■ Se ofrece una vista de su legado literario completo, explica el curador de la exposición
Muestran en Londres inéditos del inquietante autor austriaco Schnitzler
■ Fuera de su país y de Alemania, el nombre del dramaturgo no se reconoce de inmediato
■ Incluye cartas y manuscritos de quien destacó por la franqueza sexual que plasmó en sus obras
Ampliar la imagen El escritor Arthur Schnitzler (1862-1931)
Ampliar la imagen La actriz australiana Nicole Kidman en un fotograma de Ojos bien abiertos, último largometraje del cineasta Stanley Kubrick, el cual se inspiró en Traumnovelle (Historia de ensueño), obra del autor vienés
Londres. Sus obras de teatro inspiraron películas como Ojos bien abiertos, de Stanley Kubrick; La habitación azul, de David Hare, y Dalliance (Coqueteo), de Tom Stoppard, pero fuera de Austria y Alemania el nombre de Arthur Schnitzler no se reconoce de inmediato.
Ahora, sin embargo, más de 75 años después de su fallecimiento, se exhiben por primera vez las cartas inéditas y los manuscritos del dramaturgo judío, en el King’s Collage de Londres.
La exhibición, que abrió el pasado martes y durará hasta el 26 de julio, está formada por material obtenido de un vasto archivo que se salvó de ser destruido por los nazis luego de la muerte del dramaturgo, en 1931. Su esposa, Olga, de quien se había separado, pidió a un estudiante de Cambridge que tomaba un curso en Viena, ciudad natal del escritor, que hiciera arreglos para enviar los documentos a la universidad inglesa.
Vocación por las letras
En vida, Schnitzler alcanzó renombre por la franqueza sexual de su escritura, que llevó a sus amigos a describirlo en broma como “pornógrafo”. Para Adolf Hitler, la obra del dramaturgo era un ejemplo de “basura judía”.
El escritor comenzó a visitar prostitutas a la edad de 16 años y era un notorio mujeriego que durante años llevó la cuenta de los orgasmos que lograba. Sin embargo, también cobró fama por sus abiertos ataques al antisemitismo; el archivo de Cambridge contiene correspondencia enviada por el fundador del sionismo, Theodor Herzl, quien instaba a Schnitzler a trasladarse a Palestina y volverse “el dramaturgo más grande del Estado judío”.
El curador de la exhibición, Lorenzo Belletini, comentó: “Es muy conocido en su patria, pero, de manera indirecta, se han producido muchas obras en inglés basadas en él. Lo que se propone la exhibición es ofrecer una vista general de su legado literario completo, que nunca se ha mostrado”.
Desde principios del siglo XX, las obras de Schnitzler se han adaptado a la pantalla. Su obra Liebelei (Coqueteo), de 1895, fue adaptada por Stoppard con el título de Dalliance en 1986. Luego, Kubrick transformó la novela breve Traumnovelle (Historia de ensueño) en su última película, en la que Nicole Kidman y Tom Cruise, en ese tiempo pareja en la vida real, interpretan a un matrimonio de Nueva York que se separa a causa de los celos.
Antes de eso, la adaptación más conocida de una obra de Schnitzler a la pantalla fue La Ronda, de Max Ophüls, basada en la obra teatral Reigen, de 1897, que se refiere a una cadena de encuentros sexuales contra el trasfondo de una epidemia de sífilis en la decadente sociedad vienesa. Cuando se estrenó en público, en 1921, la policía cerró el teatro y, luego de un proceso por obscenidad que duró seis días, el autor decidió que no volviera a montarse.
Nacido en Viena en 1862, hijo de un prominente laringólogo, Schnitzler estudió medicina para complacer a su padre, pero pronto se volvió hacia su verdadera pasión, la escritura. Hacia 1900 estaba firmemente establecido como uno de los escritores del grupo de vanguardia conocido como Jung Wien (joven Viena).
Si bien el dramaturgo nunca conoció en persona a Sigmund Freud, el sicólogo vienés describió a Schnitzler como su doppelgänger (su otro yo fantasma), y es famosa la carta que le envió, en la que expresa: “He tenido la impresión de que usted aprendió por intuición –aunque en realidad fue por introspección sensitiva– todo lo que yo he tenido que desenterrar mediante una labor agotadora en otras personas”.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya