■ Tienen cabida tanto desplazados como indígenas y minusválidos
Centros comunitarios, opción educativa para los excluidos
■ La Secretaría de Educación tiene 20 de esos espacios en la capital
Ampliar la imagen Niños con discapacidad muestran sus títeres hechos en clase, en el centro comunitario de Milpa Alta Foto: Roberto García Ortiz
En zonas marginadas, donde la pobreza extrema y la falta de capacidad del sistema educativo ha impedido garantizar el derecho a la instrucción escolar, la Secretaría de Educación del Distrito Federal ofrece una alternativa educativa en centros comunitarios, en donde tienen cabida no sólo los que han sido desplazados de las escuelas, sino también los excluidos como indígenas y niños y adolescentes con capacidades diferentes.
En el barrio de San Ignacio de Loyola, un asentamiento irregular ubicado a la orilla de San Andrés Mixquic, un pueblo de la delegación Tláhuac, en donde el índice de analfabetismo de personas de 15 años y más es de 4 por ciento, niños, jóvenes y adultos encuentran por primera vez un espacio escolar.
La única escuela primaria en los alrededores de este predio, de caminos polvorientos sin pavimentar y casas hechas con material precario, se encuentra a 20 minutos, pero no es la distancia la que impide que los pobladores lleguen a las aulas, sino la pobreza, la falta de documentos oficiales de identidad o algún tipo de discapacidad.
En algunos casos, también las viejas costumbres contribuyen a esta exclusión, como sucedió con la señora Dolores, quien vivió más de seis décadas sin saber leer ni escribir. Fue hasta la muerte de su esposo cuando se dio la oportunidad de aprender, y ahora no sólo cuenta con estas habilidades, sino que también sabe usar la computadora.
Rocío Casariego, coordinadora del Programa de Inclusión Educativa de la Secretaría de Educación, explicó que los centros comunitarios se establecen a partir de la colaboración de las comunidades y sus necesidades, en los que se ofrecen cursos educativos multinivel como una alternativa para la población excluida.
En los 20 centros comunitarios distribuidos en la ciudad es recurrente la presencia de jóvenes con algún tipo de discapacidad que no han encontrado otro espacio para estudiar. El ubicado en el pueblo de Milpa Alta, también en una zona marginal, conviven tres de ellos, con diferentes edades y problemáticas.
Alán tiene 20 años y parálisis cerebral; Francisco, 17 años y es autista, y David, de 13 de años, con hipoacusia. María de Lourdes, madre del segundo, comentó que a su hijo no lo aceptaron en ninguna escuela “porque iba a molestar a los demás niños”.
David iba en una telesencundaria, pero el maestro no le hacía caso y sus compañeros se burlaban de su voz, y decidió dejar de hablar. “Ahora ha comenzado a recobrar la confianza”, y Alán, que siempre estuvo en una escuela privada, desde que ingresó al centro comunitario ha tenido más avances que en toda su vida.
El secretario de Educación en el Distrito Federal, Axel Didriksson, estimó que por lo menos tres millones de personas están excluidas de la educación formal en la ciudad de México, por lo que se tiene previsto construir 16 Centros de Transformación Educativa (CTE), uno por delegación, para su atención, con capacidad de recibir a 52 mil 813 alumnos cada uno.
En ellos, además de abatir el analfabetismo también se pretende ofrecer una educación formal, que más adelante pueda ser certificada por las autoridades de la SEP.