■ Preocupa a activistas que se llame a aplicar “mano dura”
“Temeraria”, la estrategia oficial contra narcos, según Ruth Zavaleta
La presidenta de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, calificó ayer de “temeraria” la estrategia gubernamental contra el crimen organizado, al señalar que ha tenido resultados drásticos en términos del número de militares y de servidores públicos que han sido asesinados.
En tanto, el coordinador de los senadores perredistas, Carlos Navarrete, consideró que la postura asumida un día antes por Felipe Calderón lo debe llevar a iniciar una investigación sobre las presuntas complicidades entre su antecesor Vicente Fox y el narcotráfico.
En el mismo sentido, el dirigente nacional en funciones del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, consideró que si Calderón formuló declaraciones sobre un asunto tan delicado es porque tiene información de primer nivel y su obligación es investigar si hubo complicidades del gobierno anterior con los capos de la droga.
Por su parte, el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh), Luis Arriaga, señaló que no es infundiendo miedo ni temor, y menos acusando sin fundamento a medios de información, a los jueces y a los integrantes del Congreso de la Unión, como se va a detener al crimen organizado. Mientras, algunos obispos lamentaron el clima de violencia generado por el narcotráfico y el crimen organizado.
En San Lázaro, Zavaleta indicó que la política temeraria del tú por tú tiene que ser más prudente: “No soy yo quien para estar enmendándole la plana a nadie, pero sinceramente si no se hace un llamado previo y un plan pactado de las cosas como se deben resolver, incluyendo al Legislativo, de nada sirve que aquí estemos haciendo las reformas de justicia penal”.
Añadió que el problema de la inseguridad no es nada más de carácter punitivo, sino también preventivo.
El coordinador de los diputados del PAN, Héctor Larios, consideró necesario revisar por qué el supuesto asesino de Édgar Millán había sido excarcelado, al tiempo que advirtió que los hechos de violencia ocurridos en los últimos días no se estarían viviendo si el jefe del Ejecutivo no hubiera tomado la decisión de combatir frontalmente a la delincuencia desde que comenzó su mandato.
Entrevistados antes del inicio del primer debate sobre la reforma de Pemex, Navarrete y Acosta Naranjo coincidieron en que ojalá el mensaje de Calderón se haya escuchado un día antes en el rancho de San Cristóbal, en Guanajuato, ya que de acuerdo con cifras de organismos estadunidenses en el anterior sexenio se duplicó el paso de drogas por México.
El primero resaltó que entre 2000 y 2006 creció enormemente el poder de los cárteles de la droga, por lo que “si el señor Calderón está consciente de ello, tiene la solución en sus manos”.
Hay que esperar, agregó, que al llamado “público y dramático” que formuló un día antes le sigan acciones para fincar responsabilidades a quien tuvo a su cargo la conducción del país en la administración pasada y que ahora “tranquilamente está dando clasesitas en Guanajuato”.
El Centro Prodh se manifestó en favor de la lucha contra la delincuencia organizada, pero aclaró que no puede ava-lar prácticas que violen los derechos humanos.
“Creemos en las tareas de seguridad pública realizadas por policías con una estrategia apegada a los derechos humanos. Es grave que el Ejecutivo apele a la estrategia de mano dura para combatir la ilegalidad, porque va en contra de las libertades civiles y del libre tránsito”, puntualizó.
Ruina y muerte
En tanto, los obispos de Michoacán y Guerrero lamentaron el clima de violencia generado por el narcotráfico y el crimen organizado, “causantes de tanta ruina y muerte” en todo el país.
Por separado, en las homilías de sus respectivas peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe, los prelados de Tacámbaro, José Luis Castro Medellín, y de Ciudad Altamirano, Maximino Martínez Miranda, señalaron que las acciones gubernamentales no son suficientes para poner alto a “esta ola imparable de violencia”.
Con información de Georgina Saldierna, Andrea Becerril, Víctor Ballinas, Matilde Pérez y José Antonio Román