Para Leonora
Pensó en abrir los ojos,
Las pinturas habían
herido su mirada
Porque el tiempo del color
y el tiempo
En que envejecen las
imágenes era algo que
Había comprendido.
Tenía que dejar atrás la
mirada
Y encontrar el sortilegio
de ver.
Luego, un poco más tarde
Tuvo las esculturas frente
a sí
Sintió cómo las siluetas,
los moldes, la matriz
De sus osamentas,
entraban como un
huracán
Embravecido en su
cuerpo que se dejó
Llevar como un barco
Fantasma,
Sin rumbo, sin destino.
Pero no le importó
Porque había encontrado
Que las esculturas tenían
Un lenguaje,
Que salía de la carne
Del metal.
Que la edad de cada
efigie
Se remontaba a las
pinturas
De las cuevas,
A los cultos olvidados
De los celtas.
Sintió que su mirada
Era muy antigua,
Sintió la edad de
Cada escultura
En cada poro de
Un cuerpo que había
Vivido durante milenios
Y ahora recordaba todo.