Usted está aquí: miércoles 23 de abril de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Ridiculeces

■ Felipe lanza su espot

■ Debate de trámite

Felipe Calderón cedió (y se dio) gustoso a la tentación de involucrarse en asuntos partidistas y legislativos, ante los cuales una investidura que se considerara republicanamente equilibrada habría preferido guardar silencio. Retraído en casa cuando visitantes colombianos vienen a insultar la memoria de estudiantes asesinados en Ecuador, el presidente de la República de Los Pinos consideró adecuado abordar en el extranjero –en el contexto de una visita supeditada a proyectos de la Casa Blanca y el Pentágono– los asuntos internos de un partido, el PRD, que no es el suyo, y de un poder, el Legislativo, ante cuyas incidencias cotidianas no le corresponde sino mantener el mayor de los respetos y la más prudente de las distancias.

La pronta respuesta que dio a una pregunta formulada en una rueda de prensa compartida con sus colegas de Canadá y Estados Unidos mostró a Calderón en la misma línea de golpeo del membrete de ultraderecha que mantuvo espots de odio en televisión hasta los últimos minutos del pasado lunes. Como si estuviera esperando la pregunta, el michoacano dividió su contestación en dos partes. En la primera aseguró ser un persistente apostador en favor de lo institucional y desmintió las versiones del “secuestro” del Poder Legislativo pues, dijo, “el Congreso está funcionando normalmente” y “hay una actitud responsable por parte de la mayoría de los partidos políticos ahí representados”.

Pero no se quedó allí, sino que deploró la actitud que “empobrece la imagen de quien la realiza”, como en el caso del PRD que, además de “su propia crisis interna, hoy vive un empobrecimiento de su imagen pública por comportamientos que, simple y sencillamente, los ponen en ridículo”. Tanta enjundia de valoración sub- jetiva, interesada y dolosa (pues los actos que juzga corresponden a una reacción pacífica y legal ante una iniciativa de reformas que él envió para que fuera discutida, impugnada y, eventualmente, rechazada) no tuvo la misma entereza en cuanto a los espots emponzoñados de su camarada Velasco Arzac, pues respecto a esos anuncios difamadores sólo le alcanzó para eludir así: “por otra parte, el tema que usted menciona ya está en manos de las autoridades, y estoy seguro de que una nueva autoridad electoral, como el IFE, resolverá conforme a derecho lo que considere procedente respecto de los anuncios televisivos que usted menciona”. Dos varas distintas para asuntos del mismo origen y, aún peor, una vara metiche y ofensiva para el PRD y la vida interna del Poder Legislativo, y una vara cuidadosa e “institucional” para los anuncios de obscenidad política que van en la línea de su inspiración ideológica. A fin de cuentas, con esas posturas, el lic. F.C. se confiesa presidente de la asociación impolítica denominada “Con mejor suciedad, a lo mejor gobierno”.

Los hacedores de ridículos según San Felipe seguían ayer entrampados en su espectáculo de quiebra. Conforme a los plazos establecidos, Leonel Cota ha dejado la presidencia del sol azteca (y se ha dispuesto de inmediato a trabajar para ser diputado federal por algún distrito de Baja California Sur el año entrante y continuar la saga caciquil familiar), pero ese es el único supuesto procesal que se ha cumplido, pues los órganos de gobierno del PRD continúan resbalando en busca de la salida menos dañina para el enredo electoral en que participaron tanto chuchos como encinos. Se ha llegado incluso al desesperado invento de una directiva provisional bicéfala que durará unos cuantos días, en espera de que se reúna otro órgano de gobierno que buscará otra solución, que en caso de no darse inventará otra medida de por mientras que, a su vez… Y, bueno, técnicamente, los dirigentes del PRD (por este día) son ni más ni menos que el deudor de Carlos Ahumada, el senador Graco Ramírez, y el zacatecano Raymundo Cárdenas. Cártel de la política organizada, con territorios repartidos en espera del próximo ajuste de cuentas.

En el obituario político ha reaparecido un sinaloense que dos elecciones atrás fue usado por el cesionario Ernesto Zedillo para garantizar a Estados Unidos que manejaría México mediante la figura desnacionalizada y frívola de Vicente Fox. Francisco La- bastida Ochoa fue el personaje usado para dar paso al proyecto de “alternancia” partidista sexenal, y ahora vuelve a colocarse como eficaz comisionista de intereses trasnacionales en su calidad de propicio presidente de la Comisión de Energía del Senado, que ya está listo para iniciar un debate de 70 días, que al final sólo servirá para convalidar la decisión tomada por la cúpula del PAN y el PRI, en el sentido de aprobar negocios particulares de salpicadura porcentual. El mismo bla bla bla soso y falsamente condescendiente que le ayudó a formalizar la derrota programada en 2000 está ahora de regreso, como para recordar a todos la vacuidad entreguista de gran parte de la actual clase política sin clase.

Y, respecto al simulacro de discusión seria y a fondo que está por aprobarse, ha de decirse que es un mero debate de trámite. Formatos profundos e intensos, al estilo Labastida. Difusión en páginas de Internet (mientras la televisión abierta y la radio estén bombardeando a los ciudadanos con anuncios pagados por los gobiernos o por membretes ciudadanos de dineros oscuros). Y la amenaza permanente de la convocatoria a periodo extraordinario en cualquier momento, para aprobar al vapor la iniciativa que quisieron, pero no pudieron, sacar de madruguete este mes. La capacidad de resistencia en el ámbito legislativo “de izquierda” ha sido minada por la campaña mediática de descrédito y por el impacto de las divisiones perredistas por causas electorales internas. Sigue entero y plenamente dispuesto el frente cívico, el de los juanes y las adelitas, pero a cierto segmento de senadores y diputados tibios les urge zafarse del movimiento de resistencia pacífica (para ya no hacer el “ridículo”).

Y, mientras Marcelo Ebrard se lanza al rescate vial del tesoro de los votos de las clases económicamente poderosas del poniente de la ciudad de México, mediante aventuras empresariales privatizadas de tierras profundas, ¡hasta mañana, con Ruth en plena Pataleta!

 
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