■ Destaca El Fisgón la labor del caricaturista mexicano

Reabre el Museo Mural Diego Rivera con muestra sobre El Chango García Cabral

Merry MacMasters

Tras la elección de Francisco I. Madero como presidente, la prensa retomó la tradición liberal del periodismo combativo y en la revista Multicolor Ernesto García Cabral (1890-1968), conocido como El Chango, “dibuja a Don Panchito como un enano, un orate, una vieja de vecindad o un mocoso irresponsable y tonto”, escribe Rafael Barajas, El Fisgón.

Ante la andanada –prosigue el también caricaturista e investigador– “Madero practicaba la tolerancia, pero cuando las críticas apuntaban a la primera dama, don Francisco busca deshacerse de su más feroz censor de la manera más civilizada y le ofrece una beca a García Cabral para que se vaya a estudiar a París.

“El caricaturista acepta y se va a Europa, donde lleva una vida de bohemio a la vez que afina su formación artística: visita museos, frecuenta la academia, entra en contacto con las vanguardias y, sobre todo, con la pujante prensa satírica.”

García Cabral regresa a México en diciembre de 1917, después de ser agregado de la embajada de México en Buenos Aires. Desde su llegada es contratado por Rafael Alducin para hacer una caricatura diaria en el periódico Excélsior, y también hace las portadas de Revista de Revistas.

Con motivo de su vigésimo aniversario, el Museo Mural Diego Rivera (Balderas y Colón, Centro Histórico) reabre sus puertas después de una renovación museográfica, que pone de realce Ernesto García Cabral: maestro de la línea, exposición con los dibujos originales de las portadas de Revista de Revistas, realizadas entre 1918 y 1932, así como fotografías, planas de periódico y un óleo. Curada por Horacio Muñoz y Gloria Maldonado, la muestra concluirá el 6 de julio.

De acuerdo con El Fisgón, de la obra rica y vasta que dejó El Chango “casi todos los críticos e historiadores coinciden en que sus mejores trabajos son las portadas que realizó para Revista de Revistas”, donde se muestra como “un dibujante consumado, un artista culto y refinado, un maestro que experimenta con técnicas diversas y un virtuoso que asimila los estilos en boga y juega y se divierte con ellos”.

En estas caricaturas, continúa El Fisgón, “no hay un solo dibujo malo; de hecho, cada uno es brillante y el conjunto es portentoso. En estas carátulas se nota la cultura visual de Cabral, su conocimiento de las técnicas de dibujo e impresión, su familiaridad con las vanguardias y su talento para el dibujo. Es un trabajo de gran aliento de un artista extraordinario”.

Acota que el olfato periodístico del dibujante le permite hacer una crónica variada y espectacular de lo que son las aspiraciones del México de la época. En las portadas del Chango “se mezclan la alta y la baja cultura; la alta sociedad con el populacho: allí vemos desfilar a flappers, bohemios, soldados, deportistas, genios científicos y literarios, bailarines de todo tipo, políticos, personajes de la comedia del arte, pierrots, charros y chinas poblanas; Esperanza Iris alterna con Albert Einstein, Pulcinella con la Gorgona y Plutarco Elías Calles con Alfonso XIII”.

Es uno de los momentos estéticos más perfectos de la cultura gráfica nacional, expresa El Fisgón.