Usted está aquí: viernes 9 de mayo de 2008 Opinión ¡Ríndanse!, luego platicamos

Jaime Martínez Veloz

¡Ríndanse!, luego platicamos

El llamado del EPR para establecer un diálogo con el gobierno federal, con propósitos muy concretos, como la presentación de sus dos dirigentes desaparecidos, ha tenido diversas interpretaciones y repercusiones.

Funcionarios de los aparatos de seguridad del Estado mexicano filtraron a diferentes medios de comunicación supuestos acercamientos de esa organización guerrillera con el gobierno, lo cual fue desmentido en forma categórica por la propia agrupación.

El pronunciamiento formulado por los eperristas introdujo una nueva variable en su esquema táctico. La respuesta de la Secretaría de Gobernación fue torpe, inapropiada y arrogante. Todo parece indicar que los agarró mal parados, o que adolecen de deficiencias estructurales para enfrentar situaciones de crisis.

El solo hecho de que una de las organizaciones guerrilleras con raíces profundas y antiguas en la historia contemporánea de México manifestara en forma pública la posibilidad de establecer un diálogo con el gobierno era algo insólito, que debía ser valorado con un alto sentido de responsabilidad republicana. La concreción de mecanismos para el establecimiento de una mesa de diálogo debería constituir un imperativo en aquellos que tienen como responsabilidad la gobernabilidad del país.

En lugar de ello, la respuesta fue chocante e imprudente. ¡Primero ríndanse!, y luego platicamos. Como dijo Juan Gabriel: “pero qué necesidad”.

¿A quién se le puede ocurrir pensar que una organización como el EPR, con cuadros cuajados y curtidos en años de lucha, formación política y vida clandestina, aceptaría las insolentes pretensiones demandadas por la Secretaría de Gobernación?

Llevar al terreno de la política el reclamo de las armas es una necesidad impostergable en cualquier sociedad que aspire ser democrática, para lo cual se requiere una acción coherente, articulada y sincera del Estado mexicano, cosa que en la actualidad parece muy complicada y difícil.

El pronunciamiento del EPR se produce, a pesar del fracaso del diálogo con el EZLN, debido a las chapucerías de los gobiernos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, por lo cual la respuesta gubernamental debería haberse construido con cuidado, responsabilidad y sentido de la historia, en lugar de las formulaciones chafas, anodinas y monocordes que presentaron como postura gubernamental en boca del joven Mouriño.

Regatearle representatividad a las personalidades invitadas por el EPR como intermediarios civiles es un ejercicio inútil y mezquino. Doña Rosario Ibarra es una mujer cuya figura trasciende fronteras, sexenios o cargos públicos, su autoridad moral es indiscutible, tiene ganada una posición en la historia y en los corazones de los mexicanos. La consolidada presencia de don Samuel Ruiz como mediador de conflictos y defensor de las causas más nobles de México garantiza un proceso confiable, por complicada que sea cualquier tipo de negociación.

Miguel Ángel Granados Chapa no sólo ha sido un periodista intachable sino también como hombre de su tiempo ha sabido encarar en condiciones de desventaja procesos sociales y políticos en el país, y en especial en su querido estado de Hidalgo.

En materia del entendimiento de los movimientos guerrilleros mexicanos, de sus orígenes, causas, errores y perspectivas, no existe personaje mejor que Carlos Montemayor para conocer e interpretar el significado de las motivaciones de las organizaciones armadas insurgentes. Junto a ellos fue propuesto por el EPR para la intermediación civil mi viejo y querido amigo Enrique González Ruiz, con quien compartimos luchas y anhelos en los movimientos universitarios de los años 60 y 80.

Estas personalidades, junto a otras, constituyen en sí mismas un colectivo emblemático ubicado en el lado contrario al que representa un gobierno que incluso como cualquier gobierno del mundo requiere una legitimación cotidiana y permanente. En el colmo de una mezcla de arrogancia e ignorancia, Gobernación los acepta como “testigos sociales”. ¿Qué es eso?

Al margen de los resultados, el solo hecho de construir un espacio de diálogo constituía una acción de mayor urgencia para el gobierno que para su contraparte. Sin embargo, la respuesta gubernamental a la convocatoria al diálogo por parte el EPR, más que elaborada con criterios que deben dársele a los asuntos de Estado, se produjo con actitudes insufladas y poco inteligentes.

La iniciativa del EPR ha puesto de manifiesto cuando menos dos cuestiones. Por un lado, la organización armada pone en juego tácticas e iniciativas de carácter político cuyos resultados hasta hoy han incrementado su presencia en el imaginario colectivo y los medios nacionales. Por otro lado, el gobierno federal ha demostrado que su fuerte no es la exploración de nuevos métodos para enfrentar los complejos fenómenos sociales del pueblo mexicano, como tampoco tiene la magia, la creatividad y la decisión que reclama el ejercicio gubernamental de los tiempos actuales.

Al estilo del buen Perro Bermúdez: la tenían, era suya, pero la dejaron ir.

 
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