Usted está aquí: martes 22 de abril de 2008 Política De nazismo y odios

Marco Rascón
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De nazismo y odios

Buena oportunidad para hablar de nazismo y odios. Los espots de marras, como las campañas de insultos y vejaciones públicas, son de la misma calaña: de las campañas salidas del inframundo fascista e intolerante que hay en México, pero que hoy parece haberse extendido a toda la clase política y haberle caído el saco por igual a tirios que a troyanos.

Los espots contra Andrés Manuel López Obrador han sido calificados acertadamente como “orgía de odios” y esto convoca a reflexionar sobre formas y principios en la política mexicana. Hay que recordar los principios de la propaganda nazi de Joseph Goebbels, que se aplica consciente o inconscientemente de acuerdo con las estrategias de la polarización. Goebbels plantea:

1. Principio de la simplificación y del enemigo único. Individualizar al adversario en enemigo único. Unir la crítica interna con el enemigo externo.

2. Principio de la transposición. Cargar en el adversario los errores propios o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”

3. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en una amenaza grave.

4. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. Las masas tienen gran capacidad para olvidar.

5. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

6. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario.

7. Principio de la transfusión. La propaganda opera a partir de un sustrato prexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

8. Principio de unanimidad. Convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

9. “Miente, miente, que al fin algo quedará... Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá...”

Habría que estar de acuerdo en que el arma máxima de López Obrador contra la derecha ha sido “la resistencia civil pacífica”, cuya tarea más alta ha sido bloquear calles y recintos para que, vía el enojo de terceros afectados en su vida cotidiana y por embotellamientos –aun simpatizantes–, adquieran conciencia de que aquí se lucha en nombre de la patria y del pueblo. Esto se hace fundamental y únicamente en la ciudad que ellos mismos gobiernan, siendo el único movimiento en el mundo que lucha por el derecho a ser reprimido.

Ante eso, no se responde a los enemigos odio con odio, sino con “resistencia civil pacífica”, pues el odio, las acusaciones de traición a diestra y siniestra están reservadas a los propios. Seguramente se dirá que, a diferencia de la propaganda derechista contra López Obrador, el fomento al odio interno contra Cuauhtémoc Cárdenas, Ruth Zavaleta, críticos de izquierda, legisladores no sometidos, opositores internos, “ésos sí se lo merecen”.

Este odio hacia lo interno no se hace a través de la radio y la televisión, sino mediante rechiflas, por Internet, llamados al boicot para que no lean a los críticos, campañas de expulsión y acusaciones de traición. La estrategia es restar y purificar al igual que el fascismo y sólo los medios varían, pero en esencia la estrategia de odio es la misma.

Es una excelente oportunidad la campaña de la derecha con sus ribetes goebbelianos para cuestionar el abandono de la izquierda a la lucha por democracia; de la izquierda que optó por las vías electorales y que vio en la ficción “democrática” oligarca el eslabón más débil de la estructura de dominación para reformar y combatir al sistema injusto en su propio terreno. Servirá para cuestionar la conversión del avance electoral en derrota y la toma de tribunas del Congreso, que han puesto a los sectores progresistas en condiciones de retroceso histórico, aislando, fragmentando, dividiendo y haciendo vulnerables las demandas y defensas.

Contrasta la liquidación de la fuerza electoral con las formas primitivas; la necesidad de alianzas y unidad con la fabricación de odios; la necesidad de reformar con la ineficiencia para hacer evidente el carácter minoritario de los sectores privatizadores del petróleo; las formas extremas y reventadoras con el beneficio para el viejo régimen corrupto.

Hoy, por ejemplo, no se pueden dejar las tribunas en el Congreso y regresar a casa, porque ya no existe: el PRD ha sido desaparecido ética, política, jurídica e ideológicamente y sólo el manual de Goebbels llena el vacío.

 
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