Sigue la invasión hormiga en áreas de conservación
El lunes pasado comentamos aquí la invasión de un terreno de 70 hectáreas verdes ubicado en Periférico Sur y bulevar Picacho Ajusco. Al día siguiente, los 150 invasores y los 40 vehículos que allí se encontraban fueron sacados por la fuerza pública. El desalojo fue pacífico, pero fueron detenidas 11 personas que dijeron pertenecer a la Confederación Agrarista Mexicana, así como a los líderes Víctor Segura Mendoza (El Nene) y Jorge Hernández. Se les acusa de ocupar áreas verdes en suelo urbano, despojo y resistencia a particulares. El terreno fue restituido al apoderado legal del Fideicomiso Bancomer.
El viernes pasado, en desplegado aparecido en el diario Reforma, los “socios, inversionistas y empleados del Grupo Vistas del Pedregal, FRISA, constructora de ciudades” agradecieron a don Marcelo Ebrard y al procurador de Justicia del Distrito Federal haber terminado con esa invasión. El terreno albergará “un desarrollo muy importante para nuestra ciudad”. Ni una línea de reconocimiento a los vecinos que llevan años defendiendo esa área verde y que, a costa de su integridad física, denunciaron oportunamente la invasión. Se trata de un ecosistema que debería conservarse en beneficio de los habitantes de esa parte de la ciudad, cada vez más sobresaturada de cemento y asfalto.
Aunque los vecinos no sabían que luchaban en favor de grandes intereses inmobiliarios, hoy insisten en que el gobierno de la ciudad garantice esa extensión como pulmón verde. Al respecto, cabe recordar que en diciembre pasado el jefe de Gobierno presidió la recuperación de casi 50 hectáreas en el Ajusco, donde 160 familias habían levantado sus viviendas. Si bien estaban asentadas legalmente, era una zona de conservación que por ley debe estar libre de construcciones. Mediante un canje por departamentos, se recuperaron esas hectáreas. Otro canje no resulta imposible en el terreno de Periférico Sur y bulevar Picacho Ajusco, habida cuenta de las buenas relaciones del gobierno citadino con los empresarios. Don Marcelo Ebrard opina, además, que frenar la ocupación de la zona ecológica no se puede hacer solamente utilizando la fuerza pública para desalojar a quienes ocupan lotes en áreas que son vitales para la ciudad, sino que debe haber recursos y programas para dotar de vivienda a la población menos favorecida.
Se trata de uno de los retos más importantes de los gobiernos con territorio en la cuenca de México. Sin embargo, se carece todavía del plan maestro metropolitano para regular el crecimiento urbano y garantizar el suelo de conservación. Datos oficiales y de los centros de investigación muestran que, pese a tantas promesas oficiales, avanza la mancha de asfalto sobre áreas claves para la recarga de los acuíferos y la vegetación que poseen. También sigue la invasión hormiga de las áreas de conservación, aunque con muchísimo menos intensidad por la mayor vigilancia de las autoridades. En las delegaciones Magdalena Contreras, Tláhuac y Xochimilco continúa el crecimiento habitacional sobre áreas agrícolas o arboladas. Cada metro que avanza allí la mancha de asfalto cierra la posibilidad de recargar el acuífero, producir oxígeno y disminuir la contaminación.
Los especialistas igualmente muestran la forma anárquica y acelerada en que se ocupa el suelo en los 19 municipios conurbados, la especulación de áreas agrícolas o de reserva y cómo actúa la industria de la invasión que encabezan “líderes” vinculados especialmente con el partido que gobierna en Hidalgo y el estado de México. Aumentan así los problemas globales de abasto de agua por menos recarga del acuífero y por su sobrexplotación, y los daños a la salud pública por el deterioro ambiental. Elaborar el plan maestro de crecimiento metropolitano, y cumplirlo a cabalidad, es entonces una tarea que no debe postergarse.
Colofón: cuando el licenciado Calderón compartía escenario con el presidente más impopular que ha tenido Estados Unidos, los medios internacionales mostraban la calaña del gobernador de Jalisco y la de su guía espiritual, el cardenal de Guadalajara. Ambos pertenecientes al partido de la moral, las buenas costumbres, la gente decente.