La carestía tiene efectos en la salud y nutrición de los más pobres: BM
Para los países latinoamericanos, el aumento en el precio de los alimentos en los dos años recientes es un “asunto serio” que pone a prueba la solidez de las reformas económicas de los últimos años.
Los datos del Banco Mundial son contundentes: entre marzo de 2006 y el mismo mes de este año, el precio del trigo aumentó 152 por ciento, el maíz repuntó 122 por ciento y la carne lo hizo en 20 por ciento.
“Mientras América Latina en conjunto es un exportador neto de alimentos, la inflación en los productos alimenticios tiene un impacto perjudicial en los ingresos, la nutrición y la salud de los consumidores pobres”, indicó un informe del Banco Mundial que no ha sido publicado y del que La Jornada obtuvo algunas partes.
“Aun si un país es vendedor neto de alimentos, la mayoría de la población está integrada por compradores netos de alimentos, que son afectados por el alza en los precios”, añadió el organismo. Los más pobres son afectados de manera desproporcionada respecto de la totalidad de la población, dado que destinan una mayor parte de su ingreso a la compra de comida, abundó.
El aumento en los precios de los alimentos, al mismo tiempo, reduce el ingreso real de la población más vulnerable y tiene “serias consecuencias” en la nutrición y en la salud. Para la mayoría de los países en la región, la apreciación de sus divisas frente el dólar estadunidense apenas compensa una pequeña fracción del alza internacional de precios en los alimentos, indicó el organismo.
“Es cierto que este aumento de precios en alimentos es serio: en promedio, el precio internacional casi se ha duplicado en los pasados 36 meses, pero también es cierto que, en su conjunto, América Latina está en mejor posición para enfrentar el problema de lo que lo que ha estado en muchos años”, consideró.