■ Su película La sangre iluminada se estrenará el próximo viernes en el DF con 15 copias
Los exhibidores tienen tomado el cine mexicano, dice Iván Ávila
■ Después de la firma del TLCAN se hacen 60 cintas al año, pero no hay dónde proyectarlas
■ El filme aborda la transmutación, que el poeta Juan Carlos Becerra llama el punto de cambio
Ampliar la imagen Gustavo Sánchez Parra en un fotograma de la película
“Quedó chico el espacio que nos dejaron los que negociaron el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) para las condiciones actuales del cine mexicano”, consideró Iván Ávila Dueñas, realizador de la premiada cinta La sangre iluminada, que con la ínfima cantidad de 15 copias se exhibirá a partir de este viernes en salas comerciales del Distrito Federal.
El cineasta señaló que para películas como la suya, de factura no sencilla, de cierto grado de abstracción y rigor artístico, “hay un nicho pequeño, de lo poco que nos dejan los exhibidores”. Ahora el problema, aseguró en entrevista, “es que hacemos 60 cintas al año, pero no tenemos dónde proyectarlas, porque los exhibidores tienen tomado el cine mexicano y nos dan los espacios que quieren, ya que no hay una obligación legal, un porcentaje más alto de espacios. Cuando se firmó el TLCAN no se producía en México como para sostener al menos 20 por ciento de la cartelera con cintas mexicanas. Hay que legislar, y quienes tienen el dinero para cabildear una legislación son ellos. Ahora sí se produce más y hay oferta de todo tipo, desde el cine más comercial, más deglutido, hasta una cine como el de Julián Hernández, Fernando Eimbcke…”
Ávila Dueñas dijo que en la actualidad mucha gente considera al cine mexicano un solo género. “La gente lo toma como si fuera un género. El cine nacional lo hacemos muchas personas con puntos de vista diferentes. Hay muchos géneros. Si no te gusta una película, hay que intentar ver otra hasta que identifiques cuál es el tipo de cine mexicano que te agrada.”
Extraña vida compartida
En La sangre iluminada seis personajes cuentan su extraña vida compartida. Es decir, cada cierto tiempo una rara matemática los sitúa frente a coordenadas en cuyo centro la vida de uno de los personajes cambia para continuarse en el cuerpo de otro. Un alucine, que puede tener lógica. En la coincidencia de dos caminos que se cruzan se produce un fenómeno de transmutación.
Es el momento de un nuevo cambio corporal para uno de los seis personajes, que narran su compleja existencia por medio de los deslizamientos de su ser, de uno a otro cuerpo, formando un entramado de recuerdos y vivencias compartidas.
El cinematografista afirmó que se partió de la poesía de José Carlos Becerra y de textos de Fernando Pessoa. Se tenía la idea de la relación de los hechos. Hay una influencia de Pessoa. Existen personas que han cambiado su carácter de la noche a la mañana y la imposibilidad de afirmar que una ha sido siempre la misma persona son premisas para su cinta.
“Los personajes de la cinta están condicionados por este fenómeno de transmutaciones constantes, que delimita todos los aspectos de su vida y sus relaciones personales. Por más que traten de olvidar o negar su extraña naturaleza, no podrán nunca ser normales. La transmutación es algo que tienen cada día frente a ellos.”
Pero por qué la sangre. El cinerrealizador explicó: “Siempre creí que un fenómeno como éste tiene que ver con la sangre. La única explicación posible es la sangre, según Becerra. Él llamaba a esto el punto de cambio, el instante probable. Cuando el cuerpo intenta el ritmo del infinito. Fernando Pessoa tiene una frase que dice: ‘Sólo pido que no me cueste mucho saber que existo’. Los personajes de la cinta (todos enfermos de melancolía) lo que no pueden olvidar nunca es que existen y que lo hacen de forma determinante, que los cambiará de cuerpo”.
La sangre iluminada, reiteró el zacatecano, trata “de esas personas que viven una realidad paralela a la cotidiana y que se ven aislados por su incapacidad para entender lo que les pasa y por la imposibilidad de compartirlo. Realidad paralela y posible, símbolos que escapan a la razón y seres que, sabiéndose parte de un orden cósmico mayor, sólo pueden asumirse en el extremo de la individualidad”.
Se le preguntó si la gente que no está acostumbrada a ver un cine diferente tendría alguna dificultad para comprender la historia. Respondió: “Con un poco de sensibilidad es fácil entenderla, aunque vivamos en una ciudad en la que la falta de sensibilidad es cotidiana”.
Argumentó: “Cuando ya estaba terminada, proyecté la cinta a un sobrino de ocho años. Fue grato que haya entendido la historia y que me haya cuestionado cosas, como que si los personajes cambiaban de cuerpo, entonces el alma tendría un final. Según la religión el alma perdura, pero, de acuerdo con la cinta, parecería que no. Eso me dio tranquilidad. Hay que recordar que un niño es un ser menos prejuiciado”.
Para el cineasta hay un riesgo en crear este tipo de películas, pero no significa “que dejemos de hacer el cine que queremos. Produzco algo que pienso que se puede entender, aunque probablemente no llegue a todos lados. En el cine debería entenderse para poder decir si te gusta o no, pero, como está ligado al negocio a la taquilla, uno pensaría que siempre debe ser fácil de comprender”.
La sangre iluminada, producida por el Instituto Mexicano de Cinematografía, Sobrevivientes films y 13 Lunas, cuenta con las actuaciones de Gustavo Sánchez Parra, Jostein Roustand, Enoc Leaño, Flor Payán y Jorge Zárate, entre otros.