Usted está aquí: jueves 22 de mayo de 2008 Opinión 61 Festival Internacional de Cine de Cannes. El día del maltrato a la presencia latinoamericana

Leonardo García Tsao
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61 Festival Internacional de Cine de Cannes. El día del maltrato a la presencia latinoamericana

Ampliar la imagen El actor Benicio del Toro protagoniza Che, de Steven Soderbergh, la cual, se prevé, será la cinta más polémica del encuentro francés El actor Benicio del Toro protagoniza Che, de Steven Soderbergh, la cual, se prevé, será la cinta más polémica del encuentro francés Foto: Reuters

Ampliar la imagen La modelo Eva Herzigova llega a la presentación de la cinta biográfica La modelo Eva Herzigova llega a la presentación de la cinta biográfica Foto: Reuters

Cannes, 21 de mayo. La cuarta y última representante latinoamericana en concurso, La mujer sin cabeza, de la argentina Lucrecia Martel, ha dividido a la afición de manera muy tajante. A algunos nos pareció otra propuesta arriesgada de una realizadora singular, mientras los más fueron de la opinión de que se trataba de un desastre incomprensible. Esa diferencia extrema de subjetividades es uno de los aspectos más intrigantes de los festivales.

Si bien se ha definido como thriller sicológico, La mujer sin cabeza es en realidad una auténtica cinta de misterio. La película abre con un accidente en carretera. Una mujer se distrae mientras maneja y cree haber atropellado a un perro; pero su consecuente perturbación mental sugiere que fue algo más grave: un ser humano. Con el estilo narrativo que había ensayado en La ciénaga, su ópera prima, la directora se las arregla para descentrar las actividades que ocurren en torno a la protagonista. Mediante el uso de planos cerrados, las variaciones de foco y la indefinición de lo que es real o imaginario en la mente de la protagonista, la película establece varias dimensiones de lectura.

La más relevante refiere a la desmemoria sobre crímenes recientes, un tema en especial incómodo de la realidad argentina. Acentuando la interpretación social, Martel contrasta las distinciones de clase entre el privilegiado entorno clasemediero en que se mueve la mujer y la extracción indígena de su víctima, cuya ausencia nadie extraña en principio. La cineasta no se preocupa por esclarecer ninguno de sus hilos narrativos y concluye con la mayor ambigüedad posible. Quizá un poco de cohesión final hubiera sido recomendable, porque la resolución resulta demasiado vaga, según lo confirmó el abrumador abucheo que La mujer sin cabeza recibió al final de su pase de prensa. A la gente no le gusta la sensación de no haber entendido nada.

Si bien Los bastardos, del mexicano Amat Escalante, ha recibido críticas mixtas, la peor reacción la tuvo la guardia fronteriza de Niza que –según reporta hoy la publicación Le film français– detuvo por cinco horas a Rubén Sosa, el más joven de la pareja protagónica de la cinta, sin dar explicación. Al otro, Jesús Moisés Rodríguez, ni siquiera se le permitió entrar a Francia. Esto podría ser el tema de una secuela sobre otro tipo de bastardos.

La espera de los últimos títulos en concurso, algunos en proceso de compleción, ha alterado totalmente la rutina de las funciones de prensa. Hoy miércoles, por ejemplo, no hubo proyección matutina, como si se tratara de darnos un descanso para el maratón de la tarde. La biográfica Che, de Steven Soderbergh –dividida en dos partes, El argentino y La guerrilla–, se exhibirá de un tirón para un total de cuatro horas y media, al mismo tiempo que transcurre su premier en la sala Lumière.

Este podría ser el filme más polémico del festival. Según se sabe, el personaje epónimo es interpretado por el puertorriqueño Benicio del Toro, mientras a Fidel Castro lo encarna Demián Bichir, nada menos. Che ha sido filmado con una nueva cámara digital llamada RED, cuyo hallazgo el propio Soderbergh ha descrito en el boletín de prensa como algo comparable a “escuchar a los Beatles por primera vez”. A ver si esto no se convierte en La noche de un día difícil.

Salvo el caso del francés Laurent Cantet, quien lleva una filmografía estimable, no se esperan sorpresas contundentes en la recta final. Desde hace tiempo, el canadiense Atom Egoyan y el alemán Wim Wenders no han podido escapar de un profundo bache creativo; una recuperación tardía, sobre todo en el caso del segundo, se antoja improbable. El italiano Paolo Sorrentino ha ostentado hasta ahora un formalismo digno del cine publicitario; será cuestión de comprobar si Il divo, centrado en la figura de Giulio Andreotti, lo ha llevado en otra dirección. Otras interrogantes serían el guionista Charlie Kaufman, en su debut como realizador, Synecdoche; New York, y My Magic, de Eric Khoo, primera cinta de Singapur en competición. Ahora bien, no ha sido raro que la Palma de Oro se otorgue entre las últimas concursantes. Nunca se sabe.

 
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