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Centenaria

19 de mayo de 1908

El Imparcial*

El antídoto contra la rabia

Un Instituto que presta grandes beneficios a México

Cuando la ciencia no había logrado aún el portentoso adelanto que hoy alcanza; cuando los hombres estábamos desprovistos de medios de defensa contra los dañinos é invisibles microorganismos; cuando el análisis no había descubierto que era un microbio y no el diablo el que se posesionaba del cuerpo de los rabiosos, entonces la religión, con exorcismos y abluciones, apostrofaba el Espíritu Maligno, ordenándole que saliera del cuerpo de los poseídos.

Vestía el sacerdote los ornamentos, empuñaba el hisopo, rociaba con agua bendita el cuerpo del endemoniado, elevaba al cielo un rosario de latines. Era lo que se llama el exorcismo. El endemoniado seguía rabioso; sus músculos seguían contrayéndose; la desesperación seguía atormentándole, y por fin llegaba la muerte en medio de padecimientos indecibles.

Los mismos médicos, antes de ahora, no encontraban otro remedio que amarrar al enfermo dentro de una tina llena de agua y abrirle las venas para que muriera con menos dolores.

La ciencia llegó al fin, benéfica y esplendorosa. No es el demonio el que se ha posesionado de ese cuerpo, dijeron los hombres de saber, sino un microbio que infecta la sangre y trastorna por completo la economía. Este es el microbio, dijo Pasteur, y éstas son las armas de defensa, presentando sus célebres inyecciones preventivas.

Rabia es una enfermedad infecciosa y transmisible, producida en el hombre por las mordeduras de animales atacados de ese mal. En los animales se produce, además de por contagio directo, espontáneamente y las causas escapan á la observación.

Hay que acudir al Instituto

Como nada hay más fácil que ser mordido por un perro, y como ese animal bien puede estar atacado de rabia, debemos advertir que todas las personas víctimas de una mordedura, harán bien en acudir al Instituto Antirrábico de esta capital, situado en la calle de las Moras y gobernado por el Consejo Superior de Salubridad.

Aunque no se haya comprobado la rabia del animal que muerde, es indispensable recibir las inyecciones preventivas, pues desgraciadamente podrá suceder que el animal estaba rabioso, aunque aparentemente no lo demuestre.

CAL

*Diario publicado de 1882 a 1883 y de 1897 a 1914

 
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