Usted está aquí: miércoles 30 de abril de 2008 Política En la sierra, Calderón palpó las necesidades de los pobres

■ Último punto de su gira por Zacatecas y Nayarit

En la sierra, Calderón palpó las necesidades de los pobres

Claudia Herrera Beltrán (Enviada)

El Nayar, Nay., 29 de abril. En la sierra de El Nayar, el presidente Felipe Calderón durmió en una de las pocas cabañas hechas con ladrillos –la mayoría son de tablas– y no prescindió de las ventajas de la modernidad: computadora e impresora al pie de dos camas que formaron una tamaño king size.

“Ahora sí tenemos luz de la buena”, exclamó el gobernador, Ney González cuando el mandatario federal subió el switch en la comunidad de Santa Teresa.

El propio Presidente, junto con los secretarios Josefina Vázquez Mota, Angel Córdova, Ernesto Cordero y Juan Elvira Quesada y el mandatario priísta fueron los primeros beneficiados al pernoctar en las iluminadas cabañas tsuhúa (orquídea en lengua cora).

Fue el último punto de una gira maratónica por Zacatecas y Nayarit. En nueve actos entregó de todo: centros de salud, dinero para adultos mayores, útiles escolares, certificados de estudios, aulas, caravanas...

En su escala en El Nayar, los funcionarios pudieron palpar las necesidades de los pobres, esos que con precisión el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, contabilizó en un millón 500 mil futuros beneficiarios de su nuevo programa nutricional.

Tocado con sombrero y morral de la etnia cora, el Presidente caminó por esta tierra de color ocre protegido por elementos del Estado Mayor Presidencial y en algunas zonas, a salvo de la gente que quiera acercársele, pues fue ubicada tras las vallas.

De camino al albergue escolar, última escala antes de concluir el día, el Presidente recibió un morralito de “lana virgen” de José Aguilar González, sacerdote misionero de la región cora-tepehuana, con una petición: que reconstruya la iglesia en ruinas que tiene 300 años de antigüedad.

“Que Dios lo bendiga, me lo cuide y me lo proteja”, expresó el sacerdote y luego a petición del gobernador, contó que tiene en su poder un “animalito” con deformaciones: cuatro orejas, ocho patas y dos colas, que encontró en la comunidad La Campana y que los lugareños bautizaron como El Chupacabras.

Luego de la advertencia el Presidente visitó el albergue escolar, donde todavía el pequeño Denis, le platicó un cuento sobre un niño y un diablo, lo que hizo exclamar al presidente que se trataba de El chupacabras.

En la tierra de El chupacabras, Calderón se fue a descansar en una cabaña equipada con sala, comedor, baño, una terraza, y la recámara con pequeño ropero, espejo y un cuadro en la cabecera de la cama.

En una casita contigua, la cocinera Irma Ramírez dispuso todo para la cena: pollo en caldo, quesadillas de requesón, ensalada y café de olla.

 
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