■ En los próximos días pondrá en marcha un programa de 10 puntos: Martí Batres

Garantizará el GDF alimentación a habitantes de zonas marginadas

■ Se buscará que sean permanentes las acciones aplicadas a la fecha por la administración actual

■ El titular de Desarrollo Social responsabiliza a gobiernos priístas de desmantelar instituciones

Ángel Bolaños Sánchez

El Gobierno del Distrito Federal garantizará que nadie en la ciudad de México se quede sin alimentación, particularmente las 500 mil familias que se ubican en el rango de muy alta marginalidad, informó Martí Batres Guadarrama, titular de la Secretaría de Desarrollo Social.

Para ello, el titular del Ejecutivo local, Marcelo Ebrard Casaubon, pondrá en marcha un programa de 10 puntos, el cual contempla la sistematización de las acciones que ya se realizan, como la entrega de vales de despensa por el aumento al precio de la leche; los acuerdos con industriales de la masa y la tortilla para vender el producto más barato en las 20 unidades territoriales de muy alta marginación, y la entrega de despensas por la carestía que provocó el llamado gasolinazo, informó el funcionario.

“Vamos a sistematizar estas medidas y vamos a ir más allá con el objetivo de dar permanencia y regularidad a las acciones que realiza el gobierno, de tal forma que se garantice que la gente cuente con alimentos”, con medidas que irán desde el terreno productivo, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), hasta la de atender la demanda y generar beneficios directos a la población desde la Secretaría de Desarrollo Social.

En entrevista con La Jornada, Batres explicó que para entender cuando el jefe de Gobierno habla del desmantelamiento de los instrumentos con que contaba el Estado mexicano para amortiguar el impacto en la tendencia internacional de incremento en los precios de los granos, así como de una eventual crisis alimentaria, hay que remontarse al periodo de Miguel de la Madrid, con el ingreso al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).

Siguió con Carlos Salinas la desaparición de instituciones como Industrializadora Conasupo (Iconsa), Maíz Industrializado Conasupo (Miconsa) y Trigo Industrializado Conasupo ( Triconsa), Fertimex, Inmecafé, Anaxa, entre otras; la reforma al artículo 27 constitucional y la sustitución de los subsidios directos por indirectos con Procampo, y con Ernesto Zedillo, la desaparición de Conasupo, la eliminación de los precios de garantía a la producción del campo y del control del precio de la tortilla.

Hasta este año, con la apertura total del sector agropecuario dentro del Tratado de Libre Comercio, pactado durante la administración salinista, que vino a agravar la situación en el campo mexicano.

Por ello, Batres no duda en afirmar que “el principal responsable, el número uno, el sembrador del desastre alimentario se llama Carlos Salinas de Gortari”.

Sobre el impacto que tendrá el programa en las finanzas de la ciudad, dijo que será acorde con la viabilidad financiera de la ciudad. “Afortunadamente tenemos finanzas sanas” y ejemplo de ello es que en el primer trimestre del año se obtuvieron ingresos en 25 por ciento más que en 2007.

“La ciudad tiene capacidad y viabilidad financiera para garantizar los derechos sociales fundamentales de la gente. También a nivel federal existe esa viabilidad financiera; sin embargo, los recursos no se priorizan para la gente y menos aún para la que vive en condiciones de pobreza”, por ello consideró una falacia el programa del gobierno federal Vivir Mejor, porque en realidad no está haciendo nada, un cuando tiene los instrumentos de la política económica como es el control de precios, los subsidios a la producción, las sanciones a los abusos contra los consumidores y las medidas contra la especulación, pero no lo está utilizando.

En tanto, sólo el incremento en el precio de la tortilla, de entre 2.50 a tres pesos, pulverizó el aumento al salario, que fue de un peso con 60 centavos y el total de la canasta básica debió registrar un incremento de alrededor de 50 pesos. Esto significa que con el ya de por sí exiguo salario que se tiene, las familias deben destinar una mayor parte de sus ingresos a la alimentación, lo que restringe el acceso a otros satisfactores, como la educación, el deporte y no se diga la cultura y el entretenimiento, generando mayor desigualdad.