■ Ni visos de la presunta parálisis legislativa que alegan medios electrónicos
Martes de cabildeos, agendas desahogadas, baile y furia blanquiazul contra una mujer
■ Al parecer se allana el camino para un debate nacional sobre el petróleo mexicano
Ampliar la imagen Brigadistas en defensa del petróleo en la marcha de ayer del Hemiciclo a Juárez a la Torre del Caballito, sede alterna del Senado Foto: Carlos Ramos Mamahua
Si el lugar común acredita su condición de tal, la tercera será la vencida: hoy podrían deponer su protesta en las tribunas de Xiconténcatl y San Lázaro los legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP). El optimismo que una vez más mostraron, en medio de esta crisis, Francisco Labastida, Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel, tenía, en efecto, una proporcional correspondencia en los voceros de la oposición. Pero…
Dándole vuelta y media a sus análisis, en ambas cámaras PRD, PT y Convergencia ayer deshojaban la margarita.
Sí, apuntaban cautelosos, puede estar muy “amarrado” el acuerdo en la Comisión de Energía y en la Junta de Coordinación Política del Senado, y puede estar también aceptado de inicio por la contraparte, pero el FAP “tiene su propia dinámica de decisiones y acuerdos, sus tiempos y ritmos”. En suma, su agenda.
Ya lo había ratificado la noche del lunes el senador Carlos Navarrete: las decisiones se asumirán de manera colectiva por las seis coordinaciones de ambas cámaras.
Pero en San Lázaro los diputados seguían anoche a la espera de las señales de los senadores. Y éstos, a su vez, mantenían un intenso cabildeo para depurar el acuerdo.
Así, con la solución al parecer ahora sí en puerta al reclamo de abrir un amplio debate en torno a la iniciativa de reforma petrolera y que se conjure cualquier tentación de albazo legislativo, senadores y diputados de todo el espectro político tuvieron un martes muy ajetreado.
El volumen de las agendas desahogadas ayer refleja todo, menos parálisis legislativa, aunque, tercos, muchos medios llevan exactamente 13 días tratando de convencer de lo contrario. ¿Pero a quién?
Efectivamente en sedes alternas, pero ambas cámaras del Congreso resolvieron ayer sus respectivas sesiones ordinarias, a las que prestos han acudido desde el pasado martes 14 –si acaso tomando algún atajo– los legisladores de PRI, PAN y demás.
Y, ¡oh, paradojas!, son los mismos que no se han cansado de repetir ante cualquier micrófono, que el Poder Legislativo se encuentra “secuestrado” y se rasgan las vestiduras ante los “espectáculos” callejeros de las brigadas de mujeres que tozudas, eternas y alegres, no deponen su actitud en defensa del petróleo mexicano.
Pero a ver quién entiende a esas buenas y bien portadas conciencias institucionales. ¿O cómo se le hace para ubicar los impulsos histéricos mostrados por las senadoras del PAN María Teresa Ortuño, Judith Díaz, Beatriz Zavala (la ex secretaria de Desarrollo Social, para más señas), Gabriela Ruiz, Lázara Nelly González Aguilar y Adriana González Carrillo?
Imbuidas de espíritu bronx, en franca contradicción con su look muy legislativo, ellas se dedicaron a increpar a la senadora del PRD y ex dirigente empresarial Yeidckol Polevnsky, quien hizo un paréntesis a su protesta en tribuna para rebatir el contenido de las reformas a la Ley de Adquisiciones y Arrendamiento y Servicios del Sector Público.
¡Y cómo le fue con sus colegas del PAN! Por el pecado de no haber pasado lista –y claro, sin mencionar que adelantaron del décimo al primer lugar la aprobación del citado precepto– a la senadora Polevnsky le gritaron: “¡ya cállate!, ¡ya vete!, ¡ya nos vinieron a pendejear!” y otras lindezas.
Ella no se arredró. Y sin acusar la trampa del cambio en el orden del día, se responsabilizó de su tardanza y dijo que, con la pena, no se quedaría al resto de la sesión, “porque tengo cosas que hacer y porque quedé de estar allá abajo”.
De paso, y sola contra la furia blanquiazul, le aclaró a Humberto Aguilar Coronado –ex subsecretario de Gobernación, por cierto– aquello que los medios electrónicos y no pocos columnistas se han empeñado en ocultar: “No ha habido en ningún momento un interés por parte de nuestro movimiento de lograr una parálisis legislativa… No estamos haciendo más que una protesta, que lo único que se tomó es el presídium y nada más”.
La verdad es que el compromiso de la legisladora del PRD de ir “abajo” era mucho más interesante y, sobre todo, guapachoso.
Las mujeres, ahora sí ya muchas vestidas de adelitas, decidieron dar ya no un giro, sino muchos, a su protesta frente al edificio de El Caballito.
Armaron el bailongo, y no hubo género ni rola que las venciera: salsa, merengue, rock, quebraditas y lo que saliera de las potentes bocinas fue literalmente ejecutado contra el quemante pavimento de la lateral del Paseo de la Reforma.
Y nada de que un brincoteo infernal sólo por compartir cumplidamente con la protesta. Para nada. Animadas, alegres, sinuosas, que no insinuantes, porque estas mujeres son muy directas, bailaban y se lanzaban en coqueta arremetida contra los encorsetados policías federales que resguardaban El Caballito detrás de las rejas metálicas.
Pero, como dijo Ana Luisa en uno de sus múltiples acercamientos a Jesús, el guapísimo policía a quien muchas echaron el ojo, ella llevaba “mano”. Por largo rato se le plantó enfrente. Se la “cantó” derecho, mientras él se debatía en el dilema de guardar compostura o, vanidoso al fin, recibir sus piropos y los de decenas de chavas de la brigada 10, Antonieta Rivas Mercado.
¡Claro que estaba más interesante abajo! Hasta escena de celos hubo: “No me pongas el cuerno, que soy adelita y soy bien aguerrida”, le decía Ana Luisa al robocop. ¡Ay, Jesús!