■ En el Bosque de Tlalpan ocho mil personas gozaron bajo la lluvia con la diversidad de ritmos
Concluyen 28 días de Ollin Kan, trinchera de la música en resistencia
■ Grupos como Costo Rico, de Cataluña; Ouanani, de Canadá, y Papashanti, de Venezuela, prendieron el baile
■ Tras el cierre, tocaron el nigeriano Mamar Kassey y el maliense Cheick Tidiane
Ampliar la imagen La diversidad estuvo presente en el escenario y entre el público. Arriba, el vocalista del grupo nigeriano Mamar Kassey Foto: Marco Peláez
Sin que importara la lluvia, la gente bailó y gozó del concierto de clausura del Festival Ollin Kan, en el Bosque de Tlalpan.
Este domingo por la tarde, en su quinta edición, el Ollin Kan cerró con artistas de distintos puntos del planeta: Malí, Níger, Venezuela, Cataluña y Canadá.
Así como había diversidad en el escenario la había entre el público, que rondó las 8 mil personas entrada la tarde, pero se calculaba que llegarían más durante la noche.
Aquello era un abanico en el cual, por ejemplo, en un espacio de escasos metros se encontraban tres jóvenes punk, al lado un par de amigos güeros, estilo Condesa, y una pareja ya mayor que parecían ser vecinos de la zona. Aunque sí predominaba un público en busca de música diferente a la comercial que suele transmitir los medios electrónicos.
Durante la presentación de Costo Rico (Cataluña), se armó un prendido baile cerca del escenario, con un slam en el que abundaban las sonrisas e inclusive participaban mayores, como un hombre de barba canosa que también le entró al baile urbano.
Costo Rico interpreta una fusión con ska, reggae, merengue y salsa.
Antes de la agrupación catalana había tocado Ouanani (Canadá), que abreva de diversas culturas (Québec, África, las Antillas y Latinoamérica).
Papashanti, de Venezuela, también puso a bailar a la gente.
Reivindicación
Una de las distinciones del festival Ollin Kan es su clara posición de izquierda, y de asumir que la cultura es una de las trincheras fundamentales de resistencia contra la globalización económica y la homogeneización. Los grupos que presenta reivindican esta posición, tanto en el contenido de sus canciones como en sus acciones (involucrados en colectivos por los derechos de los migrantes, etcétera).
Durante los intervalos en los cuales se preparaba el escenario para el siguiente grupo, la gente platicaba entre sí, algunos jugaban pelota… En fin, predominaba un ambiente de fiesta.
El festival entregó un reconocimiento a la doctora Ofelia González por sus 50 años de trayectoria y “por sus aportaciones a la medicina en México”, expresó el delegado de Tlalpan al darle el reconocimento. José Luis Cruz, director del festival, dijo que la doctora comprende la íntima relación entre la medicina y el arte.
Tras el cierre de edición, se presentaron Mamar Kassey (Níger), el artista maliense Cheick Tidiane Seck, quien trabajó con Salif Keita y actualmente reside en París, y el grupo skasero Desorden Público (Venezuela).
Así culminó este festival, ventana a las “culturas en resistencia” del mundo, que este año ofreció en la ciudad de México, y en algunos estados, como Morelos, de México y Chiapas, durante 28 días, la música y la danza de 41 países y de 17 entidades de nuestra República.