■ Presenta Jesús Jáuregui libro que resume tres décadas de investigación
El mariachi, símbolo nacional olvidado por la propia intelectualidad mexicana
■ En Estados Unidos, su estudio se da hasta en universidades, apunta
El libro El mariachi, del reconocido antropólogo Jesús Jáuregui, puede considerarse quizá como el primer trabajo sistemático y riguroso sobre ese tema fundamental para la cultura y la identidad mexicanas, aunque ha sido un asunto erróneamente ignorado por intelectuales y academias, tal vez debido a la obviedad de la omnipresencia nacional de esa música y a su adopción en varios países de América, Europa y Asia.
Lo anterior fue planteado la noche del viernes durante la presentación de dicho volumen, que con sus más de 400 páginas, más de 300 imágenes, 51 entrevistas, una bibliografía que supera las 500 fichas y casi tres décadas de investigación, puede considerarse como un verdadero acontecimiento cultural, académico y editorial.
El libro, coeditado por el INAH y Taurus, conjuga la investigación histórica, documental y antropológica, de campo, sobre esta música surgida en las regiones de Jalisco y Nayarit en el siglo XVIII y de la que aún sobrevive el “mariachi tradicional” y su derivación más conocida: el “mariachi moderno”, al que se le agregaron elementos como la trompeta, y que ha sido muy promovido por los medios masivos de comunicación.
Durante la presentación, realizada en los jardines del ex Convento de Churubusco, sede del Museo de las Intervenciones, y en un receso del Mariachi Real de México, que amenizó la velada, Jáuregui cuestionó:
“Una de las principales marcas de México con respecto al mariachi es, si no el desprecio, al menos la ignorancia de sus intelectuales. La tesis que yo presenté fue la primera sobre el mariachi, en 1995. Y fue problemático que fuera aceptado como tema digno de tesis doctoral en antropología, en este país, no en Birmania.”
En cambio, agregó, en Estados Unidos la investigación sobre el mariachi comenzó en la década de 1960 y ha consolidado una tradición académica de “mariachiólogos” estadunidenses. Inclusive, señaló que, aparte de las clases de mariachi en las escuelas, existe la carrera a nivel universitario. En México en cambio, resumió, predomina el descuido.
Y agregó que mientras en las campañas políticas estadunidenses Hillary Clinton y Barack Obama se han presentado con mariachis y el segundo tiene inclusive un corrido, en México hace muchos años que no se ha visto a un político que recurra a esa tradición.
Raíces africanas y árabes
Jáuregui dijo que gracias a investigadores estadunidenses y luego cubanos, se sabe que las dos secciones de un mariachi –armonía (vihuela, guitarra, guitarrón) y melodía (violínes, trompetas)– tocan a contratiempo, “y esa es una característica de la música africana, negra”.
Pero además, apuntó, en el caso de los sones, en particular con el estilo moderno del mariachi, la rítmica que toca la sección de la armonía también tiene características africanas.
Dijo que el error más grande de los aficionados que han trabajado o intentado trabajar la historia del mariachi es pensar que los tres grandes componentes de esas agrupaciones estuvieron juntos desde el principio y en una misma población.
Esos grandes elementos son, continuó, la tradición de música, de canto y de danza. “Se trata de una tradición que en principio llega del viejo mundo, con una doble pinza: por un lado, llega con los conquistadores ibéricos, pero a ellos los instrumentos, con excepción de la trompeta, les llegaron quizá con variantes más primitivas del mundo árabe.
“Toda la manera de tocar esos instrumentos deriva de un tratado de música redactado en Bagdad en el año 901. Y que llegó a Andalucía y de ahí se difundió por el resto de Europa.”
Comentó que los géneros que interpreta el mariachi tienen no sólo una manera de tocar, sino una manera de cantar, “en lo que también llegan una serie de arquetipos y prototipos de literatura oral y cantada, que son los que se usan en los géneros tradicionales”.
Aclaró que el nombre “mariachi” también tiene su historia y que los grupos musicales no siempre se llamaron así, sino de varias maneras, aunque la palabra con la que ahora se denomina generalmente ha terminado por imponerse debido a su tradición y fuerza.
Así sucedió también, dijo, con el traje de charro, que comenzó a configurarse como propio de los mariachis en el siglo XIX. Y aclaró que no es lo mismo la palabra “charro” y el “traje de charro”, elementos que se fueron configurando como símbolos nacionales.
“En su camino colectivo, histórico, inconsciente, no buscado quizá por los músicos en lo individual por llegar a ser el símbolo de los mexicanos, no tenía alternativa más que llegar a vestirse con el traje de charro.”