañas, y el compromiso de acabar con la guerra en Irak.

Uno de los temas que han cobrado mayor relevancia es el intrincado asunto de la reforma migratoria. En estados como California y Texas, donde los votantes de origen hispano crecen, las campañas demócratas les han dedicado especial atención. Por ello uno de los conductores del debate fue Jorge Ramos, presentador de noticias de Univisión. Se esperaba que diera mayor realce al debate en las cuestiones migratorias pero, gracias a su elemental caracterización del problema migratorio y a su obsesión por dar foro a la disidencia cubana de Miami festinando el retiro de Fidel Castro, desperdició la oportunidad para exigir a los candidatos mayor reflexión sobre la complejidad del tema. Después de todo, migración, pobreza y desigualdad, que los candidatos han ponderado como grandes problemas, son elementos de una misma ecuación, sobre la que han sido poco específicos.

Con mayor o menor énfasis ambos precandidatos demócratas han propuesto el cambio. El problema es que ninguno ha dicho con claridad hacia dónde. Lo que se puede deducir de las encuestas de opinión es la necesidad de una nueva orientación en la dirección del país. ¿Cómo piensan cambiar un modelo social que, en vez de disminuir la pobreza y la desigualdad, la ha propiciado crecientemente? Si la formación de Obama y Clinton se traduce en proyecto de gobierno, es difícil esperar un cambio en el sentido cabal de la palabra. Ambos son egresados de universidades privadas en las que predominan las ideas del libre mercado y el esfuerzo individual sobre el colectivo. Por los resultados en las elecciones para renovar el Congreso es claro que una mayoría de estadunidenses quieren un cambio; en los últimos dos años se ha demostrado la dificultad para ello y que su consecución es paulatina. Sería una mala señal que el único cambio posible sea el del icono del partido que gobierna.

De última hora. El inefable Ralph Nader reaparece después de que, según opinión mayoritaria, en 2000 fue factor en la derrota de Al Gore. Una vez más lanza su candidatura con la posibilidad de estropearles la fiesta a los demócratas.

 
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