Usted está aquí: jueves 17 de abril de 2008 Cultura Nueva jugada del correo

Octavio Paz

Nueva jugada del correo

Nueva Delhi, 29 de mayo de 1967.

Querido Tomás:

Precisamente una hora después, más o menos, de haber despachado la carta que te escribí ayer, recibo la tuya. Todo se explica: una nueva jugada del correo. No le eches la culpa al mozo de la oficina: aparte de tus dos cartas, últimamente se perdió otra que dirigí a mi madre y otra más a Givaudan. Es el correo de la India pero probablemente también el de México. Tout se tient... Contesto ahora a lo que me cuentas.

Mesa redonda. No sabes qué alegría me da saber que aceptas. Coincido en tu juicio sobre Villoro y mañana mismo le escribo para invitarlo. Pero lo que me cuentas de los antropólogos mexicanos me desconcierta. Lo malo es que si no invito a un atropólogo, ¿a quién invito? Al leer tu carta, se me ocurrió Alatorre. Sólo que no es propiamente un lingüista... Dime lo que piensas. Y recuerda que todo debe ser un secreto hasta que El Colegio no aprueba mi idea.

Revista. Tu presupuesto me horroriza. Piensa que además de la impresión y el papel, hay que prever otros gastos: secretaria, local, teléfono, correos... y pago de colaboraciones. Lo menos otros cinco o seis mil pesos mensuales, sin contar tu sueldo. Me parece muy difícil conseguir ese dinero, especialmente si prescindimos de todo auxilio yanqui –y creo firmemente que debemos prescindir. Fuentes, en cambio, es muy optimista y habla de ayudas fantásticas –o al menos a mí me lo parecen– de las grandes editoriales. No pienses que todo esto me desanima. Cuando nos veamos, a fines de julio, volveremos a hablar sobre el asunto y tal vez encontraremos la llave de la puerta que guarda el tesoro... Y esto me lleva a comentar un poco tus impresiones sobre el panorama “cultural”. Coincido contigo –te lo dije desde el principio– en la idea de ver en todo lo ocurrido en los últimos tiempos no tanto un plan premeditado como una reacción, medio consciente y medio instintiva, destinada a suprimir o a neutralizar toda disidencia, sea moral o estética, política o simplemente psicológica. La llamo reacción no porque sea conservadora sino en el sentido casi psicológico: es una reacción del organismo (o sea: del orden) por expulsar a los cuerpos extraños. La reacción no es ideológica, al menos en el sentido usual de la palabra, porque los que la ejecutan son a veces de izquierda y otras de derecha. Ahora, lo inquietante es la reacción de los expulsados: no sólo no aprovechan la oportunidad para plantear con toda claridad y en sus verdaderos términos el problema sino que lo reducen a una querella de barrio, a un pleito entre pandillas rivales. La actitud de ahora es una consecuencia fatal de la actitud de ayer: cuando tenían en su poder los órganos de publicidad, también incurrieron en la política de pandilla –algo muy distinto a la acción de un grupo unido por ideas, gustos e intereses intelectuales y estéticos semejantes. Así, todo es lucha de intereses y de personas. Vuelvo a mis ejemplos anteriores: la actitud ante Poesía en movimiento (con la ridícula querella a propósito de Cuesta) y después ante la antología de Pellegrini revelan una inconsistencia crítica increíble. Por supuesto, la actitud de los emboscados me parece aún más reprobable. Por ejemplo, cuando yo propuse suprimir, entre otros, a Torres Bodet y a Nandino de Poesía en movimiento, Pacheco se colocó al lado de Alí. Después nos hemos reconciliado porque si tomase a lo trágico todos estos incidentes sencillamente tendría que romper con casi todo el mundo. Pero si olvido los incidentes, no puedo olvidar lo que revelan: una falta general de consistencia. Te confieso que esto, más que las dificultades económicas, es lo que me desanima cuando pienso en la revista.

Tus libros. Yo ayudaré en lo que pueda, ya sea con Orfila o con Mortiz. A mi juicio, deberías publicar, si fuese posible, dos libros: Anagnórisis y una colección de ensayos y artículos. Un libro ayudaría al otro. Ojalá que algún editor inteligente lo entendiese.

Carlos está en Venecia. Con esta carta te envío su dirección. Escríbele. Le dará alegría tener noticias tuyas.

Joaquín Díez-Canedo tiene el original de mi ensayo sobre Lévi-Strauss. Sin duda te podrá dar una copia o las galeras. Por lo pronto, te envío el programa provisional de las conferencias. Si lo comparas con mi texto verás que omito, por razones obvias, la discusión demasiado técnica de poesía, música y mito. Por cierto, no sé si te conté que Lévi-Strauss me ha escrito una carta de tres páginas a máquina que me ha conmovido la verdad.

No sé si tendré tiempo para escribirte otra carta. Salimos a fines de junio y tengo mil cosas pendientes. Iremos primero a Spoletto, al Festival Internacional de Poesía (primera decena de julio). Después, a México. Ese regreso me produce cierto horror. Pero hay que afrontarlo todo. Marie José, por su parte, está encantada. Delira con México... Escríbeme pronto, aunque sea unas líneas y aunque sólo sea para decirme si has encontrado un antropólogo o si se te ocurre un sustituto de otro campo.

Un abrazo

Octavio

 
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