Astillero
■ Duelos
■ Cordero
■ Gallitos
■ Amoríos
Línea (dolosa) de continuidad ideológica y propagandística que va del espot de los dictadores a la dictadura de los espots: Mejor sociedad, mejor gobierno: vivir mejor. Evolución de lemas que transita del reino ultraderechista del Yunque (con Guillermo Velasco gastando millones de pesos, de origen hasta ahora fiscalmente desconocido, en una campaña de sucia propaganda televisiva contra López Obrador) a los sueños futuristas de un secretario políticamente desconocido (e insustancial) que se considera presidencialista porque el amigo Felipe lo instaló en el gabinete de gobierno y le endilgó el manejo electoral de las políticas de asistencia social (y porque Mouriño a estas alturas a lo más que aspira es a sostenerse en Bucareli). Cordero de Sedeso que quitas el pecado de Solidaridad (y Oportunidades), ten piedad del presupuesto.
Línea de (dolorosa) continuidad estratégica que va de la asamblea panista de fin de semana a los comicios intermedios del año venidero, cuando el calderonismo pretende ganar mayoría en San Lázaro para impulsar por sí mismo lo que a su interés convenga. Acicateado por el extraño retorno del señor Fox, el grupo compacto y ultraliviano de Los Pinos se ha dado cuerda en la antes citada asamblea panista para saltar, gallito móvil y agresivo, al menos en apariencia, al palenque cuyas peleas de compromiso se librarán en 2009 (los felipillos temen que el esposo de la señora Marta pretenda arrebatarles candidaturas o convertirse en factor de presión que les meta “ruido” a la hora del reparto de postulaciones a la Cámara de Diputados. Chente, quien insiste en hacerse llamar “presidente”, al estilo de su patria espiritual, que es Estados Unidos, en estos días lo mismo asoma en exposiciones guanajuatenses, disputándole reflectores al gobernador Juan Manuel Oliva –¿who?–, que le da el beso de San Cristóbal a la iniciativa de reforma petrolera, siempre acompañado por su manejadora profesional, quien por prudencia –judicial– no apareció en la reunión sabatina de los panistas). En ese contexto electorero asoman los burócratas negociantes que aspiran a vivir en la mediana mejoría y reciclan las mismas tretas salinistas de reparto de migajas de subsistencia a cambio de pasajeras lealtades electorales.
Dolo, dolor y desafío en el Senado, donde miembros del partido blanco y azul tuvieron que salir ayer en defensa del honor femenino supuestamente maltrecho por el convergente Dante Delgado, quien había deplorado que los caballeros comprometidos con una patria “ordenada y generosa” no tuviesen arrestos para “decir lo que deben de venir a decir” en tribuna y, por esa falta de testosterona política, lo pusiesen a debatir con una mujer. No hubo adelismo panista capaz de enfrentar por sí mismo, sin ayuda del género complementario, los señalamientos del veracruzano, e incluso los machos blanquiazules llegaron al extremo de proponer arreglos ajenos al protocolo, en especial el aguascalentense Rubén Camarillo (paisano del senador pistolitas, Felipe González, quien en el primer día de la toma de las tribunas desesperaba porque no podía sacar a patadas a los fapistas protestantes), que proponía al naranjero Delgado “encontrarse” para ver “cómo dirimimos esta diferencia” (el mejor pronunciamiento del día lo hizo Carlos Navarrete, al proponer que el duelo entre senadores se realizara a las cinco de la mañana en el Bosque de Chapultepec, con los combatientes encuerados y peleando a ligazos).
Astillas
Silvana Rabinovich comenta: “Escuché el discurso que llamas ‘sermón del Zócalo’ y no comparto tu lectura, que por apresurada sólo se detiene en estadísticas. No se puede dejar que los voraces de siempre monopolicen las palabras: el perdón o el amor, invocados de manera veraz por AMLO, no suenan como habitualmente lo hacen en la saliva de los clérigos de cualquier credo. Cuando (evocando a Discépolo) López Obrador osa poner ‘la Biblia junto al calefón’, le da otro sentido a “la Biblia”: la cuestión del amor apareció en el discurso pasado junto a una propuesta interesante de contrapolítica; ayer, la del perdón (y también la alegría) debía ser leída en el mismo contexto. No creo que debamos renunciar a las palabras que otros quieren administrar: ellas –según los cabalistas– están hechas de material explosivo (pueden tanto iluminar como quemar) y en muchos casos (como en los púlpitos de la derecha incendiaria que eructa en tantos medios prostituidos y, sobre todo, en los tres poderes instituidos) sería deseable exigir –de acuerdo con un criterio de responsabilidad pública– la tramitación de algún permiso de portación de palabra”… Darío Téllez está en desacuerdo con la ironía de la columna del lunes, en la parte relativa al discurso de AMLO en el Zócalo capitalino: “Quizá su comentario busca hacer reflexión en que la convocatoria a amar al prójimo (y a perdonar en todo instante) no permite dar solución a algo o lograr un objetivo en el ámbito de la política, o que puede traer como consecuencia absoluciones que implican impunidad. En ese caso, hay dos ejemplos que no están con esa tesis: Monadas Karamchand y Tenzin Gyatzo”… Gerardo Alemán considera que “si el amor vino a colación en el discurso de ayer, fue en respuesta al mentadísimo mierda-espot. La gran diferencia es que, a la hora de las verdades, el amoroso ha honrado al amor, mientras los mierdosos han honrado a la mierda que los vio nacer (…) Sobra aclarar que no hablo del amor telenovelero, hablo del respeto en su grado más elevado, más espiritual”… Y, mientras Mouriño y el presidente de la Corte se ven impedidos, por el agua, de compartir acto político, y Ruth Zavaleta denuncia amenazas de muerte por celular oportunamente contrastantes –las amenazas y la denuncia– con el previo discurso conciliador lopezobradorista, ¡hasta mañana, en esta columna que, para desentenderse un poco de la política y entrar al terreno de los sentimientos y lo íntimo, relee Los amorosos, del gran Jaime Sabines, que en su primer párrafo dice: “Los amorosos callan./ El amor es el silencio más fino,/ el más tembloroso, el más insoportable./ Los amorosos buscan,/ los amorosos son los que abandonan,/ son los que cambian, los que olvidan”!