Era jefe interino desde la crisis de salud de Fidel Castro, en 2006
Julio Casas Regueiro, nuevo relevo al frente de las fuerzas armadas de la isla tras casi 50 años
La Habana, 25 de febrero. El nuevo ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Julio Casas Regueiro, era el único alto jefe militar que tenía poder de veto sobre las decisiones económicas que tomaba su jefe, Raúl Castro.
“Yo, que he criticado a casi todos los generales de las fuerzas armadas, y en las reuniones también me he criticado, no recuerdo haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de consideración al compañero Julio Casas, salvo la de… ser muy tacaño”.
Así describió Castro a su sucesor el domingo, al presentarlo como su propuesta a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, parlamento) para sucederlo.
Al asumir la Presidencia del Consejo de Estado, Castro cesaba como titular del Ministerio de las FAR, después de encabezar al ejército, la aviación y la marina de guerra desde 1959.
El nuevo mandatario cubano dijo que Casas tenía a su cargo el ministerio desde que estalló la crisis de salud de Fidel Castro en el verano de 2006 y Raúl asumió interinamente las posiciones ejecutivas.
Casas pertenece a la generación de altos jefes militares, ahora septuagenarios o cerca de serlo, que se unió en su juventud a la guerrilla, hizo carrera castrense y tuvo la experiencia directa en el teatro de operaciones de África.
Es el caso del ministro del Interior, Abelardo Colomé; del jefe del ejército occidental, Leopoldo Cintra y del jefe del estado mayor general, Alvaro López Miera, el menor de ellos, con 64 años.
Los cuatro son ahora miembros del Consejo de Estado. Colomé fue ratificado el domingo en una vicepresidencia; Casas, que era miembro de esa instancia de poder, fue también designado vicepresidente y Cintra y López Miera ingresaron al organismo.
Colomé, Casas y Cintra son, además, miembros del Buró Político del Partido Comunista.
Casas es conocido como un muy eficiente líder del corporativo empresarial de las FAR, que incluye más de un centenar de empresas en ramas como el turismo, la minería, el azúcar, la agricultura, la pesca y el comercio.
“Por ahí existe una orden mía”, relató Raúl Castro a los diputados el domingo, “firmada y legalizada, donde es al único que yo le daba facultades para vetar por una vez mis decisiones económicas, sobre todo en los primeros tiempos de él ocupar esta última responsabilidad”.
El poder de veto se llegó a sentir, contó Raúl, hasta el punto de que las decisiones económicas en las FAR terminaron siendo, al final, una potestad de Casas.