Usted está aquí: miércoles 30 de abril de 2008 Espectáculos Concierto lleno de recuerdos en el Auditorio

Concierto lleno de recuerdos en el Auditorio

Amalia Rivera

Liza Minnelli refrendó la noche del lunes en el Auditorio Nacional que las verdaderas estrellas no necesitan de alardes tecnológicos para brillar y ganarse la ovación de pie de 8 mil almas.

Durante dos horas, una esbelta y ágil Liza, aunque con limitaciones físicas, cantó sus grandes éxitos, bailó y se confirmó como una amena contadora de historias que revive con exaltación, sentido del humor y dramatismo las más variadas anécdotas de su herencia artística: “Mientras los niños de mi edad pasaban la tarde en el parque, yo pasaba el día en la Metro Goldwyn Mayer (MGM), y aun desde antes, pues mi madre (Judy Garland) estaba embarazada de siete meses cuando cantó Hello, hello, que mi madrina le compuso”.

Acompañada de una portentosa banda de 12 músicos y un cuarteto de cantantes-bailarines, sorprendió mostrándose enfundada en largas botas que dejaron ver sus muslos y ejecutando las coreografías de Clap your hands, Funny face, entre otros clásicos del cine de los 40 compuestos por Kay Thompson –“esa gran dama, encarnación plena de la sofisticación”–, directora musical de la MGM y la madrina que estuvo con ella en los mejores y peores momentos de su vida, y que homenajea en su show, al igual que a Papi, Bill LaVorgnia, su director musical durante 30 años, fallecido el año pasado.

Mi gran familia

“Mi familia ya está en el cielo. Pero ustedes son mi gran familia”, declaró al presentar a su hermana Christian Nina Minnelli, con quien cantó On a clear day, que de inmediato recibió el arropamiento del público.

Liza no dejó de incluir en su repertorio las consagradas que encienden mentes y corazones: The man I love, Maybe this time, Sara Lee, Cabaret, New York New York, o My Mammy –dedicada a Esteban Matisson, de Acasida–, sólo que ahora, advirtió antes de la estrofa final y riéndose de sus limitaciones, “¡sin apoyar la rodilla!”, al estilo Al Johnson, como hace 35 años en este mismo auditorio y en muchos otros foros del mundo.

Después de agradecer con caravanas los aplausos, tomada de las manos de los músicos, como en Broadway, Liza regresó al escenario para brindar la última e irse. “Decía mi padre que elegir la canción que cerrará el show es una dura elección”, confiesa. Y tras interpretar a capella I’ll be seeing you con su voz monumental, el público quiere otra. Cuatro veces regresó a escena para agradecer emocionada a las 8 mil personas que de pie la aclamaban, pero que ya no lograron hacerla cantar. Ni una más.

 
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