Concluyen 26 horas de ayuno
Poco más de 26 horas duró el ayuno de senadores y diputados del PRD en el patio del Senado, ya que anoche decidieron levantar esa protesta para reincorporarse de lleno al movimiento de resistencia civil contra la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex), que mantienen junto con los legisladores de PT y Convergencia en ambas cámaras.
A las ocho de la noche, cuando cumplieron sus primeras 24 horas en ayuno, la mayoría de los perredistas se veían exhaustos, y no sólo por la falta de comida y de descanso, sino sobre todo por la incertidumbre que campeó en la jornada de ayer, en la que no se llegó finalmente a un acuerdo en torno al debate nacional sobre la reforma energética y se decidió continuar con la toma de las tribunas.
Instalados en sillas en el patio de Xicoténcatl, los 17 senadores y 28 diputados perredistas siguieron el desarrollo de las negociaciones que el Frente Amplio Progresista (FAP) llevó a cabo ayer en la Junta de Coordinación Política para tratar de resolver la crisis que desde el pasado jueves mantiene paralizado al Congreso.
El senador Graco Ramírez, uno de los que mayores efectos del ayuno y el desvelo reflejaban en el rostro, desde muy temprano adelantó que consideraba “muy dura” la posición del PAN, el partido más renuente a que se llevara a cabo un verdadero debate sobre “la iniciativa privatizadora de Felipe Calderón”.
Daniel Dehesa Mora, diputado por Oaxaca y médico de profesión, aconsejaba a sus compañeros tomar mucha agua y té con miel para mantenerse hidratados. El senador Pablo Gómez, quien no participó en el ayuno, estuvo un rato por la mañana y compartió sus experiencias en una huelga de hambre, la que protagonizó con los demás presos políticos del 68 en el entonces Palacio de Lecumberri.
Sentado cerca de los senadores Carlos Sotelo y Graco Ramírez, Gómez Alvarez recordó que ese ayuno duró más de un mes; él pesaba al inicio 65 kilos y, al concluir la huelga de hambre, 15 kilos menos. Relató que el movimiento no tuvo éxito, ya que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz los mandó reprimir echándoles encima a los presos comunes.
Incluso les mostró una cicatriz en la mejilla derecha, producto de “un botellazo” que le propinó uno de los reclusos. Desmantelaron las celdas, les quitaron todas sus pertenencias y vaciaron el agua en el piso. “Así nos quedamos varios días madreados y sin comer”, prosiguió.
Ahora como entonces, expuso por su parte el senador Ricardo Monreal, es necesario llevar adelante la resistencia civil, porque no es asunto menor la decisión “del gobierno usurpador” de entregar la renta petrolera a empresas extranjeras.
La ola fría que de repente entró en la ciudad obligó a los senadores y diputados a cambiar la estrategia original de no introducir al recinto casas de campaña, bolsas para dormir y cobijas, y a la medianoche tuvieron que mandar por esos utensilios, ya que el ambiente era gélido en el patio central de Xicoténcatl, donde pernoctaron.
Aunado a ello, una plaga de mosquitos los atacó toda la noche, según se quejaron José Guadarrama, David Jiménez Rumbo y Silvano Aureoles. Este último se veía en mejores condiciones que el resto de sus compañeros. “Bueno, es la edad”, respondió bromista, ya que es uno de los más jóvenes de la bancada.
A las 10 de la noche con 15 minutos, luego de dos reuniones previas, la primera para analizar la propuesta del PRI y el PAN de que el debate sea de 50 días ininterrumpidos y la segunda, luego del encuentro de los coordinadores del FAP con Andrés Manuel López Obrador, el diputado Luis Sánchez anunció que concluían el ayuno, pero seguían en la resistencia, cada quien en su cámara respectiva, sin descartar otras acciones de protesta contra la privatización de Pemex.