Usted está aquí: miércoles 16 de abril de 2008 Política Dónde recibir a la presidenta de India opaca tema petrolero

■ Zavaleta se queja de madruguete; la reciben como heroína

Dónde recibir a la presidenta de India opaca tema petrolero

Arturo Cano

¿Y dónde está el petróleo? Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los diputados del PRI, ofrece una conferencia banquetera que se transcribe en cuatro páginas y media. Se lleva la medalla de oro: no menciona ni una vez la palabra petróleo. Sólo en una ocasión alude a la “reforma energética”, y eso para informar a la nación que la septuagenaria Pratibha Patil nada tiene que ver con el asunto.

Ah, la visita de la presidenta de India es el nuevo y más sólido argumento de los detractores del “ala dura” de la izquierda: ¿dónde vamos a recibir a la presidenta de India si no es en el salón de sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro?

Los diputados del PRI no quieren, es de suponerse, que Gandhi les jale las patas. Asisten, avalan, convalidan, para no dejarle el pastel al Frente Amplio Progresista (FAP), aunque sin saber aún si la rebanada más grande será para ellos o para el gobierno federal.

Héctor Larios, coordinador de los diputados del PAN, concede dos entrevistas de pasillo, también muy breves, aunque suficientes para mencionar cinco veces el cargo de Pratibha Patil y ninguna al petróleo.

No hay petróleo en el discurso del panista, pero sí las expresiones que se enuncian enseguida: rehén, secuestro, minoría, desalojo, negociación, fuerza pública, diálogo, caprichos.

Eso sí, el coordinador de los panistas asegura que Ruth Zavaleta, la presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, perredista para más señas, encabezará la sesión camaral en un recinto diferente, el auditorio del edificio E. “(Ella) tiene un espíritu que se ajusta a la voluntad mayoritaria de la mesa directiva”, elogia el panista.

Con ese “espíritu”, Zavaleta firma el acuerdo que propone mudar a otra sala la sesión, aunque junto a su rúbrica anota “en contra” e incluso ordena a los encargados de la Gaceta Parlamentaria publicar una versión facsimilar, para que no haya dudas de su oposición a la junta bajo otro techo.

En congruencia con acciones que siempre juzga “dentro del marco legal” o “cuidadosas de las instituciones”, Zavaleta asiste a la sesión en el salón “alterno”.

Pero cuando camina hacia la sede sustituta se entera que su espíritu ajustado a la voluntad mayoritaria se ha topado con la desconfianza. Arnoldo Ochoa, diputado del PRI y tal vez espíritu chocarrero, ha iniciado los trabajos en su lugar.

Ningún legislador ha preguntado “¿y dónde está la presidenta?”, pero eso no impide que la legisladora sea recibida como campeona de las mayorías. Panistas y priístas aplauden de pie y algunos, inflamado el pecho, hasta gritan “¡Viva México!”.

Zavaleta refunfuña, toca la campanita, se sienta y cumple el ritual. Luego se va y ofrece una conferencia de prensa, en la cual se queja de “madruguete”.

¿Por qué a pesar de su actuación siempre apegada a las normas, ni priístas ni panistas confían en usted?, se le pregunta. La diputada presidenta no responde, deja el asunto del tamaño de su denuncia, aunque añade que de no haber condiciones ni acuerdo se suspenderá la sesión solemne consagrada a la presidenta india.

Pero casi al mismo tiempo el panista Cristian Castaño, vicepresidente de la mesa directiva, anuncia que Pratibha Patil estará en San Lázaro este jueves, llueva o truene. Tampoco ella, se da por sentado, hablará del petróleo mexicano.

Los días según Gamboa

En el orden del día, dice Emilio Gamboa, “hay algunos pendientes urgentes”. ¡Y de qué calibre! Los permisos para que algunos ciudadanos mexicanos trabajen en el consulado estadunidense en Nogales, Sonora, o los acuses de recibo del gobierno de Oaxaca. Puros asuntos de seguridad nacional.

Gamboa quiere esconder el elefante tras una silla más chica que su curul. La sesión de este día es necesaria para autorizar la salida del presidente Felipe Calderón del territorio nacional, para asistir a la reunión de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte.

Ése es, de hecho, el único tema que preocupa a los diputados, y si demoran una hora en desahogar los trabajos es sólo porque son más que los senadores –que despachan el tema en 15 minutos, discurso de Santiago Creel incluido– y votan uno por uno a falta de los dispositivos electrónicos, “secuestrados” por los fapistas con todo y salón de plenos.

A esas alturas, ya se sabe en San Lázaro que el FAP ha presentado una contrapropuesta que plantea un debate nacional de cuatro meses, de mayo a agosto, y una agenda de discusión.

Gamboa defiende la propuesta de su partido: “Si los constituyentes de 1917 hicieron la Constitución en 62 días, bueno, me parece que 50 días ininterrumpidos representan aproximadamente 60 días, para una reforma que le importa a todo el país”.

¿Y si los días se estiran por qué no habrían de encogerse? ¿Acaso los 140 días de debate propuestos por el FAP no podrían significar, digamos, 70 días?

No es cosa de tiempos, en todo caso, para el coordinador de los priístas: “Lo que no se puede aceptar es el capricho personal de un hombre que no es ni legislador”, dice en referencia a Andrés Manuel López Obrador.

Lo escuchan unos asesores del PT y no se aguantan el chiste: cantan bajito, con tonada de la Santanera, “¡es Gam-boa!”

La llegada de Al Qaeda

Es realmente benévolo Gamboa Patrón. Peor le va al FAP y a los diputados de la toma desde que este relajo comenzó. “Nos han tundido”, aceptan en el recinto de las mantas gigantes, apenas se apaga la última nota de La Internacional (que pone en el sonido la diputada Layda Sansores).

Y es que a lo largo del día los medios electrónicos siguen el guión de las jornadas previas. Muy de mañana, un conductor de Televisa se mofa del ayuno de los legisladores perredistas mientras en la pantalla éstos ondean banderas tricolores en la tribuna.

“Su voto duro no les alcanza para nada”, sentencia, antes de dar paso al analista Gabriel Guerra, quien en una frase resume el tono de los días previos: “Estamos viendo finalmente cómo llegó Al Qaeda” a México.

Con las acciones de lo que llama el “Frente Amplio Popular”, los líderes históricos de la izquierda, dice Guerra, “se revolcarían en sus tumbas”.

Heberto Castillo y Valentín Campa, claro, condenarían a las adelitas.

Lo que sí resulta por lo menos extraño es que el noticiario de televisión muestra imágenes de diputados y senadores de la corriente Nueva Izquierda del PRD en primera fila –Graco Ramírez con gorrita, por ejemplo– e informe que seis chuchos dejaron de comer en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Eso, y que luego el analista y el conductor coincidan en que las protestas son asunto solamente del “sector duro” del PRD.

Dice un diputado en el recinto tomado: “Se vale todo, menos que ofendan a los moderados”.

 
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