■ En su cedé Sones de luna nueva rinde homenaje a Amparo Ochoa
En el interior de México la gente sí consume su música, dice Zazhil
Ampliar la imagen Niños músicos en la Peña del Sumate, en Hidalgo Foto: Archivo
“En los estados de la República Mexicana la gente sí consume su música, como el son, aunque dichas manifestaciones culturales no sean del interés de las disqueras, a las cuales les importa la música sólo si venden altos volúmenes de discos. Las compañías la vuelven música local, pero los sones regionales se escuchan modernos porque ahora se tocan con sintetizadores. No le hacen caso, pero tampoco le han dado la oportunidad de ser difundida”, expresó en entrevista Enrique Hernández Huerta, multinstrumentista del grupo Zazhil.
También integrante de este grupo, que remonta su andar en el folclor a 1983, José Ramón Sánchez Aviña, flauta y sax, añadió que actualmente promueven su nuevo disco, el 15 de su trayectoria, titulado Sones de luna nueva, en el que destaca un homenaje a Amparo Ocho, a quien acompañaban en sus presentaciones.
A lo largo de los años han sumado instrumento tras instrumento, decenas, pero ahora ya se estabilizaron en el número. Su nuevo cedé, dijo Sánchez, es reflejo de su evolución. “Sin ser pretenciosos estamos logrando la fusión de la música mexicana tradicional con la música que escuchamos en la ciudad.
“Somos músicos citadinos y nos hemos dedicado a tocar en grupos de baile o a acompañar a cantantes, a tocar rock o jazz; algunos –son siete– estamos en el flamenco”, añadió.
Sonidos que acercan a los jóvenes
Hernández añadió que parte del reto de continuar dentro del son mexicano fusión “es que estamos convencidos de que la música mexicana se está renovando. De hecho los músicos campesinos lo hacen, pero en las grandes ciudades los habitantes no se enteran de esto, de la producción del indígena, inclusive.
“Motivados por esa razón, decidimos desde 1983 producir sonidos que acercaran a la gente joven a escuchar diferentes sonoridades. Había estándares, en 1983, como en la música de mariachi, de la que ahora se habla inclusive de mariachi sinfónico, en la que se había esquematizado el mariachi. Nosotros hemos visto que la gente baila en los conciertos que damos. Esto se da con fusiones de un huapango o de un son guerrerense o michoacano.
“La gente sí entiende que lo códigos ahí están y que no sólo la música folclórica que se usaba, como la norteña o la de mariachi, era la que funciona. Hemos podido responder a ese reto y decirle a la gente que la música mexicana tradicional es nueva y vigente, y que puede seguirla bailando de aquí en adelante. Planteamos nuestro sonido como gente urbana, pues somos un grupo del Distrito Federal”, dijo.
Para Sánchez, cuando se hace referencia a la música mexicana se habla de la que se hace, sobre todo, en las regiones. “Un son jarocho campesino ahora está en su momento. Tenemos mucha cercanía con gente que viaja por el mundo y la información indica que ésa es considerada auténtica música mexicana.
“No es, lamentablemente, lo que se hace a nivel de medios masivos de comunicación. Total, es válido, ahí está, pero a nosotros no nos interesa ese aspecto, sino esta otra situación, la de la música mexicana en las regiones. Eso está vivo”, precisó.
Hernández agregó que Zazhil hace una recopilación musical, por el contacto permanente con músicos campesinos. “Hemos hecho grabaciones de música muy antigua; al hacer nuestra versión la gente la entiende, así sea un son o una danza indígena de hace cien años.”
En Sones de luna nueva hay música de Chihuahua, Sonora, Baja California Norte, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Sinaloa.