■ Se trata de un salto hacia delante, dijo Paloma Sáiz, promotora de esa iniciativa cultural
Entregan a usuarios el programa Para leer de boleto en el Metro
■ La premisa es “tómalo, leélo y devuélvelo”, por lo que se prescinde de los jóvenes que asesoraban a los pasajeros
■ El lanzamiento de la novena antología, con 250 mil ejemplares, se hizo en Balderas
Ampliar la imagen Metronauta durante la lectura de un ejemplar de la antología publicada en 2007 Foto: Marco Peláez
La creación de conciencia mediante el principio –que podría considerarse sartreano– de que cada persona debe hacerse responsable de sus actos, parece impulsar la nueva etapa del programa Para Leer de Boleto en el Metro.
Y es que el planteamiento de “tómalo, leélo y devuélvelo” que sustenta tal proyecto de promoción de la lectura ahora prescindirá de los jóvenes que en otras etapas asesoraban a los usuarios al pie de los anaqueles de libros.
Con esta especie de radicalización humanista y saludable asunción de riesgos, las autoridades de cultura del gobierno capitalino han decidido apostar aún más por los ciudadanos mediante lo que podría llamarse una propiciación del libre albedrío.
O como dijo ayer Paloma Sáiz en la estación Balderas, durante el lanzamiento de la novena antología de textos literarios y en medio del ir y venir de metronautas, en este “salto hacia delante queremos entregarle el programa a los ciudadanos”.
Y en torno a esta motivación a la congruencia –sustentada al parecer en la idea de que todos deben cuidar los bienes de todos–, la promotora de dicho programa, agregó:
“Si vemos más libros en los estantes que se han colocado en los pasillos de las estaciones, querrá decir que hay más devolución y que estamos aprendiendo a solidarizarnos con el ciudadano que viaja a nuestro lado y con los que tienen menos recursos para comprar libros.”
Después de mencionar los resultados positivos de ésa y otras políticas de fomento a la lectura, como Letras en rebeldía, la treintena de ferias editoriales o los 400 libroclubes, Sáiz destacó que muestran una diferencia con los programas federales, los cuales no han funcionado y se han quedado en eslogans.
Es de esperar, deseó, que en algunos años se hayan cambiado las formas de leer y de promover la lectura en esta ciudad y que se conviertan en ejemplo para el resto del país.
“Pero lo regresas, ¿eh?”
En la ceremonia participaron funcionarios del Sistema de Transporte Colectivo y de la Secretaría de Cultura, pero sobre todo varios “invitados de lujo”, escritores como Leo Eduardo Mendoza, Fabricio Mejía Madrid, Verónica Ortiz Lawrenz y Josefina Estrada, todos ellos integrantes de esta novena antología de 250 mil ejemplares.
Todos ellos comenzaron en la práctica el relanzamiento del programa de préstamo de libros, entregándoselos a las decenas de usuarios que se arremolinaban en torno a ellos. Sólo les decían: “Pero lo regresas, ¿eh?”
Mejía Madrid habló en nombre de los escritores y dijo que el libro era un objeto mágico que decía cosas al interior de la cabeza, que era plural porque no quería imponer verdades, como lo desean una profesora o un presidente, que el libro prescinde de los intermediarios, pues no necesita un (Joaquín) López Dóriga “que nos mal lea una noticia”.
En el Metro Balderas también estuvo Paco Ignacio Taibo II, quien confesó: “Toda mi maldita vida quise vivir en una ciudad donde regalaran libros, no presidentes pendejos o macanazos”.
Consideró que la ciudad de México avanza en su educación sentimental y que, pese a las cifras, cada vez tiene más lectores.
Después de la ceremonia, e interrogado por periodistas, el escritor e historiador, autor de Pancho Villa: una biografía narrativa, avaló la toma de tribunas en las cámaras de diputados y senadores, así como otras protestas en defensa del petróleo.
Cuestionado por un reportero sobre la validez de esas medidas, agregó que no sólo eran necesarias sino que las consideraba “tímidas respuestas ciudadanas”, sobre todo si se toma en cuenta que se quiere privatizar Pemex “en lo oscurito” y a espaldas de los mexicanos.
Y en torno a las campañas de odio de la mayoría de los medios de comunicación, sobre todo electrónicos, y a su bloqueo de un verdadero debate plural y documentado, agregó:
“Es natural que las fuerzas negras de la reacción de este pinche país utilicen el poder mediático que tienen para contrarrestar la voluntad popular. Es normal, no podíamos esperar otra cosa de ellos. Pero también es normal lo que les va a pasar, pues cada vez que mientes en público estás tirando un búmeran que te va a romper el hocico.
“A muchos comunicadores que hoy se piensan los árbitros del país, les va a costar el descenso de la credibilidad. Ya llevan demasiado tiempo insistiendo en estas medias verdades o verdades censuradas.”