■ La disputa en el sol azteca se centra en la selección de los posibles relevos de Leonel Cota
En el conflicto perredista “unos jaloneos y muchas mentadas”, pero no acuerdo
■ Impiden el ingreso de los medios de comunicación al cónclave; refuerzan la seguridad alrededor
Ampliar la imagen Durante el cónclave del sol ateca, ambos bandos gritan consignas en favor su candidato Foto: Marco Peláez
“Ésos eran debates y no disparates”, dice el veterano de las reuniones perredistas al conocer el punto causante del receso. Alguien ha traído a cuento un célebre debate en el PRD, el del congreso de 1995 en Oaxtepec, la línea política en disputa, las definiciones de la izquierda partidista en disputa.
Ahora no. Casi a las 11 de la noche, la caliente sesión del Consejo Nacional se deshace por un tiempo para que cada una de las partes se ponga de acuerdo en el nombre de su “encargado de despacho”. Imposible cualquier acuerdo: Nueva Izquierda propone que de aquí al sábado el PRD tenga dos presidentes. El fin de semana se nombraría al sustituto.
Por eso alguien trae a cuento el debate de 1995, cuando Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo se enfrentaron con dos proyectos que entonces se resumieron así: “transición pactada” versus “gobierno de salvación nacional”.
En aquel congreso hubo un momento –no se olvide que Cárdenas había perdido en la elección de 1994– en que se habló de dos ideas distintas de partido y de dos direcciones: “Las criaturas bicéfalas pertenecen a la mitología”, sentenció el ahora coordinador del Frente Amplio Progresista. En su afán de no ser una de las dos cabezas, Muñoz Ledo se enfrentó una y otra vez a Cárdenas. Le ganó algunas, pero al final se fue, empecinado, como el ingeniero, en su candidatura presidencial.
Se entiende que ahora la disputa es por un tipo de partido, que está en juego el futuro de la izquierda, pero al menos hoy parece que todo se reduce a la criatura bicéfala.
Los perredistas y Zimbaue
O son notables estrategas o nunca leyeron los documentos básicos de su partido. Durante tres días, los perredistas traen a los medios gastando tinta y horas aire con un dilema falso: si los chuchos lograrían o no los dos tercios necesarios en el Consejo Nacional para nombrar un presidente interino. Y ahora resulta que era discutir cuántos ángeles caben en la boca de un camello.
El estatuto perredista ordena que los consejos nacionales extraordinarios sólo puedan decidir sobre los asuntos para los que son expresamente convocados y sobre ningún otro. Y la convocatoria de esta sesión no dice en ninguna parte “presidente sustituto”. Fue convocado, eso sí, para tomar las “resoluciones que procedan en función de los acuerdos de los órganos electorales y jurisdiccionales”. Es decir sí, pero no, aunque en todo caso el nombramiento de un sustituto de Leonel Cota Montaño sería “atacable” en los tribunales, donde finalmente habrán de dirimirse, todo indica, los comicios del PRD.
Claro, primero los perredistas regalan al país un nuevo episodio de su pleito, que lleva 36 días, contra 26 del conflicto poselectoral de Zimbaue, según el dato que recuerda el militante Enrique Toledo.
Hay que guardar las distancias, aquí no hay los muertos del país africano, apenas unos jaloneos y muchas mentadas.
Ojo por ojo en todo caso. El sábado pasado los chuchos se despacharon con los insultos. René Arce los celebraba a risotadas. Este lunes les toca a las figuras de Nueva Izquierda. Jesús Ortega queda en medio de los jaloneos y luego denuncia que los encinistas trajeron “golpeadores uniformados”.
“Traidora, ladrona y corrupta”, son de los calificativos más suaves que le tocan a Ruth Zavaleta, quien ha entrado ya a la recta final en su encargo de presidenta de la Cámara de Diputados.
Pero enseguida Ortega concede una entrevista radiofónica en la cual le dice “mitómano” e “hipócrita” a Alejandro Encinas, quien había mencionado un compromiso para no llevar el conflicto a los tribunales.
En ese mismo noticiario, y pese a que entonces ya todos saben que la sesión del consejo no tiene facultades para elegir dirigentes sustitutos, Ortega informa a los radioescuchas que pronto se “nombrará a una persona que sustituya a Cota, pues el periodo de él termina hoy”.
Así es, porque todavía la noche del domingo Leonel Cota tuvo un poco más de su pequeña revancha, cuando atendió a los responsables de la Comisión Técnica Electoral en un Sanborns del sur de la ciudad. Con la bomba que ahí se armó comenzó el lunes.
Tres puntos de ventaja
Excesivamente cuidadoso o de plano buen actor, Arturo Núñez solía decir en los más crudos días de la crisis: “prefiero no saber quién va arriba”.
Nadie le creía. Los datos que no quiso soltar Arturo Núñez los dieron los empleados del comité electoral por órdenes de Cota Montaño.
“No tiene facultades”, dice Carlos Navarrete, y Lorenzo Rafael Hernández completa:
A la página web del comité electoral suben un acta del cómputo, con 83.95 por ciento de las actas. Los datos, que dan el triunfo a Alejandro Encinas por unos 30 mil votos, tres por ciento, no incluyen los sufragios de Chiapas.
Esos datos son el pretexto para que Izquierda Democrática Nacional traiga dos centenares de militantes a gritar: “en Iztapalapa… Encinas ganó”, etcétera.
Esos gritones son los que sueltan insultos, casi siempre bajo control de dos vallas de policías, puestos ahí, se dice, porque pronto ha de llegar el jefe de Gobierno de la capital, Marcelo Ebrard.
Al final no es necesario, aunque la “seguridad” aprieta. Durante unas horas nadie entra ni sale, y los medios no pueden ingresar al salón de sesiones donde Cárdenas y Calderón sostienen un debate sobre el tema petrolero. Sí, Raymundo Cárdenas y Jorge Calderón.
Ratificado el acuerdo de seguir en las movilizaciones en defensa del petróleo, los jefes perredistas se sumergen en el debate de las formas: quién se hace cargo. Hasta el cierre, los chuchos llevan de propuesta a Graco Ramírez, y en el otro bando plantean que sean los integrantes de Comité Ejecutivo Nacional quienes designen a los dos encargados.
Todo eso se cacha en los pasillos, porque una de las peores decisiones, aunque menor, es no permitir la entrada de los medios de comunicación a sus sesiones. Los dirigentes y cuadros perredistas son tan, digamos, expresivos y claridosos, que casi todo lo sucedido en el más íntimo de sus encuentros es expuesto al público.
Lo que resulta imposible saber a estas alturas es qué gana quien se lleve la elección, con estos números y esta larga exhibición sin pudores de todas la irregularidades.
A lo mejor, sólo ser la más visible de las dos cabezas.