Economía Moral
■ Vivir Mejor / III
■ ‘Puentecitos’ sin cambio entre política social y económica
El tercer grupo de líneas de acción de Vivir Mejor (VM), la nueva etiqueta o estrategia del actual gobierno (depende de la perspectiva con la que se mire), se refiere a la vinculación entre la política social y la económica, que acepta implícitamente que están tajantemente separadas (véase Economía Moral del 09/05/08), empieza con este párrafo lleno de perlas:
En el marco de la política social, se insertan los “puentes” o herramientas que permitirán unir y potenciar las capacidades de la población con las oportunidades para el desarrollo económico. Dichos puentes se extienden en ambos sentidos: desde la política social, como mecanismos de potenciación del capital humano, y desde la política económica, como los mecanismos para insertar a los individuos en el desarrollo económico.
El lenguaje usado hace evidente que se concibe a los ciudadanos no como sujetos del desarrollo, sino como capital, como objetos que hay que insertar en un proceso que ocurre al margen de ellos. Los autores parecen estar jugando mecano o lego, donde insertan puentes e individuos. Pero veamos cuáles son esos puentes de un solo sentido. De la política social a la económica, al primer puente se le denomina capacidades productivas que se funda en que:
“el desarrollo de capacidades básicas de las personas es una condición necesaria pero no suficiente para asegurar su integración plena en actividades productivas y económicas. Se requieren también políticas que incrementen y mejoren las habilidades y capacidades técnicas para el trabajo y el autoempleo…”
La primera frase es un reconocimiento (casi explícito) que el modelo del programa Oportunidades es erróneo, ya que supone que el desarrollo de las capacidades básicas (supongo que son las que proporciona la educación básica) es no sólo condición necesaria sino también suficiente para su integración plena en las actividades productivas y, por tanto, para la superación de la pobreza. El gobierno, por tanto, impulsará:
“un mayor acceso a educación media superior y superior, y fomentará la capacitación para el empleo, la certificación de competencias, el acceso a capacitación y apoyos monetarios para proyectos productivos…”
Como se ve, la solución se encuentra en una mezcla de 1) desarrollo de capacidades distintas a las básicas: superiores a través de la preparatoria o la educación superior, y productivas a través de la capacitación; y 2) el crédito para proyectos productivos. Según el primer punto, el error del Oportunidades habría sido quedarse en las capacidades básicas y no incluir las superiores y productivas; según el segundo punto, el error de política habría consistido en no apoyar suficientemente a las microempresas. Por ningún lado asoma la incapacidad macroeconómica de generar suficientes empleos, lo que se manifiesta dramáticamente en la expulsión anual de 800 mil personas a EU en busca de empleo. La falla que VM identifica sigue siendo individual, no del mercado ni de la política económica (excepto la insuficiencia de apoyo a las microempresas).
El segundo puente se denomina inserción en el mercado laboral y, aunque empieza con una fuerte afirmación (“La transformación del mercado laboral es el principal mecanismo para la reducción estructural de la pobreza al permitir a la gente obtener un empleo remunerado y de calidad”), que parecería anunciar la reforma laboral neoliberal (más y más flexibilidad laboral y menos y menos derechos de los trabajadores), como la llave maestra para superar la pobreza, al parecer hubo una decisión política de no hacerlo, y el texto se limita a lugares comunes y repetitivos como capacitación e información laboral, aunque introduce aquí algo importante: los servicios de guarderías y estancias infantiles. El programa de estancias infantiles es una de las escasas novedades en materia social del presente gobierno, pero al parecer es un programa con un diseño inadecuado, que deja a los menores al cuidado de mujeres sin capacitarlas previamente y, al parecer también, sin supervisar su trabajo. Además, el programa ha arrancado con coberturas muy bajas. Pero su análisis sería materia de otra entrega. La lógica, sin embargo, es la misma de la de promover el desarrollo de las capacidades básicas y productivas como vía básica para “vivir mejor”: son las circunstancias de los individuos las que explican sus problemas de inserción en una economía de mercado que se supone que funciona perfectamente bien.
Los puentes tercero y cuarto desde la política social (infraestructura productiva social; y mejorar las condiciones de vida en las comunidades) no parecen comunicar lo social con lo económico a pesar del calificativo “productiva social”: El tercer ‘puente’ se refiere a que la “infraestructura social básica debe ser de tal calidad que no sólo permita condiciones de vida dignas, sino también el desarrollo de la actividad económica”, por una parte y, por otra, que las obras de infraestructura siendo “intensivas en mano de obra”, “elevarán el nivel de vida en las regiones”. El segundo ‘puente’ se refiere a una temática clásica de las políticas sociales territoriales y tiende un puente, en todo caso, con la política ambiental y no con la económica.
Los puentes desde la política económica son, como los anteriores, puentecitos: a) mayor facilidad de acceso al mercado laboral; b) acercar los mecanismos de ahorro a las familias en pobreza; c) generación de empleo a través de obras de infraestructura; d) acciones para el desarrollo regional; y e) certeza jurídica y seguridad pública.
Como se ve, el intento (real o fingido) de vincular ambas políticas (económica y social) es fallido. No podía ser de otra manera, puesto que la política social sigue estando subordinada a la económica, que impone los objetivos nacionales y deja a la social una función sólo compensatoria. Porque no se pretende superar la pobreza, ni siquiera la extrema, sino tan sólo administrarla. Porque el gobierno federal está al servicio de quienes financiaron la campaña de Calderón e hicieron la guerra sucia contra López Obrador.