■ La educación superior tiene que reconocerse como derecho humano y bien público
Debe ser la sociedad el referente de las universidades, no el mercado: expertos
■ En estudio sobre AL y el Caribe alertan sobre riesgos de ajustar el conocimiento al modelo económico
El fortalecimiento de la responsabilidad social de las universidades no sólo está vinculado a mayor autonomía y libertad académica, sino al reconocimiento de la educación superior como un derecho humano y un bien público que, a pesar de la creciente “presión” del mercado por asociarla a mejores desempeños laborales y productivos, no puede limitarse a una visión “economicista”, advirtieron expertos de América Latina y el Caribe.
En el documento base para la discusión de la Conferencia Regional de Educación Superior 2008, que en junio próximo reunirá a especialistas de 33 naciones, destacan que seguir únicamente los parámetros de calidad que impone la economía global, donde el desarrollo está asociado al crecimiento económico y al progreso de las bases de producción de las riquezas materiales, la calidad implicaría “ajustarse al mercado y realizar adecuadamente funciones de la economía, especialmente en capacitación profesional y fortalecimiento de la industria, pero si concebimos la educación como bien público, tenemos que ir mucho más allá de estos objetivos”.
Convocados por el Instituto Internacional para la Educación Superior de América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), para presentar un diagnóstico sobre los retos que enfrenta este nivel educativo, especialistas de la región elaboraron el documento Tendencias de la educación superior en América Latina y el Caribe, donde alertan sobre los riesgos de tratar de ajustar los conocimientos y sus usos al fortalecimiento de un modelo económico de acumulación privada, y destacan que la universidad es “una institución cuyo referente es la sociedad, no el mercado”.
Si bien reconocen que ante las demandas y problemas actuales estas instituciones deben abrirse al medio social, “no significa limitar su tarea central a la inserción profesional y a dar respuestas pasivas a las estructuras económicas. Más allá de funcional, y calibrada al mercado, la educación superior tiene un papel civilizador justificada por valores comunes en los miembros de las comunidades académica y científica”.
Los especialistas, coordinados por José Dias Sobrinhos, ex director de la Facultad de Educación de la Universidad Estadual de Campinas, Brasil, abordaron el tema de calidad, pertinencia y responsabilidad social de la universidad latinoamericana y caribeña; afirmaron que las respuestas de la enseñanza superior a los problemas vigentes en las sociedades de la región deben basarse en la “capacidad reflexiva, rigurosa y crítica de la comunidad universitaria cuando define sus finalidades y asume sus compromisos”.
Imprescindible, la autonomía
Por ello, advirtieron que son imprescindibles la autonomía, “sin la cual la universidad no puede repensar sus compromisos”, y la libertad académica, que permite definir prioridades y tomar decisiones de acuerdo con los “valores públicos que fundamentan la ciencia y el bienestar social”.
“Frente a un modelo de globalización, donde prevalece la exclusión de grandes sectores de la sociedad, e incluso de la humanidad, lo que fomenta pobreza, violencia, hambre, analfabetismo y depredación de la naturaleza, la universidad –advirtieron– debe enfrentar graves retos, como un nuevo tipo de exclusión en todo lo relacionado con las nuevas tecnologías de la información, que perfilan mayor desigualdad entre quienes lo tienen todo y aquellos que en rigor están excluidos del mundo del trabajo, la educación, la ciudadanía, y con ello, de cualquier posibilidad de vida digna.”