■ El suicidio de una niña de 13 años desató grotescos encabezados en periódicos locales
Emos de Londres alistan protesta contra la prensa de derecha
■ El Daily Mail los califica como “siniestra moda que da un aura romántica a la muerte”
■ Hoy, seguidores de MCR se reunirán frente al diario; esperan una asistencia mayor a la prevista
Ampliar la imagen My Chemical Romance, según reza su leyenda, se formó en las sombrías semanas de introspección que siguieron al 11 de septiembre de 2001. En la imagen, el artista conceptual Paul St. George creó un telectroscopio bajo el puente de Brooklyn y otro en el Tower, de Londres, los cuales permiten que personas de ambas ciudades se miren en tiempo real con sólo asomarse por el cristal Foto: Reuters
Londres, 23 de mayo. “Un mundo que te saca girando de tus sueños diezmados,/ tu miseria y tu odio nos matarán a todos,/ así que píntalo de negro y recupéralo./ Gritémoslo claro y fuerte/ desafiantes hasta el final, recibiremos el llamado/ a seguir adelante.” (De Welcome to the black parade, de My Chemical Romance.) “Bienvenido al desfile negro”, según el lado de la edad y de la rabia donde nos encontremos, es un sombrío paraíso donde jóvenes víctimas del suicidio pasan el resto de la eternidad con otros chicos excluidos que gustan de la misma música o, en términos más prosaicos, el contagioso título de uno de los álbumes de rock que más adeptos han conquistado en años recientes.
En días pasados ha venido creciendo la inquietud en Inglaterra por la presunta amenaza que para la juventud de la nación representa el emo, moda musical no tan novedosa que ha ganado una tribu creciente y fiel de seguidores, reconocibles al instante por su adhesión a los jeans ligeros, los flecos largos y negros y una permanente expresión taciturna.
Según el Daily Mail, el emo es “una siniestra moda juvenil que da un aura romántica a la muerte”, con bandas como My Chemical Romance (MCR), quinteto de Nueva Jersey cuyo álbum Black Parade fue uno de los lanzamientos más exitosos de 2006 y dio una base musical a lo que para ese diario es el preocupante estilo depresivo de vida de la actual camada de adolescentes.
Los comentarios de un alguacil respecto del suicidio de Hanna Bond, una chica de 13 años apasionada de la música emo, desataron una ola de grotescos encabezados en los medios de la nación a principios de este mes. Pero fue el Daily Mail el que decidió ahondar en el asunto, con lo cual provocó una de las protestas menos previsibles que Londres ha presenciado en cierto tiempo.
Este sábado 24, fans de MCR se congregarán frente a la sede del diario en el barrio de Kensington, en el oeste de Londres, para ventilar su rabia ante lo que llaman “un periodismo mal investigado, en peligro de promover estereotipos irresponsables”. Es una respuesta notablemente cortés y mesurada para un grupo que supuestamente va en camino de convertirse en un culto que trastorna la mente.
Según una de los organizadores, Anni Smith, de 16 años, la rabia que ha venido hirviendo debajo de la superficie por fin se ha derramado. Unas 300 personas se han conectado hasta ahora en el sitio de la protesta, www.whatthefranck.co.uk, para expresar su deseo de participar.
Anni cree que el número de quienes finalmente marchen hacia el periódico podría ser mucho mayor. El jueves pasado, los organizadores se reunieron con la policía metropolitana para abordar la logística de la manifestación y una posible transferencia a Hyde Park para evitar problemas. Smith, quien ha ido a cuatro conciertos de MCR, expresó que, lejos de ser partidaria del suicidio en masa, la banda es apasionada opositora de infligirse daño a uno mismo, como se puede advertir en la letra de su canción más famosa, con su desafiante llamado a “seguir adelante”.
“Son personas asombrosas. Me encanta su pasión y cómo creen en lo que hacen –manifestó–. Quieren que todo el mundo esté bien, saludable y feliz. Muchas personas se ven afectadas por la depresión, y entre ellas muchos seguidores de MCR, pero la banda es el opuesto absoluto de un culto suicida; siempre ha sostenido que si uno tiene problemas hay que pedir ayuda y no darse por vencido.”
La revuelta gana impulso. Los salones de chat de Internet están atiborrados de comentarios de fans furiosos por lo que llaman la asombrosa ignorancia que muestran muchas personas al otro lado de la brecha generacional.
“La sociedad busca constantemente algo que señalar cuando las cosas van mal –escribió un fan al sitio del New Musical Express esta semana–. Es hora de enfrentar el hecho de que es duro ser joven en estos días.”
Según Conor McNicholas, director de esa revista, el furor ha generado el mayor volumen de correo que ésta ha recibido este año. “La reacción de la prensa derechista es bastante idiota y absurda –comentó–. Venden periódicos propagando el miedo; mientras más temor hay entre los padres de familia, más ventas tiene el Daily Mail. Ponen a los padres contra los hijos; puede que así vendan periódicos, pero es algo increíblemente destructivo para las relaciones familiares a largo plazo. Si uno quiere aislar a los jóvenes, la mejor manera es quitarles la música y la cultura que aman.”
Surgimiento del género
El origen del movimiento emo se remonta a la escena musical en vivo de Washington a mediados de la década de 1980. El término se refiere a las interpretaciones emotivas de artistas como Fire Party y Thursday, cuyo sonido duro y sucio sería irreconocible para sus discípulos actuales, quienes prefieren un estilo más cercano al pop, desde bandas como Wheezer y Jimmy Eat World hasta Green Day y Fall Out Boy, de la era de American Idiot.
My Chemical Romance, según reza su leyenda, se formó en las sombrías semanas de introspección que siguieron al 11 de septiembre de 2001. Tan sobrecogido se sintió su líder, Gerard Way, por las imágenes de aviones que se estrellaban en las Torres Gemelas, que escribió Skylines and Turnstiles.
La actual generación de emos es una manada gentil, como se refleja en los preparativos de la manifestación del sábado, cuyos organizadores se han esmerado en evitar que los jóvenes caigan en conductas ilegales. Se les pide no llevar pancartas pegadas a palos, sino colgarse del cuello lemas como “MCR salva vidas” y “No tengo miedo de seguir viviendo”.
Los críticos dicen que los emos son en su mayoría mujeres de clase media, obsesionadas consigo mismas y con la Internet y aleladas con un montón de bandas de chicos bonitos. Peligrosos no son. En los primeros meses de este año hubo ataques contra ellos en Estados Unidos y en México, donde al parecer irritan a los cultivadores del machismo.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya