Desde el otro lado
■ Obama, ¿candidato?
La lucha por la postulación del Partido Demócrata parece estar próxima a su fin y es probable que antes de que concluya esta semana el senador Barak Obama habrá alcanzado el número de delegados que le permita obtener la candidatura de su partido para las elecciones de noviembre. Dicho esto, está por verse si los partidarios de la senadora Clinton están dispuestos a dar su apoyo a quien presumiblemente será el candidato de su partido.
No pareciera ser el caso por lo visto el sábado pasado, cuando en una reunión de la dirigencia de ese partido la sola mención de Obama causaba molestia y expresiones de desacuerdo entre los partidarios de Hillary Clinton; incluso se mencionó al candidato republicano McCain como el próximo presidente. La unificación de los demócratas en torno a quien a la postre sea su candidato está por verse, no obstante el optimismo de los dirigentes de ese partido que aseguran esa unidad. No va a ser fácil si el comité de campaña de la senadora Clinton insiste en ignorar las reglas que su partido definió para la celebración de las elecciones primarias. Es una mala señal para el electorado en general que uno de los candidatos pretenda ganar a toda costa, aun cuando signifique pasar sobre las normas con las que estuvo de acuerdo.
El problema mayor que tiene el Partido Demócrata es que al estar enfrascado en una lucha interna está descuidado aspectos importantes de la batalla que tendrá que dar frente al Partido Republicano en los próximos cinco meses, lo que da lugar a que se minen las posibilidades de su casi seguro candidato, el senador Obama. Da la impresión de que los objetivos del partido como un todo se postergan por el interés de alguien que no se resigna a admitir su derrota.
De acuerdo con diversas encuestas de opinión, comentarios en los medios y la opinión de los especialistas en cuestiones electorales, el próximo presidente de Estados Unidos debería provenir del Partido Demócrata, más aún cuando reacumulan los juicios negativos sobre la actual administración, como la demoledora crítica que uno de los más cercanos colaboradores del presidente, su ex vocero, le hace en un libro de reciente aparición. Aun así, de continuar con su guerra interna, los demócratas no tendrán precisamente un día de campo en la campaña de verdad, que es la que se aproxima.