18 de marzo de 2008    

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER


Tres experiencias latinoamericanas

3. REPSOL-YPF

Roberto González Amador

  • La empresa petrolera argentina tenía un ingreso de 10 mil millones de dólares anuales; en una década generaba el equivalente a la deuda externa de aquel país, pero el gobierno de Menem la vendió en 13 mil millones de dólares y no todo el dinero llegó a las arcas de la nación

Exploraciones petroleras en Puesto Hernández, Argentina

No se conoce en el mundo el caso de un país que haya entregado la propiedad de su petróleo y gas sin haber perdido una guerra. Argentina lo hizo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem a favor de la trasnacional española Repsol.

Argentina en tiempos de Menem, quien ocupó la presidencia entre 1989 y 1999, vivía “el milagro económico”. Claro, si se estaba en el lado de quienes hacían los negocios con la venta de empresas públicas. Un peso valía lo mismo que un dólar. El país era puesto de ejemplo de modernización. “Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”, postulaba aquel presidente.

El primer yacimiento de petróleo en Argentina fue hallado en 1907, en la Patagonia. En 1922 fue creada la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), dirigida en sus primeros años por el general Enrique Mosconi. YPF fue la primera empresa petrolera estatal integrada verticalmente en el mundo, con excepción, aunque no son casos exactamente iguales, de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Como director de YPF, Mosconi fue impulsor de la integración energética regional y de una política nacional que colocaba la explotación de los recursos energéticos al servicio del desarrollo económico y social del país. Una idea que definía al petróleo como un bien estratégico y la venta de sus derivados como un servicio público.

YPF fue más que una empresa petrolera que explotaba un recurso natural en beneficio de las arcas públicas. Desarrolló la industria petrolera sin recurrir nunca al financiamiento de capital externo, sólo a partir de una aportación inicial del gobierno nacional. Desde su creación logró financiarse con los dividendos generados por la extracción de petróleo; indujo otro tipo de actividad económica y desarrollo regional: la fundación de centros habitacionales en las zonas de abastecimiento. Así nacieron ciudades como Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut; Caleta Olivia, en Santa Cruz; y Plaza Huincul, en Neuquén.

Antes de su privatización en 1999, YPF recaudaba tanto como la provincia de Buenos Aires y había detectado reservas con valor estimado en 200 mil millones de dólares.

“El petróleo y gas significaban al país un ingreso anual de 10 mil millones de dólares, que se perdieron para el Estado al ser privatizados. En una década representan más de 100 mil millones de dólares no percibidos. Es casi la deuda externa del país”, comentaba el cineasta argentino Pino Solanas en una entrevista con La Jornada en el otoño de 2005.

Memoria del saqueo

Un senador de la República, con todo convencimiento, expresa: “Para llegar hay que mentir; si dice la verdad, no va a llegar”. Hablaba en torno a la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.

La escena pertenece a Memoria del saqueo, la cinta de Pino Solanas, cineasta que, entre el arte y la política –fue candidato a la presidencia en las elecciones pasadas– ha hecho de la defensa de los recursos energéticos una de sus causas.

En junio de 1999, la española Repsol Sociedad Anónima adquirió 82.74 por ciento de las acciones de YPF a cambio de un pago al Estado argentino de 13 mil 36 millones de dólares, una cantidad equivalente en pesos dado el régimen de tipo de cambio vigente en el país entonces. La participación de la firma europea en diciembre de ese mismo año había aumentado a 97.81 por ciento del total del capital.

La cuenta de la balanza de pagos –un indicador que mide el flujo de ingresos y egresos de divisas de un país por inversión, comercio, turismo y pago de deuda– de 1999 no refleja ingresos netos de esa magnitud. Cono Sur Sustentable, una iniciativa de organizaciones sociales de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay que realiza en esa región estudios sobre comercio, energía y equidad social, realizó un amplio estudio que documenta lo que muchos sospecharon: que en las privatizaciones argentinas y específicamente en la de la empresa energética, una parte del dinero no entró a las arcas públicas.

Con base en el análisis de la balanza de pagos, un indicador que elaboran los bancos centrales de cada país, Cono Sur Sustentable dice que la falta de registro sobre el ingreso de divisas por la venta de YPF a Repsol hace suponer que “una porción significativa de esa venta no parece haber cruzado hacia dentro la frontera argentina... La compañía argentina vendió sus acciones a una compañía extranjera, pero el dinero no parece haber ingresado, al menos en dicha magnitud, al país”.

Hacer la América

Repsol inició su proceso de internacionalización, que la ha convertido ahora en una de las mayores empresas energéticas del mundo a partir de la compra de reservas fuera de España, precisamente en Argentina a mediados de la década de 1990.


Expendio de Mexigas en Buenos Aires

En 1996, Repsol se hizo con 37.75 por ciento de las acciones de una empresa proveedora de servicios energéticos local, llamada Astra Compañía Argentina de petróleo. Fue el primer paso en el país sudamericano. Después, en enero de 1997 compró 45 por ciento del capital de Pluspetrol Energy, con lo que dio un paso al negocio del gas.

La venta a Repsol fue el último capítulo del proceso de cesión de los recursos naturales durante el gobierno de Menem. Antes de concretarse, los activos de YPF fueron colocados en el mercado bursátil; otra parte se entregó a las provincias productoras y una porción menor de las acciones a los empleados. Así fue como en 1999 hizo su aparición la firma española que adquirió tanto los títulos de inversionistas privados como el 20 por ciento que todavía conservaba el Estado.

Con la incorporación de YPF a sus activos, el valor de Repsol creció en 26 mil millones de dólares. Esto se debió sobre todo al valor añadido a la firma española por las reservas de hidrocarburos de su, a partir de entonces, filial argentina.

En los primeros seis años después de que se concretó la operación, la utilidad obtenida por Repsol repuso con creces el capital invertido. La inversión realizada por Repsol YPF, nueva denominación de la empresa, entre 1999 y 2004 cayó en seis mil millones de dólares, mientras que las utilidades acumuladas en el periodo alcanzaron 18 mil millones de dólares. Esos recursos ya no fueron para el Estado sino para los nuevos dueños españoles.

Muchas de las ciudades fundadas en el entorno donde operó YPF desde su fundación se convirtieron en pueblos fantasma, como lo muestra Solanas en Memoria del saqueo. El precio de los combustibles no disminuyó en el mercado local y sí en cambio aumentaron.

En medio de una nueva crisis de abasto de energéticos en Argentina, en febrero pasado Repsol YPF anunció que venderá 14.9 por ciento de su capital al grupo argentino Petersen. La operación puede ampliarse hasta 25 por ciento del total.

La inversión digital

General Mosconi es un pueblo en la provincia de Salta, una zona gasífera y petrolera. Fue llamado así para honrar la memoria del primer director de YPF.

Con la privatización de la empresa, los nuevos dueños españoles decidieron hacer ajustes y abaratar los costos de operación. El resultado fue el despido de cinco mil trabajadores de sus instalaciones en la localidad. Una acción demoledora para la economía regional si se considera que la población activa en General Mosconi era de ocho mil personas.

Juan Carlos “Hippie” Fernández, un dirigente de los trabajadores de la zona, contó a la periodista Claudia Korol en 2004:

“Con el cierre de YPF, vimos cómo ha desaparecido parte de nuestra cultura, de nuestra identidad. Junto a la desocupación, crecieron otros problemas. La empresa petrolera, las multinacionales, entraron a deforestar la selva. Empiezan a romper los caminos y a hacer las picadas, y nosotros no tenemos contención arriba en las sierras. Eso crea problemas climáticos. Hemos tenido un alud de barro, donde murieron familias. Así también se van las familias nuestras. Las petroleras derraman en los ríos productos químicos. Tenemos personas enfermas del corazón y de la cabeza gracias a los productos químicos que nos entregan las multinacionales. Las aguas nuestras están contaminadas. Tenemos enfermedades como el dengue, leshmaniasis, hantavirus. Las multinacionales están aquí sólo para llevarse nuestros recursos naturales. No han instalado una sola industria ni generado puestos de trabajo. Sus únicas inversiones fueron para digitalizar el control de los pozos”.