■ Autoridades federales realizan redadas de indocumentados en cinco estados de EU
Habla el Papa con Bush sobre el “trato humano” hacia los migrantes
■ La solución, generar desarrollo en países pobres, y Washington debe ayudar: Benedicto XVI
■ Los estadunidenses necesitan el mensaje de que “toda la vida es sagrada”, dice el presidente
Ampliar la imagen Canciones y oraciones de los fieles que recibieron a Benedicto XVI en Estados Unidos, se mezclaron con reclamos contra los sacerdotes pederastas e incluso de grupos protestantes fundamentalistas que lo llamaron “Anticristo” y afirmaron que la religión católica es “falsa” y promueve “la adoración de ídolos”. Ayer, el Papa reconoció que la Iglesia manejó “muy mal” el escándalo provocado por sacerdotes paidófilos. En la imagen, tomada frente a la Casa Blanca, un grupo afirma en pancartas que los sacerdotes católicos son “depredadores” y culpan de esto al voto de castidad que se obliga a tomar a los curas Foto: Reuters
Nueva York, 16 de abril. Hoy Jesús, José y María estuvieron entre los detenidos en redadas antimigrantes en cinco estados, mientras el papa Benedicto XVI estaba en la Casa Blanca con el presidente George W. Bush, quien al darle la bienvenida le dijo que los estadunidenses “necesitan su mensaje de que toda la vida es sagrada”, y donde ambos supuestamente comentaron sobre “el trato humano” hacia los migrantes.
Las redadas se realizaron en plantas de procesamiento de pollo de la empresa Pilgrims Pride, en una operación coordinada por la oficina federal de inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) del Departamento de Seguridad Interna, en los estados de Texas, Tennessee, Florida, West Virginia y Arkansas, mientras Joseph Ratzinger y Bush discutían la necesidad de atender el “bienestar de las familias” migrantes, y “la dignidad de la persona” en general, entre otros asuntos en que dicen que coincidieron hoy.
Casi todas las semanas se anuncian redadas, algunas masivas como esta, otras más locales, en todas partes del país, lo que provoca un ambiente de intimidación cada vez más tenso en las comunidades migrantes y latinas de costa a costa.
En el ahora famoso condado de Maricopa, en Phoenix, Arizona, existe lo que algunos consideran un “estado policiaco”; allí el sheriff Joe Arpaio y ciudadanos antimigrantes, algunos integrantes de grupos de odio como los Minutemen y hasta algunos skinheads, cercan e invaden comunidades para efectuar arrestos masivos.
Ante todo esto, Ratzinger inicia una visita a Washington y Nueva York con un programa que no incluye ninguna reunión oficial con un enfoque explícito sobre inmigrantes.
Sin embargo, el tema sí fue abordado por el Papa, quien al viajar aquí dijo tener la intención de hablar sobre el tema de los migrantes y se dijo preocupado por el “el grave problema de la separación de las familias”, agregando que “esto es verdaderamente peligroso para el tejido –social, moral, humano– de estos países”. La solución en el largo plazo, señaló, es generar el pleno desarrollo en países pobres, y Estados Unidos debe de ayudar puesto que es para los intereses de todos.
Hoy en la reunión del Papa con Bush en la Casa Blanca, según el comunicado conjunto emitido hoy, los dos “consideraron la situación en América Latina con referencia, entre otros asuntos, a los inmigrantes, y la necesidad de una política coordinada para atenderlos, especialmente en brindarles un trato humano y bienestar para sus familias”.
J. Kevin Appleby, director de la oficina de servicios de migración y refugiados de la Conferencia Católica de Estados Unidos, declaró a La Jornada que el Papa hizo mención del tema migratorio como una prioridad, y que aunque no hay un evento específico sobre esto, “habrá muchos actos que manifiesten la diversidad dentro de la iglesia, en todos los idiomas”. Agregó que el énfasis del Papa sobre la dimensión humanitaria del tema migratorio es importante, ya que éste “frecuentemente no está en el debate estadunidense”.
Pero a la vez, nadie espera que Ratzinger mencione el trabajo de personas como el padre Damián en Omaha, Nebraska, cuya iglesia se convirtió en un centro de atención, defensa y organización de los inmigrantes mexicanos que están transformando la parte sur de esa ciudad. Ahí, en sus cinco misas en español cada domingo, se dio casa y solidaridad a los trabajadores de los rastros de esa región, y en su sótano se realizaron reuniones para dar fuerza y respeto a la nueva comunidad.
Tampoco se espera que mencione al padre colombiano Jorge Christancho, que hace años realizó un pequeño milagro en Gainsville, Georgia, cuando logró reunir por primera vez a las comunidades divididas de los mexicanos y los afroestadunidenses que hasta ese momento se veían como enemigos, situación nutrida por el Ku Klux Klan y otras fuerzas racistas de la región. Fue sólo con la muerte de un joven a manos de otro, que hubo un primer intento por unir estas comunidades antes de que corriera más sangre.
El resultado fue una marcha conjunta por la paz en las calles de esa ciudad, y un festival de música y comida donde cada comunidad presentó y regaló lo suyo a la otra. Sin embargo, hoy Georgia es uno de los terrenos centrales en la guerra contra lo migrantes.
Algunas iglesias forman parte del movimiento de “santuario”, para ofrecer asilo a migrantes amenazados con la deportación, como fue el caso de Elvira Arellano en Chicago, mientras líderes católicos en varias partes del país marchan en las manifestaciones y ofrecen sus iglesias como centros de organización, como fue el caso de las megamarchas de los inmigrantes el año pasado desde Los Ángeles a Atlanta y decenas de ciudades en medio.
Los más de 60 millones de católicos en Estados Unidos no son una entidad monolítica, y hay varios que forman parte de fuerzas antimigrantes, y vale recordar que Bush obtuvo la mayoría de sus votos en la ultima elección.
Pero lo notable es que, como siempre, la Iglesia católica de Estados Unidos se nutre y resucita con los inmigrantes, primero los irlandeses, después los italianos, y durante las ultimas décadas los mexicanos y otros latinoamericanos. Hoy seguramente había un Jesús, una María, un José, un Simón, un Pablo, y tantos más cayendo en la redada, o escondiéndose de la amenaza diaria de ser detenido como criminal. Se verá si el Papa los menciona en sus seis días de gira por este país donde las iglesias, como todo lo demás, fueron construidas en gran parte por los migrantes.