Rinden tributo a humanista venezolano
Definido como cantor, juglar, humanista y combatiente social, el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco fue recordado el miércoles pasado por la embajada de ese país en México, en su 53 aniversario luctuoso.
La conmemoración incluyó diversas actividades en el transcurso del día, siendo la primera la colocación, por la mañana, de una ofrenda floral ante el busto del escritor, ubicado en la colonia Del Valle, acto encabezado por el embajador Roy Chaderton.
Por la tarde, ya en la sede de la embajada venezolana y después del homenaje que la Cámara de Diputados rindió al poeta, el programa prosiguió con la proyección de la película Angelitos negros, protagonizada por Pedro Infante y cuya historia se basa en la canción homónima, tomada a su vez de un poema de Eloy Blanco.
Después del filme hubo una breve conferencia en la que el académico y diputado federal Enrique Herrera hizo un emotivo análisis de la vida y la obra del poeta, quien falleció en nuestro país en un accidente automovilístico, percance calificado hasta la fecha de sospechoso.
Antes el embajador de la nación sudamericana tuvo una breve participación, en la que destacó el papel simbólico que el poeta desempeña en las relaciones entre ese país y el nuestro, las cuales se remontan a finales del siglo XVIII, cuando Simón Bolívar comenzó aquí, a los 15 años, su carrera internacional.
El oprobio del racismo
De acuerdo con Roy Chaderton, “Andrés Eloy Blanco era un cantor, diría que hasta un juglar de la relaciones familiares, que escribió letras que llenan el corazón de la gente, especialmente en los momentos más difíciles”.
Especialista en la obra del poeta, Herrera afirmó a su vez que en los poemas de éste no existen enigma ni huidas, ni siquiera cuando el dolor del autor es más justificado y profundo.
“Sus versos por eso no se declaman, se rezan. Su obra es palabreo del poeta popular, que en Angelitos negros subsume el oprobio del racismo, sí, del racismo de todas las latitudes, y no sólo de los años 50, sino en pleno siglo XXI”, dijo.
“Su poesía canta a su país y a su tiempo. Dio su voz, su corazón y su vida a la causa del hombre rebelde, y vivió y murió conforme al código ético y estético consignado en un verso que fue como su profesión de fe: vivir es desvivirse por lo justo y lo bello.”
Las actividades concluyeron por la noche, en la sede diplomática venezolana, con una muestra de música y gastronomía de ese país.